Voz

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No debió hacerlo.

Imaginaba a Natsu sentado con las piernas cruzadas gozando a la distancia del martirio personal que estaba viviendo Lucy y él. Si solo se hubiera detenido a pensar cuidadosamente en los efectos de su descuido podría haber buscado otra forma de tomar la Lagrima del Hada.

Intentó retroceder, sin embargo, el espasmo circulando su cuerpo lo paralizó, el grito estrepitoso de Lucy hizo añicos su intento de huir, repentinamente la atención de los magos de Fairy Tail se apartó de él y se enfocaron en la rubia que con el rostro contraído oprimía sus labios con ímpetu para no liberar otro alarido doloroso.

De repente quiso avanzar para sostenerla entre sus brazos. Pero, Aedus no lo hizo por la espantosa voz que le dictaba su más grave error.

«¡Soy un idiota! ¿Cómo pude dejarme guiar por sus palabras?»

Vislumbró a la joya balancearse en el cuello de Lucy, su llameante resplandor disminuyó y consigo se llevó la conciencia de Lucy.

—¡Lucy! —chilló Happy despavorido, el cuerpo de la rubia fue recogido por Natsu.

Aedus tragó y viró dispuesto a dejar el lugar, no obstante, su cuerpo se detuvo al recibir la furiosa mirada de Erza.

—¡No te iras! —bramó colérica la escarlata.

Aedus apretó su mandíbula junto a sus puños. Sin más opciones de escape levantó sus brazos pretendiendo simular su rendición, aprovechando que los magos no reaccionaron en su contra de un vertiginoso movimiento con su puño golpeó el suelo desestabilizando el equilibrio de sus oponentes. De esa forma él consiguió girar y correr para perderse entre los viejos arboles del bosque, escuchó sus gritos a los lejos y sus frenéticos pasos.

Con su boca abierta intentaba tomar aire a pesar que distinguía que su garganta se partía dolorosamente. Sus estremecidas piernas se detuvieron cuando una figura cayó desde lo alto interrumpiendo su camino.

—Tú... —siseó colérico.

El Ladrón de la Luna le confirió una torcida sonrisa con su brazo extendido en señal de advertencia.

—Al fin puedo ver el rostro de mi admirador secreto —una oscura risa salió de los labios del ladrón al advertir que Aedus difícilmente podía respirar, los pasos de los magos se tornaron cercanos y notó en el semblante del rubio pánico—. Estas en problemas.

—¡Ustedes! —la agitada voz de Gajeel interrumpió el contacto visual entre ambos sujetos.

—¡Quédense quietos! —advirtió Jellal.

Aedus cerró sus ojos con un lamento, nadie estaba para ayudarlo y ello le hizo pensar en Dreun, Kayat y Yui. Aquellos fieles compañeros en algún momento se extrañarían por su ausencia pero sería demasiado tarde.

—Y tu ladrón de pacotilla quédate en tu lugar —señalo Gray.

El Ladrón de la Luna se apuntó a si mismo esbozando una cara inocente. Realmente ellos eran tan interesantes para él que empezaba a creer que estaba haciendo lo correcto.

—No se preocupen magos de Fairy Tail, puedo ser un buen aliado.

—¿Aliado? Bromeas, estuviste siguiéndonos, eso te hace sospechoso —espetó Erza lanzándole una perspicaz mirada.

—Es cierto lo que él dice —las miradas interrogantes de los presentes reposaron en Allen—. Él estuvo tras nosotros por un largo tiempo y no hizo nada malo.

—Tienes mucho que explicar —el pelinegro asintió precavidamente. Era peligroso poner en alerta a los fieles compañeros de Lucy, con el corazón palpitante caminó al lado del Ladrón de la Luna que se restringió a guiñarle un ojo, optimista.

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