Calidez de una gran familia

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Una piedra ingresó por la ventana, Natsu se levantó avivadamente emitiendo un grito de furia, colocó sus manos sobre el marco de la ventana y sacó la mitad de su cuerpo listo para vociferar, si es que se tratara de algún ser perdido en el bosque. Pero contuvo su respiración al ver a Gray con el brazo extendido y una piedra lista entre sus dedos.

—¿¡Que haces!? —gritó, colérico.

Gray rodó sus ojos fastidiado, tomó aire para elevar su voz.

—¡Vamos al gremio! —demandó.

—¡Es de noche! —señalo el cielo oscuro con ímpetu.

Gray rascó su cabeza buscando las palabras para convencerlo.

—¡Jellal le pidió matrimonio a Erza! —Happy despertó en cuando escuchó la noticia, extendió sus alas y salió por la ventana contento.

—¡Natsu, vamos! —chilló sonriente. Natsu frunció sus labios, no tenía ganas de salir justamente esa noche, pero si Happy mostraba ese ánimo lo intentaría, saltó de su hamaca, echó un vistazo por última vez a la luna llena a través de la ventana. Con los ojos cerrados ajustó su bufanda y se dirigió a la salida.

La noche era fresca digna de la pronta primavera, durante el camino Gray le explicó la torpe propuesta de Jellal y sobre como Mira por poco se desploma de la sorpresa. El mago de hielo con sus acciones buscaba sacar una sonrisa sincera en Natsu, pero con el tiempo comprendió que si estuviera en su mismo lugar sufriría de esa manera.

Natsu se encontraba en medio de su bullicioso hogar, los tarros de cerveza rebosantes chocaban entre si al son de los coros de prosperidad, felicitó con una mueca de felicidad a Jellal y Erza, ambos estaban tan radiantes de dar un primer paso, que internamente se preguntó en ese instante como se sentiría tener la certeza de que alguien estaría a su lado para siempre, hace años nunca se lo hubiera cuestionado, sin embargo, todos parecían estar en aquella etapa, contuvo su respiración advirtiendo que él lastimosamente también lo estaba.

Que terrible experiencia fue enterarse de sus sentimientos cuando la persona que avivaba aquella mágica sensación estaba muy lejos.

—¡Natsu, ven! —apareció Lisanna riendo, sin darle tiempo lo tomó del brazo, Natsu antes de lanzar una exclamación reparó el vientre de Mira contra la palma de su mano; pestañeo atónito.

—¡Se mueve! —gritó, sobresaltado. Mira sonrió dulcemente, antes de apartar su mano reparó en ese instante que un nuevo integrante pronto llegaría al gremio, luego de meses estaba sintiendo esa emoción del surgimiento de una nueva familia.

Una nueva familia.

—Creo que será muy inquieto —comentó la mujer acariciando su vientre, pronto lo tendría entre sus brazos, ese centelleo de júbilo era desconocido para él, pero estaba seguro que su madre lo había mirado de esa forma durante su niñez.

En cuanto Natsu se percató que eran las dos de la mañana rehuyó del bullicio, se aproximó a la puerta del gremio y elevó su cabeza con su mirada fija en la luna llena.

—Sigue igual... —murmuró con voz lastimera.

La noche terminaría y la desolación en su corazón se prolongaría tortuosamente hasta volver a poseer esperanza en la siguiente luna llena, revolvió su cabello prorrumpiendo un bufido.

Se inmovilizó antes de ingresar al gremio. Achicó sus ojos en dirección a la luna, su corazón pulso inquieto anhelando que lo que creyó ver no sea una mentira, a los lejos un pequeño resplandor encendió una magnitud de emociones.

(...)

Lucy contempló a todos con lágrimas acopiadas en sus grandes ojos chocolates, era realmente feliz, era la calidez de una familia entrañable, las hadas armonizaron una fantástica canción mientras volaban alrededor de ellos, Eniji fiel a su actitud galante, sujetó su mano depositando un suave beso.

Manten tu vista en la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora