Epílogo

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El tiempo no debía ser tomado en cuenta, se repetía constantemente cada vez los meses pasaban frente a sus ojos trazados en su calendario. Pero, en pequeños momentos se olvidaba de ello para pensar con asombro como el tiempo marcaba los acontecimientos importantes y pequeños de la vida. Desde su regreso había pasado dos años y unos cuantos meses. En el gremio, pequeñas familias se constituían y ella con agrado disfrutaba de ello. Su primo Aedus, Kayat y Dreun fueron aceptados en Fairy Tail en cuanto cumplieron su condena. Luego de años, podía disfrutar de pasar tiempo con su primo, incluso durante una luna llena lo llevó consigo al Mundo Uno a conocer a su familia proveniente de años. Lo mismo había realizado con los magos de Fairy Tail, finalmente todos conocieron a su otra familia detrás de las puertas del Mundo Uno.

Una melodía escapó de sus labios, su cabeza se meneó al compás de la suave copla, acababa de llegar y la luna llena estaba realmente esplendida frente a sus ojos, ansiaba volver cuando tuviera oportunidad, pero su cita con Natsu era importante esa noche, desde el bosque de Magnolia la vista era esplendida.

—Que hermosa... —murmuró ensoñada, entrelazó sus dedos sobre sus rodillas, su cabello suelto se meció con la ventisca nocturna. Repentinamente un movimiento rápido la hizo girar sonriente.

—¡Perdón la demora! —profirió Natsu acomodándose a su lado, Lucy negó con un gesto, Natsu seguía siendo un muchacho de vitalidad; su corazón se estremeció cuando Mirajane le comentó que durante su ausencia él parecía sumido en un mundo solitario.

—No te preocupes, estaba disfrutando del cielo —habló sonriente—. ¿Qué tal esta Gray?

—Está hecho un idiota, cree que Juvia dejo de amarlo solo porque pidió que la dejara un día en paz.

—Oh, qué mal —musitó ella fingiendo asombro, lo cierto es que sabía porque Juvia estaba así, la familia Fullbuster crecería pronto y juró no decir una palabra. Lucy apretó sus labios y se arrimó a Natsu descansando su cabeza sobre su hombro.

Natsu se puso rígido, estaba acostumbrándose a esa clase de afecto que Lucy le demostraba, aunque no lo decía con palabras él temía dar algún movimiento en falso y desagradarla. No obstante, aquel miedo se desvanecía cuanto antes Lucy sonreía ante su forma natural de ser.

—Happy nos está esperando —le recordó. Ambos se habían esforzado en hacer que la casa luciera bien para la cena que compartirían con Lucy.

—Solo un poco más —pidió ella. Lucy de reojo observó el perfil de Natsu, sus ojos oscuros brillaban hermosamente. Amaba verlo cuando permanecía absorto en sus pensamientos, era un acontecimiento difícil de conocer y era feliz de ser alguien que estuviera demasiado cerca como para verlo.

—Fue un gran día —suspiró Natsu frunciendo sus labios, carraspeó inquieto repitiendo mentalmente las palabras de Gray y Gajeel.

Lucy tomó aire, estaba resuelta. Lo había pensado incluso hace medio año durante su visita al Mundo Uno, al ver que Zeref regresó a los brazos de Mavis, aquella osadía surgió gracias a que Alet le murmuró la emoción de ver como el amor es capaz de sobrepasar el dolor, incluso las puertas que conectan mundos, aquella última afirmación distinguió que la formulaba exclusivamente para ella.

—Natsu —lo llamó, al percibir que el muchacho se removía emitiendo un pequeño sonido, pidió—. Dame tu mano.

El mago de fuego pestañeo intrigado, Lucy se alejó para situarse frente a él con sus piernas flexionadas, intentando que su falda azul no se subiera más de la cuenta. Afianzó su mano izquierda y con sus dedos acarició cada zona de su fuerte mano, Natsu sintió que su corazón estallaría, ella retenía su brillante mirada en él con sus mejillas sonrosadas.

—¿Qué? —balbuceó percibiendo una cálida energía en su mano.

Lucy sonrió con ternura, las puntas de sus dedos estaban presionando el dedo anular de Natsu, sus sentimientos por él fluían en ese mismo instante, transformada en magia pura.

—Es un anillo de hadas —indicó ella, al apartar sus manos en el dedo de Natsu un anillo resplandecía, era tan suave como el aleteo de las hadas del Mundo Uno.

Natsu separó sus labios deslumbrado con semejante regalo, aquella calidez que representaba ese símbolo lo alentó a tragarse su miedo a ser rechazado, extendió su mano derecha en silencio, con solo una mirada Lucy le entregó su mano izquierda, en ese instante sin retirar su mirada de los ojos de Lucy rebuscó entre su bolsillo. De la misma forma que ella, deslizó un anillo por su dedo anular, la calidez colmó su alma al ver que le quedaba perfectamente, al apartar sus manos ambos se quedaron embelesados mirándose serenamente.

—Yo... —balbuceó Natsu, ocultando sus labios entre su bufanda, su mirada decayó, con sus mejillas sonrosadas separó sus labios intentando expresar su sentir—, sé que no soy el príncipe que soñabas...no soy un chico muy delicado y...

Lucy carcajeó enternecida, condujo el dorso de su mano a su mejilla, descubriendo la delicadeza del anillo que Natsu le obsequió.

—Natsu, me hace feliz que seas tú y nadie más —pronunció sonriente, en sus ojos traslucía la verdad que su corazón dictaba desde hace años. Al ver la sonrisa esperanzada de Natsu se impulsó para derribarlo sobre forraje del bosque.

Sin darle tiempo de lanzar una pregunta, acarició sus labios con los de él suavemente. Advirtió las manos de Natsu sujetando su cintura con cuidado, entusiasmada con aquel intercambio extendió su mano y entrelazó sus dedos con los de Natsu, ambos anillos deslumbraban perfectamente como un equilibrio esperado.

—Gray me ayudó, no se mucho —murmuró abochornado. Disfrutó de aquella cercanía, hasta que Lucy arqueó una ceja esbozando sagaz sonrisa.

—Tenemos anillos de dos mundos — aseguró, fascinada —. Alet me contó que este anillo es de energía, magia pura, algo similar a la Lagrima del Hada, pero más simple. Es demasiado importante entre las parejas.

—¿Parejas? —murmuró extasiado, súbitamente Natsu se alzó sosteniendo el cuerpo de Lucy en el acto, atrajo el rostro de la rubia dejando ver su sonrisa, le era dificultoso expresarlo con palabras, no obstante, Lucy le facilitaba esa libertad divina—. Nosotros... ¿tú quieres?

Lucy sonrió, apoyó su frente con la de Natsu conectando íntimamente sus miradas.

—Una familia —susurró imaginando con ilusión el futuro—. Podemos elegir donde vivir, con Happy, será muy divertido.

—¡Una nueva aventura! —exclamó Natsu enredado sus dedos entre la cabellera dorada de la muchacha.

—Siempre seré tu compañera, en cada aventura —prometió Lucy, la sensación de plenitud recorrió su cuerpo y se manifestó en las suaves caricias que le ofrecía a las calurosas mejillas de Natsu.

—Seremos compañeros de aventuras, toda la vida — aseveró desde lo más profundo de su ser. Disfrutó agradecido la sutileza de los labios de Lucy.

Aquella promesa de un futuro juntos se materializó en aquellos anillos que brillaban en sus manos, con la luna llena iluminando su pequeño momento de felicidad sonrieron entre besos y promesas.

Porque cada instante vivido se grabaría en las historias de dos mundos, manifestadas en anécdotas y tal vez en siluetas de fuego. Esa era la bendición del amor que los guiaría en el camino por delante. 

Manten tu vista en la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora