Capítulo 23: Adam

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Adam respiró el aire puro de Tadfield con fuerza, como hacía tiempo no se daba el gusto.

Había tenido un semestre agitado en la universidad. Exámenes, trabajo, y tantas responsabilidades que había tenido que postergar dos veces la visita a sus padres y amigos en su pueblo natal. Eso lo frustró un poco. Durante unos días particularmente duros, consideró usar sus poderes para alterar la realidad y poder huir tranquilo al campo, pero pronto desechó esos pensamientos.

"Ya no soy un niño de once años" se dijo antes de agarrar su carpeta de apuntes y ponerse a repasar una vez más. "No puedo recurrir a la magia cada vez que quiero evadirme de la realidad. ¿Qué dirían mis padrinos?"

Sus padrinos eran Crowley y Aziraphale, por supuesto. Desde que detuviera el apocalipsis en Tadfield hacía diez años, el ángel y el demonio habían sido sus amigos y mentores. Le habían explicado muchísimo más sobre su origen, lo habían ayudado a controlar sus poderes, y lo habían integrado a su familia. Cuando Aziraphale puso sus huevos, en aquel confuso tiempo en que estuvo convertido en serpiente, él fue de los primeros en alegrarse y preguntarles si podía visitarlos, y ayudarlos en la medida de lo posible. La pareja vivía en Londres y él todavía era pequeño para viajar solo, pero a la distancia se aseguró de llamarlos seguido y enviarles regalitos para los bebés, a quienes se moría por conocer. Luego, cuando por fin nacieron, él lo vio todo a través de una videoconferencia. Desde ese momento fue como el hermano mayor de todos.

"Fue una sorpresa cuando crecieron de forma acelerada. De repente Terry, a quien vi nacer, ¡era un año mayor que yo!" pensó divertido mientras buscaba a sus padres con la mirada. Sin embargo, no vio a los señores Young sino a Newton y a Anathema, junto a Dick Turpin, agitando los brazos para llamar su atención.

-¡Eeey, bienvenido!- exclamó Ana dándole un fuerte abrazo.- ¡Te extrañabamos tanto, Adam!

-Y yo a ustedes... ¿Qué pasó? ¿Dónde están mis padres?- preguntó al tiempo que daba un abrazo a Newton.

-Su auto se descompuso y, en lugar de pedir un taxi, nos pidieron el favor. Saben que somos amigos, así que nos tuvieron esa confianza.

Adam sonrió muy feliz al oír eso. Anathema y Newton también eran sus amigos, y estaba ansioso porque llegara el día de su boda. Ese día, les prometió, haría que el clima fuera tan radiante como en el paraíso, para que sus recuerdos fueran los mejores y pudieran hacer fotos hermosas. En general él siempre ayudaba a sus amigos con milagros, tanto que conocían su identidad como los que no. Claro que, para los que no sabían que era el Anticristo, lo hacía de manera discreta. Para los que sí sabían actuaba de forma franca y directa.

-Adam, cuéntanos... ¿cómo marcha todo?- preguntó Anathema guiñándole un ojo.

-¿Cómo marcha todo con qué?- repitió él sin poder esconder una sonrisa.

-No te hagas. Nos contaste por mail que estabas conociendo a un chico... ¿Warlock era su nombre?

-Está todo bien con él- contestó riendo para tapar su timidez. Warlock Dowling, que por esas casualidades de  la vida había nacido el mismo día que él, era un chico muy diferente a todos los que había conocido, y tenían una cierta simpatía. Pero no quería hablar mucho de eso hasta que fuera algo serio, y Anathema supo respetar su silencio. Durante el resto del viaje hablaron de otras cosas, se pusieron al día con algunos chismes y compartieron unas donas que habían comprado frente a la estación. Adam, que venía un poco famélico, devoró tres mientras oía a la locuaz bruja.

-Y entonces Mooninite apareció y fertilizó la tierra de forma instantánea. ¡Debiste verlo! Los vecinos no entendieron como es que nuestro jardín se llenó de flores en pleno invierno.

-Me gustaría saludarla, y a todos los demás también. ¿Alguno está en el pueblo ahora?

-Solo Terry y Misha, que creo que vinieron a preparar un proyecto conjunto para sus clases. Pero no te desanimes, sabes que pueden estar aquí en un segundo. Los llamaremos y ya verás como en nada de tiempo llegan.

Adam asintió. Por supuesto que lo primero eran sus padres, pero también quería ver a sus "hermanos". Cuando niños, él había jugado mucho con Terry, Neil, Raven y Lilith, que eran de más o menos su edad. Con David y Michael también, pero ellos eran un poco más jóvenes y además era muy difícil seguirles el ritmo. Con Misha no recordaba haber sido muy íntimo, y se lamentó por eso. Estaba al tanto del cambio en su vida y pensó que sería bueno ir a verlo en cuanto pudiera y ofrecerle su apoyo, tal como haría un buen hermano. Con Moonie, Nina y Crepa casi no tenía relación. Preguntó a Anathema si sabía de ellas.

-Crepa sigue como siempre, hermosa y radiante. Vuelve loco a Neil.

-¿Eh?

-Que siguen siendo muy buenos amigos- se corrigió Ana rodando los ojos de forma pícara.- Nina por su parte está estudiando mucho. Quiere graduarse bien y empezar a trabajar con Zira. Y Moonie está por cumplir años, así que sacate tiempo para venir a la fiesta. No solo por ella- añadió de golpe.- Supe que tu padre también vendrá.

-¿Mi padre...? Oh, espera... ¿Te refieres a mi otro padre?- preguntó Adam un poco tenso.

-Sí, bueno. Ya sabes que la relación entre Cielo e Infierno ahora es buena. Al parecer Crowley consideró que era buena idea invitar a Lucifer al cumpleaños. Ya sabes que él también es de la familia.

Lo sabía, por supuesto. Pero eso no significaba que no hubiera sido una sorpresa tener noticias de su padre biológico después de tantos años.

"Alguna vez tenía que pasar, ¿no? Está bien. Si lo veo en la fiesta, hablaré con él de forma civilizada. Si todos se están arreglando y llevando mejor, yo no voy a ser menos".

Serpientes Inefables FictoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora