Capítulo 7: Misha

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Misha Crowley Fell era el quinto hijo de Crowley y Aziraphale, que contaba veinte años igual que sus hermanas gemelas Raven y Lilith. Solo que él no era gemelo. Era, a su manera, un ser único y especial.

Misha era bastante bajo de estatura, de rasgos angelicales y cabello rubio ceniza. Se parecía mucho a Aziraphale, excepto que sus ojos eran amarillos. Tenía, eso sí, pupilas normales, a diferencia de las gemelas que tenían pupilas serpentinas. Misha trataba además de imitar la forma de vestir elegante y casual de su hermano mayor Terry, porque lo consideraba un gran ejemplo en todos los sentidos y quería parecerse un poco a él.

-Sé que no puedo ser perfecto como tú- le dijo una vez.- Pero me gustaría al menos parecerme.

-Misha, escucha, no necesitas parecerte a mí para ser perfecto- fue la respuesta de Terry, cuya sonrisa casi paternal lo había hecho sentir muy contenido.- Sé exactamente como tú quieras ser.

En la universidad, tenía bastantes amigos y un grupo de pertenencia propio, todos amantes del cine. Hacían reuniones seguido para discutir sobre películas antiguas y modernas, elaboraban teorías y hasta estaban montando su propia página. Hacer aquello le proporcionaba mucho placer, y cuando su familia leyó su primer artículo publicado sintió reventar de orgullo dentro de su propia piel.

-Hijito, ¡estoy tan orgulloso de ti!- comentó Zira dándole un abrazo.- Estás haciendo lo que amas y lo estás haciendo muy bien. ¡Sigue así, querido! Nosotros te apoyamos.

-Gracias, mamá. No sabes cuando me alegran tus palabras.

Todo marchaba bien en su vida. Realmente, no podía pedir más al destino. Pero, entonces, ¿por qué a veces llegaba la noche, y cuando se miraba al espejo se sentía tan infeliz? 

Aquella mañana se preparó un café solo (sus padres habían ido a una reunión en el Cielo), y ya de paso hizo el desayuno para sus hermanas Nina y Crepa, las únicas que todavía iban a la secundaria. Poder compartir un momento con ellas lo hizo sentir importante, como si fuera un verdadero adulto responsable y no un muchacho.

-Hoy no tienen clases, ¿verdad? Por el feriado. ¿Qué van a hacer entonces?

-Yo iré a la librería de mamá a atender el negocio- informó Nina llena de orgullo.- Hace rato que quería hacerlo y me dio permiso, así que iré y atenderé a los clientes.

-Yo no tengo nada planeado en realidad- dijo Crepa pensativa, mirando por la ventana.- Así que iré a mirar vidrieras... quizás compre algún vestido nuevo.

-Tú te vistes siempre tan hermosa- elogió Misha.- Tienes un gran estilo, Crepita.

-Aww... ¡gracias! ¿No me quieres acompañar un rato? Tú tampoco tienes clases hoy según recuerdo. Podríamos pasar una tarde de hermanos.

-Seguro, ¿por qué no? Solo dame tiempo para ducharme antes de salir.

Salir de compras con Crepa era un privilegio que por lo general Neil acaparaba para sí mismo, pero aquella vez Misha fue el encargado de cuidar a su hermanita mientras elegía ropa nueva para el verano que se acercaba, y ropa sumamente linda por cierto. La menor de la familia vestía siempre muy coqueta y femenina, estilo lolita, con vestidos primorosos, faldas con volados y zapatitos chatos.  La boutique en sí donde estaban era como un templo a la dulzura, los colores pastel inundaban la vista y Misha quedó impactado por la cantidad de remeras, shorts y accesorios que estaban a la venta.

-Hermano, mira, ¿no te encantan estas remeras con dibujos de frutas? Son muy lindas.

-Ya lo creo... ¡combinarían muy bien con tus faldas de varias capas!

-¿Verdad? Creo que me probaré estas dos. ¡Esta con un gatito es adorable!

Misha se sintió verdaderamente a gusto ayudando a Crepa a elegir su nuevo atuendo, y por lo mismo no entendió porque a la hora de dejar la boutique se sintió tan mal. Tanto, que Crepa se asustó y lo miró a los ojos con preocupación.

-Misha, ¿qué te pasa? ¿Estás llorando?

-No, no... disculpa, Crepita, creo que solo estoy un poco sensible...

-Pero, ¿por qué?

Misha respiró hondo, la contempló fijamente unos segundos y luego admitió, con la voz tomada:

-Es que te ves tan linda con ese vestido, hermanita, que... que...

-Misha...- Crepa lo miró con profundo cariño y luego agregó, con un tono muy cálido:- ¿Te gustaría probarte uno a ti también?

-¿¿Qué?? ¡No, yo... yo no podría...!

Misha se puso rojo inmediatamente y debió controlarse para no echar humo por las orejas, porque el ofrecimiento de su hermana fue como una revelación enorme que hizo trizas su mundo en un segundo. Sí, él se había probado su ropa en más de una ocasión, pero más que nada como un juego. Siempre había sido muy curioso, desde que saliera del huevo, y creyó que probarse conjuntos de chica sería divertido. Lo que no creyó nunca fue que que toda su melancolía de los últimos tiempos fuera por estar negando sus verdaderos gustos.

-Mira- dijo Crepa con buen ánimo, tomando un vestido blanco con bonitos lazos beige en el cuello y en las mangas.- Apuesto a que éste te quedaría perfecto. ¿Por qué no te lo pruebas?

-Yo... ¿acaso no me vería muy extraño?- preguntó secándose una lágrima invisible.

-Claro que no. Te verías fabuloso.

El hijo del medio de Aziraphale y Crowley no pudo contener el rubor en sus mejillas ni los latidos en su corazón cuando por fin abandonó la boutique con el vestido blanco puesto, un vestido con falda campana y mangas cortas muy delicadas, además de unas chatitas que Crepa misma eligió para él y un pequeño retoque en su cabello para que le llegara hasta los hombros. Era la primera vez en mucho tiempo que se sentía totalmente libre de dudas, de sombras que oscurecieran sus pensamientos. Aquel estilo le gustaba. Mucho. Sentir la mirada de admiración de algunos muchachos también. Misha suspiró y empezó a reír en voz alta, y cuando su hermana se contagió de su risa la abrazó y le agradeció por todo.

-¡Gracias, mil gracias, princesa! Me diste el empujón que necesitaba... ¡por fin! Por fin puedo verme exactamente como quiero. No sé por qué no lo hice antes.

-A lo mejor tenías miedo- opinó ella tomándolo del brazo y dedicándole su mejor sonrisa de aliento.- Pero ya no lo tienes, ¿verdad?

-No. Ya no. ¡Ya nunca más tendré miedo de vestirme como quiero! Es lo que me gusta y me hace feliz, ¡y estoy muy orgulloso de ello!

-¡Entonces no perdamos tiempo! Vayamos a la boutique de la esquina. Ahí tienen unas faldas que estoy segura te quedarán perfectas.

Misha asintió entusiasmado.- Si tú lo dices, así debe ser. Vamos antes que se haga tarde, ¡hay muchas cosas nuevas que quiero probar ahora que por fin me he liberado a mí mismo!



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