Neil Crowley Fell, de 21 años, era el segundo de los diez hijos de Zira y Crowley; por lo tanto, al igual que Terry, había pasado buena parte de su vida cuidando a sus hermanos menores y ayudando a sus padres. En eso eran iguales. En todo lo demás, no tanto.
Así como Terry había heredado más cualidades angelicales, él había salido igual a Crowley en todo: apariencia, carácter, estilo de vida. Solo sus ojos eran celestes e idénticos a los de Zira. En todo lo demás era una réplica joven del demonio pelirrojo. Estaba orgulloso de su sangre demoníaca, de su habilidad para transformarse en una serpiente negra gigante, de su descuidada elegancia y belleza, con las cuales flechaba corazones a diario en la universidad.
-Hijo, eres mi orgullo. En serio no podía pedir un hijo mejor que tú. ¡Eres igual de retorcido que yo hace algunos milenios!
-Basta, papá, no es para tanto- había dicho sonrojado de orgullo por las palabras de Crowley, luego de que causara un enorme alboroto en el centro de la ciudad, meses atrás.- Hice lo que correspondía. No podía dejar que esos imbéciles se marcharan así como así después de haberle faltado el respeto a Crepa.
-Bien hecho, tú defiende a nuestra princesa- lo instó su padre.- Aziraphale podrá decir lo que quiera sobre dar la otra mejilla, pero no hagas caso. Si alguien se mete con tus seres queridos, ¡tú hazle saber lo que es el infierno!
Neil había aprendido esa lección hacía mucho tiempo. Ya desde niño su carácter había oscilado entre el amor y la dureza, entre la complacencia y la severidad. Con sus hermanos menores, por ejemplo, siempre había sido estricto y casi atemorizante, pues no les permitía una sola travesura. Con sus hermanas Raven y Lilith, un año menor que él, había regido una rivalidad que se mantenía hasta la fecha, pues también eran demonios de mucho carácter y nunca le habían hecho caso. Eso sí, si un día alguien las ofendía o les causaba cualquier daño, él se encargaría de que el ofensor "supiera lo que era el infierno", tal y como aprendiera de su padre.
No, sí él quería a todos y cada uno de los miembros de su familia. Podía tener un carácter duro, a veces odioso, pero los quería. ¿Acaso su propio padre, siendo un demonio como era, no tenía el corazón lleno de amor por los suyos? Era la prueba viviente de que los demonios también tenían sentimientos. Ellos también podían amar. Vaya que podían...
-¡Oye, Neil! ¿Qué haces ahí parado como poste?- lo interpeló Misha, su hermano menor, quien de nuevo llevaba puesto un vestido estilo lolita. De inmediato su semblante se enfureció.
-¿No te dije que no quería volver a verte con la ropa de Crepa puesta? Quítatela ahora o...
-¡Espera, espera, no seas bruto! Crepa misma me prestó su vestido. No tienes por qué enojarte...
Neil frunció el ceño con desconfianza.- ¿Cómo así? ¿Dónde está ella ahora?
-Salió con un chico. Me dijo que si le hacía un buen peinado me prestaría su ropa, así que... Oye, ¿a dónde vas?- preguntó Misha en vano, pues Neil ya había desaparecido. Por lo general no usaba milagros para transportarse, a menos que se tratara de urgencias. Saber que su princesa estaba con un chico era una emergencia mayor, así que no vaciló en hacerse pequeño y entrar en la red telefónica, volando casi hasta llegar al celular de Crepa y aparecer.
"¿En dónde están?" pensó con los ojos en blanco, mirando a su alrededor: había aparecido junto a un banco del parque St. James, donde la bolsa de su hermana reposaba junto a una mochila de hombre. Unos segundos después vio que Crepa estaba dándole de comer a los patos juntos a su cita, un muchacho de cabello oscuro al que sintió deseos de estrangular.
"Por tu bien espero que no la hayas tocado, porque si le pusiste un solo dedo encima..."
A pocos metros de ellos se paró en seco, al ver a Crepa riéndose contenta mientras varios patitos se disputaban una miga de pan. ¿Qué iba a hacer? ¿Golpear al sujeto delante de todos? ¿Hacer que Crepa se enfadara de nuevo por arruinar su cita? De pronto se sintió muy estúpido y débil.
"Protege a tus seres queridos", le había dicho Crowley. Pero Crepa no estaba en peligro. Solo estaba disfrutando como cualquier jovencita de una tarde de sol, en compañía de un chico que no era él. Al pensar en eso se puso rojo como la grana, y su corazón se estrujó de impotencia.
"No puedo. No puedo hacerlo... No puedo acaparar a mi hermana, ella tiene derecho a ser feliz... ¡Maldita sea, soy un tonto! ¡Soy un...!"
-Ha sido una tarde hermosa, Sean- la oyó decir de golpe. Veloz de reflejos se convirtió en una serpiente pequeña y vio a ambos recoger sus mochilas, como si la cita hubiera terminado.
-Te agradezco que hayas aceptado, Crepa. La verdad creí que no querrías venir, porque...
-Oh, ¿por qué pensaste eso? Somos amigos. Me gusta salir con amigos- declaró ella con una sonrisa pura como el sol que opacó la del chico e hizo latir su corazón a toda prisa. ¡Crepa no estaba interesada en el muchacho! ¡Solo lo veía como un amigo!
-Oh... oh, bueno, sí... amigos, claro, es genial...
-Sean, lamento si te estoy desilusionando, pero es que yo... bueno... sé que es complicado, pero...
-¿Tienes novio, Crepa?
-No. Pero...- Crepa se sonrojó y por unos momentos creyó ver a una serpiente negra acechándolos. Neil huyó y no oyó el resto de la conversación, pero estaba igualmente feliz y no precisaba oír más. ¡Su princesa seguía siendo su princesa! Su corazón seguía sin dueño... no podía estar más contento y más ilusionado.
"No importa si me estoy ilusionando en vano" pensó con las mejillas encendidas, de vuelta en casa. "Lo importante es que ella sigue siendo mi princesita adorada. Mientras pueda cuidarla y verla sonreír, será suficiente para mí".
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Serpientes Inefables Fictober
FanfictionSerpientes Inefables es una historia que narra la odisea de Aziraphale, quien un día amanece convertido en serpiente, y Crowley, que para hacerle compañía decide hacer lo mismo. Milagrosamente aunque ambos son machos, Zira pone diez huevos. Este fan...