Capítulo 26: Ligur

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Muchos humanos creían que Dios había revivido a su hijo humano Jesús, luego que éste fuera traicionado por sus amigos y ejecutado en público por los romanos. Creían tanto en eso que, para ellos, Jesús era su profeta y salvador, incluso cuando ya habían pasado más de dos mil años de aquel incidente. Creían en la resurrección cono un poder y una señal divina.

-Si les dijéramos que ese poder lo tiene el hijo de Lucifer, no nos creerían. Es más, nos perseguirían con antorchas como en la antigüedad- comentó Ligur a Hastur una tarde, mientras caminaban por el parque St. James. Por alguna razón el comentario se le hizo insoportablemente gracioso a Hastur, que se echó a reír a carcajadas y no paró hasta que le dolió la panza.

-¡Tienes razón! Los humanos son muy crédulos y muy tontos. Creen en lo que no es y reniegan de lo que tienen enfrente de las narices. Muy tontos en realidad.

Ligur rió de forma más discreta y tomó asiento en un banco, mientras Hastur se desplomaba a su lado y encendía un cigarrillo. Desde que reviviera, las cosas entre ellos se habían tornado diferentes.

No recordaba mucho la mañana en la que volviera a la vida. Todo lo que supo lo supo después, con el correr de los días y la paciencia infinita de su compañero. Según Hastur, habían intentado ajusticiar a Crowley por sus crímenes sin éxito: el pelirrojo resistió el agua bendita, el ángel resistió el fuego infernal, y ambos fueron liberados por miedo a que se unieran en contra de sus viejos bandos. Ligur quedó sorprendido de saberlo, pero más sorprendido quedó cuando Hastur le dijo que había ido a ver a Crowley al mundo humano.

-¿Te atreviste a enfrentarlo después que resistió un baño de agua bendita? Hastur, por Satán... pudo haberte matado a ti también.

-Sí, pero prefería morirme a seguir viviendo sin enfrentarlo. Él... bueno, más bien su novio Aziraphale, me aseguró que las cosas podían solucionarse de forma pacífica. Y tenía razón. Ellos seguían en contacto con el anticristo, y le pidieron que te reviviera a ti también. Y el muchacho lo hizo.

-Vaya... ese niño, pensé que sería diferente.

-No quiso iniciar la guerra. Prefirió seguir viviendo como humano, y según sé, usa sus poderes solo para el bien. Cuando le conté sobre nosotros, se conmovió... Y...

Ligur miró al demonio que fumaba a su lado. Su cara de pocos amigos espantaba a todos los humanos que andaban de paseo como ellos, pero a él no le importaba eso. Lo que sí le importaba era que Hastur no lo había olvidado, y que había arriesgado su vida para vengar su muerte. Y ahora estaba de nuevo vivo, y ellos estaban juntos. Siguiendo un impulso, lo tomo del brazo y se divirtió viéndolo farfullar cosas inentendibles; de hecho, se puso tan nervioso que el cigarrillo se le cayó al suelo y debió aplastarlo con la punta de la bota.

-¿Qué... qué haces, hombre...?

-Pues, lo que tú haces conmigo cuando te despiertas primero que yo- contestó pícaramente, divirtiéndose aún más al ver su rostro sonrojado.- Sí, ya sé que me abrazas cuando piensas que estoy dormido. Pero está bien, no me molesta. Al contrario.

Ambos se miraron largo por unos cuantos minutos, y finalmente se besaron. Solo se rozaron los labios por unos segundos, pero para ellos era muchísimo. Las personas los miraron todavía más, pero antes que alguno pudiera decirles algo para espantarlos, una serpiente verde apareció reptando por el suelo y los sorprendió al exclamar:

-¡Oh, que bonita pareja! ¿Puedo dibujarlos?

-¿Eh? ¿Y tú quién eres?- preguntó Ligur sin poder creer lo que veía: la serpiente verde congeló el tiempo y se transformó en humana, y luego lo reactivó como si nada, dándole la mano con una sonrisa brillante.

-Me llamo Mooninite, pero puedes decirme Moonie. Todos me llaman así.

-Ligur, ella es hija de Crowley- intervino Hastur rápido; Ligur todavía parecía algo reticente, por lo que se inclino y le susurró al oído:- nuestro señor Lucifer le tiene un enorme aprecio a esta joven. No te asustes, es... una aliada.

-¡Oh! Bueno, siendo así. Mucho gusto, Moonie- la saludó él también, haciéndole un espacio en el banco y observando su apariencia serena y angelical. ¿Lucifer se había fijado en una chica tan obviamente diferente a él? La idea lo hizo reír, y su risa animó a Moonie a repetir su petición a ambos.

-El señor Hastur ya me conoce, pero como usted todavía no, permítame explicarle. Soy dibujante. Entre otras cosas. Me gusta dibujar y escribir sobre el amor, y después de verlos juntos me gustaría mucho dibujarlos a ustedes. ¿Les molesta?

-Niña, ¿qué no eres tú un demonio serpiente?

-Sí, pero eso no tiene nada que ver- dijo con la misma serena sonrisa, que parecía ver más allá de todo.- Mi raza no define mis gustos. Me agradan las cosas simples, y la naturaleza, y el arte. Y el amor. 

-Ligur, oye... ¿No te gustaría tener un retrato nuestro en casa?- preguntó Hastur de golpe. Ligur lo observó y entendió que esa idea le fascinaba a su pareja, y aceptó mientras estiraba los brazos y las piernas al sol.

-De acuerdo, ¿por qué no? Me han dicho que ahora reina la paz entre nuestros bandos. Podría aprovechar el tiempo que tardes en hacer tu dibujo para preguntarte algunas cosas. ¿Te molesta?

-¡Oh, no! Con mucho gusto lo pondré al corriente.

Ligur y Hastur se pararon y la siguieron mientras conversaban todos a la vez, como viejos conocidos. Ligur, decidido, volvió a tomar a su novio del brazo. Si ahora todos vivían en paz y armonía, podía darse el lujo de ser más honesto con sus sentimientos. Ya no hacía falta que fingiera dureza.

"Quiero ir del brazo con Hastur siempre. Y lo haré, mientras él me deje lo haré".

Serpientes Inefables FictoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora