-CAPITULO 3- LA CASA DE MIKE

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La cabeza me explota y siento el cuerpo como si me hubiese pasado por arriba una manada de elefantes, intento mover las manos, pero nada. Quiero abrir los ojos... los párpados me pesan...«necesito dormir».
Estoy tan cansada.

─Elizabeth, Elizabeth, despierta. -la voz de alguien me llega lejana y hace eco en mi cabeza.

De pronto, como si le hubiese dado play a mi cerebro este se conecta y los recuerdos aparecen como una película acelerada...
La oficina, Mike, el bar, Nick, el taxi...miedo.
Un grito contenido sale ahogado junto con el aire de mis pulmones y me siento de golpe con los ojos abiertos como platos.

─Tranquila Elizabeth, todo está bien ─vuelvo la cabeza bruscamente para ver quien me habla y todo comienza a girar a mi alrededor.

─Despacio, tómalo con calma ¿sí? ─me dice la persona que está junto a mí y me toma suavemente por los hombros para instarme a recobrar la posición de acostada sobre la cama.

─Sufriste un desmayo, dale tiempo a tu cuerpo para procesarlo-su voz me relaja, tomo una gran bocanada de aire y lo expulso lentamente por la boca para lograr enfocarme, parpadeo unos segundos y abro los ojos para ver a mi interlocutor.

─ ¿Quién es usted y dónde estoy? -pregunto mientras miro lentamente la habitación donde me encuentro y vuelvo los ojos a él.

─Soy Anthony Stone, médico, y estás en el hospital de River Valley -explica tranquilo.

─Ahora te voy a oscultar y te haré algunas preguntas ¿de acuerdo?

Una alarma se detona en mi cabeza y chequeo rápidamente con mis manos que siga vestida, suspiro internamente ya que compruebo que solo me retiraron la fina chaqueta que llevaba y los zapatos. El médico me observa con un gesto extrañado, pero no hace pregunta alguna, solo me ayuda a incorporarme sujetándome del brazo hasta quedar sentada en la cama. Se coloca el estetoscopio en las orejas, mientras me desprendo los primeros botones de mi blusa para que pueda oscultar mi pecho.

─Dime Elizabeth. ¿Tomaste algo? ¿Te estas alimentando bien? ¿Pasaste por alguna situación estresante?─va preguntándome mientras escucha concentrado el palpitar de mi corazón.

Solo le repito la letanía que tengo armada en mi cabeza para estos casos ya que no es la primera vez que me sucede.
─ No bebo alcohol, no consumo drogas y trato de comer bien, solo estoy cansada, no estoy durmiendo muy bien que digamos, pero eso es todo ─le informo con voz automática

─ ¿Segura? Puedes hablar conmigo con total tranquilidad, lo que digas es solo entre paciente y médico ─me dice mientras me mira a los ojos tratando de descifrar si estoy ocultándole información.

─Estoy bien, gracias igual. - contesto, mientras hago un esfuerzo por sostenerle la mirada y estiro mis labios en una sonrisa para reforzar el efecto.

─De acuerdo, enseguida vuelvo ─me dice, aunque por su forma de mirarme, creo que no hice un buen trabajo.

─Disculpe pero... ¿cómo llegué aquí? -alcanzo a decirle antes que deje la habitación.

─Te trajo el chofer del taxi, casi lo tenemos que internar a él de lo nervioso que estaba. Por cierto hay alguien que está muy ansioso por verte. ─ y sale apresurado cerrando la puerta.

«Seguro es el pobre chofer al que asusté tanto» pienso mientras acomodo las almohadas en mi espalda para descansar en ellas cuando se abre la puerta y entra.

─ ¡¿Mike?! ─logro articular, mientras lo observo cruzar la habitación a grandes zancadas sin salir de mi asombro.

─ ¡Liz! ¿Cómo te encuentras? Me tenías preocupado -las palabras salen de su boca apresuradas con un dejo de angustia, en tanto se acomoda sobre el borde de la cama y toma mi mano entre las suyas escudriñándome con sus bellos ojos.

POR SIEMPREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora