Capítulo 6: Lilith

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Lilith Crowley Fell, de veinte años, era una demonio muy particular: por un lado, amaba la vida en la Tierra y contar con todas las comodidades y lujos de una humana; por el otro lado, no veía la hora de que Beelzebub la llamara para hacer una pasantía en el Infierno, su sueño desde hacía años.

Aunque estudiaba en la universidad como todos sus hermanos, no le interesaba demasiado licenciarse en nada. Su verdadero anhelo era ser llamada al equipo de trabajo de Beelzebub, señora de las moscas, regente del infierno en nombre de Lucifer. Aunque en el pasado la relación de sus padres con el Cielo y el Infierno había sido tumultuosa, eso había quedado atrás después de que ella y sus hermanos nacieran. Crowley y Aziraphale habían sido perdonados definitivamente, y tanto ellos como sus hijos habían recomenzado sus relaciones con ambos bandos. En algunas ocasiones, hasta habían ido de vacaciones, y tomado algunas clases particulares para aprender a manejar mejor sus dones.

Lilith amaba a su madre Aziraphale, pero no había sacado casi nada de herencia angelical. Recordaba sus viajes al Cielo como momentos de gran tedio, mientras que el Infierno se había sentido siempre muy a gusto. A los quince años, ella y Raven habían viajado solas (sin permiso) a los dominios infernales, y sido encontradas por la propia Beelzebub. Todavía recordaba la eléctrica sensación en la piel de estar cara a cara con la jefa de todos los demonios.

-¿Niñas en mi territorio? ¿De dónde han salido?-había preguntado Beelzebub con una voz dura como el acero, haciendo que por primera vez sintieran miedo. 

-Nosotras... somos hijas de Crowley y Aziraphale...

-Ahhh... ¿Y? ¿Quién les dijo que podían venir aquí sin permiso?

-Solo estábamos explorando- contestó Lilith con más valor del que sentía.- Queríamos conocer el otro hogar de papá. 

Beelzebub había observado la mirada fiera de Lilith, y también la de Raven, y luego soltado una risa divertida.- Atrevidas. Eso está bien. Un buen demonio debe tener carácter. Pero me temo, niñas, que esto no es guardería y yo tengo trabajo que hacer.

-¡Pero...!

-Regresen a su casa y vuelvan cuando tengan edad  para tener sus tatuajes infernales- contestó con una mezcla de burla y amenaza.- No quiero que les pase algo y luego Crowley me eche la culpa. Aquí solo deben estar los mejores.

Niñas. Lilith, que a sus quince años era ya una experta en transformaciones, odió que la demonio suprema viera en ella solo una niña, como cualquier humana. Desde ese día práctico incluso con más ahínco que Raven sus capacidades milagrosas, estudió con su tía Anathema sobre magia, auras y profecías, con su papá sobre la historia de los demonios, con su mamá para poder ser una diestra maestra de las espadas de fuego. En la actualidad, llevaba varias cartas escritas a Beelzebub pidiéndole una oportunidad para aprender de ella a ser una demonio completa.

-Hermana, no te arrastres- le aconsejó Raven mientras se preparaban para ir a clases.- Tú ya eres una demonio espectacular, no necesitas la aprobación de nadie. 

-¡Por supuesto que no necesito la aprobación de nadie! Pero quiero pasar una temporada en el infierno, y aprender todos los trucos que aquí me sería imposible.

-¿Qué es exactamente lo que buscas, Lil? 

Lilith se negó a contestar. Su hermana y ella no se guardaban secretos, pero había cosas que prefería guardarse para sí misma hasta saber si le iría bien. Raven no insistió y ambas salieron del dormitorio, causando de inmediato que los otros estudiantes las miraran y quisieran acercarse a ellas. Su única diferencia era que Raven era pelirroja y ella rubia como Zira, pero en todo lo demás, eran idénticas. 

-Chicas, ¡están increíbles hoy!

-Ah... gracias...

-Lilith, ¿tienes los apuntes de la tercera clase?

-¿Tienes mi dinero?

-¡Sí, claro! Y un poco más por las molestias...

-Eres un encanto, Bill. Toma tus apuntes y las respuestas del examen.

-Veo que ya superaste a tu ex- comentó Raven mirando divertida a su compañero Bill, que se marchó sonriendo a pesar de que Lilith solo lo había ayudado por su propio beneficio.

-¿Ese imbécil? Ni que valiera tanto la pena... de hecho, ahora que no estamos más juntos, puedo concentrarme de nuevo en mi verdadero objetivo.

-¿Que sería...?

-¡Hola, Raven! ¡Hola, Lilith!

-Sammy...- Raven pareció de repente muy alterada, y se volvió hacia su hermana con una extraña sonrisa en el rostro.- Bueno, Lil, te dejo porque Sammy y yo tenemos que estudiar y... eh...

-Anda. Ve. No me tienes que dar explicaciones.

Lilith no entró al edificio después de separarse de su hermana. Se escapó con toda la impunidad del mundo y se metió en un café, donde empezó a escribir una nueva carta a Beelzebub.

"Si quiero ser la mejor demonio tengo que aprender de la mejor. Así que de una forma u otra voy a hacer que ella me acepte como aprendiz. Y un día, no importa cuanto me tarde, seré otra de los líderes del Infierno. Estaré junto a Beelzebub como una igual, y nadie nunca me volverá a tratar como una niña".


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