-CAPITULO 2- AFTER OFFICE

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Ya en el exterior, la oscuridad se cierne sobre la ciudad, los días se acortan porque estamos próximos a la llegada del invierno. Todavía no dan las 19 hs y pronto se verán las estrellas.


Mike gira a la derecha ni bien salimos y toma la avenida principal, el bar donde nos esperan se encuentra a unas diez cuadras de ahí, según me ha dicho.


Estamos detenidos en un alto, cuando el habla y corta el silencio dentro del coche.



─ ¿Te quedarás en la ciudad para las festividades?



Pienso un momento antes de contestarle.


─Supongo que sí, creo que voy a aprovechar para descansar mi cabeza y hacer algunos pequeños arreglos en casa.



─Si quieres puedo darte una mano con eso.



─ ¡Oh no gracias!, yo me arreglo. ─ «dudo que hiciera algo coherente teniendo esa masa muscular rondando por ahí»



Recorremos las últimas cuadras y entramos al estacionamiento del lugar. Él sale apresurado del coche para abrirme la puerta.



─Gracias, realmente eres de otro tiempo.



─ ¿Por qué? ─me pregunta desconcertado, mientras toma mi mano y me ayuda a descender del vehículo, para luego cerrar la puerta.



─ ¿Porque solo soy caballero con una dama?



─Convengamos que algunas chicas te mirarían como un bicho raro, en estos tiempos es todo un poco más "igualitario" por llamarlo de alguna manera.



─ ¿A ti te molesta? ─me mira desconcertado.



─ No, no, al contrario, me gustan los detalles, papá tenía esas maneras con mamá y conmigo, solo que me sorprenden en ti.



─Perfecto con eso me basta.



Entramos al bar, que a esa hora esta atestado de gente y pensé « ¡guau toda la ciudad está aquí dentro! y bueno Liz ¿qué esperabas encontrar? Ilusa...» me reprendo a mí misma.


Por lo que puedo ver, sobre la derecha hay un sector de mesas, todas ocupadas, más allá un pequeño escenario y a la izquierda una barra enorme que se pierde de vista por la gente.



─Nuestro lugar está en el fondo ─anuncia y me toma de la mano para guiarme a través de la marea de cuerpos que se mueven al compás de la música.



Mientras Mike saluda aquí y allá, yo solo trato de no pisar a nadie, ni que me pisen.

Llegamos a un sector de mesas bajas rodeadas de sillones de cuero negro que se ve bastante acogedor, particularmente huyo de los lugares atestados, en otras circunstancias ya hubiese salido corriendo.



─Mike, Michael -lo llamo, pero el volumen de la música tapa mi voz y ni se percata de ello.



─ ¡Mike!, ¿cuándo llegaste desgraciado? ─grita alguien acercándose.



─ ¡Nick, te extrañe maldito perro! ─y se abrazan palmeándose con fuerza la espalda, para luego darse un golpe con el hombro y unir sus manos como en pulseada sin dejar de reír.



Nunca voy a entender esa forma de demostrarse cariño, con insultos y a los golpes, pero bue, ellos se ven por demás contentos con ello.



Entonces él me señala con un gesto y le pregunta.



─ ¿Conoces a Liz no?
Liz este es Nicholas,Nick para todos ─el me mira de arriba abajo comiéndome con los ojos, gesto que Mike no llega a ver ya que está detrás de él tomándolo por los hombros.

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