Capítulo 8: David

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David Crowley Fell se levantó temprano y ansioso. Bueno, temprano para él: por la mala cara de su padre cuando apareció por la cocina, las once del mediodía no era temprano.

-Buen día... mami... ehh, papá... buen...

-Cállate y siéntate- lo interrumpió Crowley siseando. David tragó saliva y obedeció, y supo que se venía un reto de padre y señor nuestro. Aziraphale le sirvió un café caliente y un poco de pastel de nueces, su favorito, pero Crowley se paró a su lado y sintió un escalofrío recorriéndole la espalda.

-Crowley, no seas muy duro...

-Aziraphale, quedamos en que yo me ocuparía- Hizo una pausa muy breve y luego soltó de golpe:- Mira, niño, ni creas por un segundo que puedes engañarnos.

-No, papá- suspiró con resignación.

-Hace rato que tu hermano y tú están faltando a clases, escapándose para ir a correr con sus motos en carreras clandestinas. También se escapan de noche. No es que lo desapruebe, de hecho como demonio me enorgullece que rompan las reglas del mundo exterior.

-Entonces...

-Entonces, niño, lo que no voy a tolerar es que falten a las reglas de esta casa- amenazó Crowley.- Puedes desvelarte la noche entera si quieres, pero Aziraphale no es la sirvienta de nadie para tenerte el desayuno servido a las once del mediodía. O para lavar tus chaquetas de cuero sucias de grasa de andar arreglando motos, eso de hecho deberías hacerlo tú que para algo sabes hacer milagros.

-Lo siento mucho- murmuró David muerto de vergüenza, pues era verdad que a veces abusaba de la confianza de su madre para hacer lo que le venía en gana. Antes cuando Terry y Neil vivían con ellos no era fácil porque los tenían vigilados, pero ahora que no estaban él y Michael se habían vuelto bastante impertinentes. 

-Ya tienes diecinueve años. Es hora de que dejes de traerle dolores de cabeza a Zira, o tendré que ponerme serio contigo.

-Querido, sabes que eres tan libre como un ave en el cielo- intervino Azira suspirando.- No necesitas estudiar ni trabajar si no quieres, y si quieres vivir divirtiéndote hazlo. Pero, por favor... cuídate más...

David regresó a su cuarto sintiéndose profundamente mal consigo mismo, por hacer que su hermosa mamá se sintiera mal. En términos humanos era un vago, un indisciplinado que vivía solo para su disfrute, y la verdad era que no quería llegar a eso. Que su naturaleza fuera más demoníaca que angelical no justificaba que se portara como un niño inmaduro. La misma noche anterior había salido so pretexto de estudiar en casa de unos amigos, y en realidad había salido con una chica, llevándola a pasear por todo Londres en moto. Su moto, su orgullo, tal y como Bentley era el orgullo de su papá.

"Debo hacer algo para que me perdonen" pensó al salir camino a su universidad, pensando que si al menos levantaba sus notas les demostraría que no era un caso perdido. Ellos no precisaban estudiar, era cierto, pero hacerlo era una muestra de responsabilidad para con la sociedad humana en la que vivían. Terry, por ejemplo, era el mejor de su clase. Neil estudiaba y trabajaba. Misha avanzaba con buenos resultados en sus proyectos de periodismo cinematográfico. Él, David, no podía ser menos. Bueno... si era menos. Era un pésimo estudiante. Pero si quería enorgullecer aunque sea un poquito a sus padres, debía esforzarse más.

-Terry... oye, hermano- lo interpeló un par de horas más tarde, en el campus, mientras Terry bebía tranquilamente un café con una compañera y lo miraba con desaprobación.

-¿No tienes modales? Se saluda al llegar a un sitio.

-Sí, lo siento... hola- murmuró haia la chica, que se retiró discretamente para que los hermanos pudieran hablar a solas. David ocupó su asiento.

-Espero que sea importante. Estábamos combinando horarios para un trabajo que debemos presentar el lunes que viene.

-Perdón, pero es que necesitaba hablar con alguien. Michael está en cama con un resfrío horrendo y Misha no sé adonde se metió...

-Misha está en clase, como el chico responsable que es. Tú deberías estar haciendo lo mismo.

-¿Quieres escucharme sin juzgar por un segundo? Esta mañana ya me retaron mis papás. No necesito otro sermón.

-Habla claro, David...

David, cuyo cabello rojo oscuro caía lacio y sin brillo por su frente tapando su vista, observó a su perfecto hermano y temió quedar como un imbécil, pero de pronto no soportó más. Estaba más sacudido de lo que creía y lo soltó todo para aliviarse.

-Necesito ayuda para mejorar mis notas, Terry. Estoy por reprobar dos clases importantes. Sé que podría arreglarlo con magia, pero eso sería hacer trampa y no quiero. A papá probablemente le daría igual, pero mamá Aziraphale estaría muy decepcionada y...

-¿Y al fin estás tomando conciencia que a pesar de ser mitad ángel y mitad demonio, necesitas tener algo de auto respeto?

David se puso rojo. Terry sí que sabía como calar hondo.

-Mira, hermano, te ayudaré con mucho gusto a estudiar si es lo que quieres. Y me parece muy bien que estés reaccionando, dándote cuenta q ser un demonio no es excusa para portarte como un imbécil con tu familia.-Bebió un poco de su café y agregó:- Déjame ver como arreglo mis horarios y te ayudo a levantar esas materias flojas. Pero esta vez, David, será mejor que lo tomes en serio. 

-Lo haré. Te lo prometo, esta vez no habrá carrera clandestina que me distraiga de mi meta, mejoraré en la escuela y haré que mamá Zira sonría de orgullo. 

-Bien. Esa es la actitud.

-Sé que no es mucho. Sé que me he descuidado y vuelto prácticamente un vándalo, pero quiero cambiar de verdad, aunque sea de a poco, para que mamá no tenga que volver a mirarme con pena como esta mañana.- Respiró hondo y se obligó a sonreír.- Después de todo, soy mitad ángel. Algo de bueno debo tener entre tanto malo, ¿no? Buscaré esas cualidades dentro mío y las usaré para mejorar mi vida.

Serpientes Inefables FictoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora