Capítulo 29: Lucimoon

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Lucifer adoraba pecar de vanidad. Le gustaba comprarse trajes a la moda, peinarse y acicalarse. Realmente no tenía por qué hacerlo porque su sola presencia bastaba para impresionar a cualquiera, pero desde que firmara la paz con su madre había empezado a pasar más tiempo en en mundo humano. Como consecuencia de eso, había adquirido los hábitos humanos de cuidar y embellecer su apariencia.

-Qué quieres que te diga. Para mí luces igual de estúpido que siempre- le dijo Beelzebub una mañana, mientras se preparaban para ir al cumpleaños. Lucifer le había pedido su opinión pero estaba visto que a Beelzebub no le importaba, y le dirigió una mirada severa mientras terminaba de arreglar su atuendo.

-Deberías preocuparte un poco más por tu apariencia, ahora que sales con un ángel.

-¿¿Quién está saliendo con un ángel??- increpó Beelz furiosa y colorada. Le guiñó un ojo.

-Cierto. Con un arcángel.- Soltó una risita ante su indignación y chasqueó los dedos, haciendo aparecer un gel natural para el cabello que se aplicó con cuidado.- ¡No me mires así que tú empezaste! 

-Aquí el único que quiere salir con un ángel eres tú. Y con una chica de diecinueve años nada menos. ¿Qué edad tienes, diez, doce milenios?

-¡Oye! La edad no importa en el amor. Además somos seres inmortales, el tiempo no significa nada para nosotros. Deberías saberlo.

-Si tú lo dices... 

Lucifer le sugirió que fuera a cambiarse y terminó de arreglarse solo, pensando a fondo en aquella charla. Sí... estaba enamorado de Mooninite, la hija de Crowley y Aziraphale. La chica era un verdadero ángel, un hada, una luz hermosa y pacífica que había aparecido en su vida en el momento justo. Cuando ella y sus hermanos nacieran, él andaba de viaje por el mundo, aprovechando el reciente pacto de paz para descansar de las obligaciones del infierno. Supo por supuesto que Crowley había tenido descendencia y le envió las felicitaciones adecuadas, y ordeno a Beelz que se ocupara de seguir el crecimiento de los niños híbridos. No se interesó más por el asunto y no cultivó una relación familiar con ellos, que en la práctica eran sus sobrinos. Sin embargo, ahora había regresado y descubierto que eran ya jóvenes adultos. 

"Y Mooninite es preciosa. Tiene demasiada bondad en el alma, pero está bien... podría acostumbrarme a besar sus angelicales labios si me diera el sí ".

Se echó un último vistazo antes de salir. Como sería una fiesta al aire libre, eligió prendas informales: una camiseta gris, chaqueta de cuero negro, jeans negros muy ajustados y botas de un rojo oscuro muy siniestro que eran la última tendencia entre los demonios. Su cabello oscuro y lacio, con toques de gel, le daba un aire bohemio muy juvenil, lo mismo que su medallón con un pentagrama de plata. Sus ojos azules se tornaron grises como nubes de tormenta, por lo que parpadeó un poco antes de salir. 

"Quédate tranquilo. Saldrá todo bien".

Ni bien llegó a la cabaña de los Crowley Fell en Tadfield, quedó asombrado por la cantidad de gente joven que había. Evidentemente los muchos hermanos y hermanas de la cumpleañera habían ido con sus amigos y parejas, sin contar la presencia de ángeles y demonios por todas partes. Sin embargo, como era costumbre, ni bien apareció él se volvió el centro de todas las miradas, hombres y mujeres por igual. Sonrió con jactancia y avanzó hasta Moonie, quien lucía estupendamente con una camisa de bambula blanca y una falda bordada de flores. La chica se adelantó para saludarlo con un beso en la mejilla, gesto que lo hizo rejuvenecer un par de milenios de golpe.

-Bienvenido, señor Lucifer...

-Querida, por favor, no me digas señor que me haces sentir viejo- contestó con una sonrisa.

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