Siluetas de fuego

166 20 2
                                    

Lucy detestaba no saber qué decir, luego de ser testigo del destino de Lu y Nat se encontraron con Levy y Gajeel. La mirada afligida de Levy fue suficiente para adivinar lo que estaba ocurriendo. Ella advirtió todo el proceso como si estuviera ausente. De vez en cuando sentía las patitas de Happy sobre su cabeza y los dedos de Natsu presionando su mano en busca de alguna señal de su parte. Incluso cuando Aedus fue encontrado por Kayat y Dreun para darle la trágica noticia no supo que decir. Gajeel fue quien más lloró dejando de lado el qué dirán sus nakamas.

Lucy observó el silencio a Aedus sollozar balbuceando que comprendía a Yui, que estaba seguro que ella nunca hubiera querido lastimarlo de verdad. Aquella noche fue más fría que otras noches, las chispas de la gran fogata sonaban e iluminan su ausente mirada.

A lo lejos de ellos había tierra removida y flores improvisadas sobre aquella tumba perteneciente a Yui, con sus dedos palpó la Lagrima del Hada, ansiaba estrujarla para eliminar su existencia para siempre. Las siluetas de sus nakamas durmiendo fue un recordatorio de lo expuestos que estaban al peligro.

—¿Es posible que hayas estado callada tanto tiempo? —conocía su voz, era Eniji o el Ladrón de la Luna. Escuchó un suspiro de su parte y distinguió su sombra cohibida.

—Al parecer ya sabes cómo es el proceso de todo esto ¿Qué es lo que realmente quieres?

—El hecho que Allen y Eriol me hayan ocultado no quiere decir que sean tus enemigos.

—Haz ocultado que eres hijo de Kyoshi y Umi, conociste a mi madre y todos los portadores de esta joya —masculló—. ¿Pretendes que confié en ti? ¿Tú y ellos que es lo que realmente son?

El Ladrón de la Luna dejó caer su cabeza a un costado, su cabello castaño se meció con la corriente nocturna.

—No recuerdo nada —admitió—, sé que estoy vivo desde hace tantos años, cuando esa joya cambia de portador mis recuerdos son nuevamente borrados. No recuerdo a tu madre, alguna vez luche a su lado, pero no logro encontrar alguna señal en mi mente de que fue así. Es igual con Allen y Eriol.

—¿Por qué los tres son iguales?

—Porque somos tus guardianes. Nuestra vida gira en torno a nuestro amo, cuando la joya cambia nosotros cambiamos con la joya y mostramos nuestra lealtad a nuestro nuevo amo.

Lucy se puso de pie oprimiendo sus labios, la confusión volvía a torcer su camino. Dio un paso y visualizó la oscuridad del bosque.

—Hablaremos de tus padres luego y sobre porque eres mi guardián.

—¿Podría ser ahora?

—No. Debes primero poner en orden tus sentimientos —comentó ella iniciando su camino a la oscuridad—. Debe ser duro volver a enterarte que una entidad Superior te obliga a dar lealtad.

Por primera vez los ojos del ladrón resplandecieron, en cuanto los pasos de Lucy se alejaron con la palma de su mano palpó su frente limpiando el sudor que brotaba. Se quitó el antifaz blanco y lo lanzó a un lado dejando ver por completo su rostro.

Luego de tantos años, estaba por fin agotado.

(...)

Los ojos de Lucy viajaban a diversos puntos del bosque lóbrego. Había algo que no le parecía correcto, su ceño se arrugó e intentó recopilar todo lo que sabía hasta ese momento.

Que la Lagrima del Hada era una creación de un ser Supremo, Kyoshi era una especie de rey en el Mundo Uno y que Zeref se reveló contra él al intentar apoderarse de la joya, Kyoshi con su esposa Umi entonces dieron la joya a un protector y así sucesivamente.

El lamento de Lucy se escuchó junto las hojas moviéndose por el viento. Con su dedo acarició la joya deseando poder hablar para comprender mejor la situación, las palmas de sus manos de repente sufrieron un agradable cosquilleo.

—Eres una llave al Mundo Uno... —susurró, el siguiente día seria el ultimo antes de llegar a la intercepción.

Recordó la mirada enigmática de Nat.

Lucy tomó el collar que el muchacho le dimitió, los recuerdos de la reciente pérdida fueron devastadores, sin embargo, sabía que él le había permitido ver sus recuerdos. Tomó aire cerrando sus ojos para permitirse admirar con detenimiento lo que fuera que Nat le haya permitido visualizar.

—Por favor, por favor, por favor —rogó, anhelante.

Apretó la piedra entre sus manos, la Lagrima del Hada brilló junto al collar que le concedió Nat.

Lucy contuvo un grito en cuanto un fuego la envolvió, durante unos segundos cerró vigorosamente sus ojos esperando sentir el ardor sobre su piel, no obstante, luego de no ocurrir lo que esperaba separó lentamente sus parpados.

Una extraña calidez colmó su pecho al apreciar una figuras de fuego moverse a su alrededor, supo que se trataban de Nat y Lu, ambos parecían correr libremente como en varios recuerdos que probablemente estaban allí.

Lucy extendió su brazo a la vez que el fuego se esparcía y se elevaba formando unas figuras irreconocibles, eran cinco siluetas que desfilaban entre arboles de fuego, saltaban y sus risas resonaban como una melodía llena de paz.

Se mantuvo estática dispuesta a no permitir que cada movimiento pasara desapercibido, consiguió diferenciar que entre aquellas figuras había dos mujeres y tres hombres, entre ellos se abrazaban y volvían a correr.

De repente una llamarada de fuego irrumpió y los separó.

Lucy se movió agitada, expectante a saber qué era lo que los recuerdos limitados que le dijo Nat.

El fuego se acumuló para volver a formas dos figuras, era Nat, Lucy alcanzó a notar que el muchacho miraba de un lado a otro consternado.

—¡Maestro! ¡La zona del Norte fue eliminada!

Escuchó gritos, ensordecedores estallidos.

La figura más grande que Nat pareció divagar en aquel lugar para luego decir:

—Natsu, debes huir lo más rápido que puedas. Nuestra luz fue capturada por ellos, no tenemos mucho que hacer.

—¿¡Capturada nuestra luz!?

Lucy oyó un lloriqueo y los movimientos veloces de Natsu se presentaron, repentinamente el fuego comenzó a mostrarle con claridad el panorama que estaba experimentando Nat en aquel momento desesperado.

Los arboles con colores vivaces caían presos del fuego y los seres que habitaban ese bosque corrían en busca de refugio, el paisaje cambió y se dirigió a su maestro. A través del fuego solo obtuvo un destello dorado que bailaba valientemente.

Lucy parpadeó, el fuego se extinguió provocando que ella retrocediera ofuscada, volvió a tomar el collar, apretó con ímpetu, pero el fuego no volvió a surgir.

—Necesito saber más —rogó, impaciente. Sacudió sus manos esperando el efecto deseado.

Agitó su cabeza consternada, las palmas de sus manos fueron a su frente e intentó ignorar el dolor punzante de cabeza que comenzaba a carcomer su estabilidad. Estaban a solo horas de llegar a la intercepción y una nueva interrogante aparecía.

Tomó aire para retenerlo durante unos segundos, necesitaba tranquilizarse para lograr ordenar sus pensamientos.

Intentó ponerse de pie para esquivar las raíces. La confusión estaba palpitante en ella, sin embargo, confiaba que su pequeña revelación fuera de ayuda para encontrar la verdad.

Porque aquella pequeña recreación trágica del Mundo Uno, le resultó extrañamente dolorosa.

—¡Lucy!

Escuchó el desesperado llamado de Natsu.

Distinguió el resplandor de la fogata a los lejos, todos estaban despiertos. Era de gran ayuda explicar lo que vio cuanto antes. 

Manten tu vista en la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora