-CAPITULO 24- TE AMO.

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MIKE

Llego a ver a Liz alrededor de las siete de la tarde, decidimos que lo mejor, era dejar para mañana el resto de las grabaciones. Todos estamos al borde del colapso y es mejor descansar un poco y despejar la mente.
Tomé una ducha en casa de mis padres y me cambié de ropa, por suerte aún tengo cosas en mi antigua habitación. Con la aprobación de Tony, hice trasladar a Elizabeth a una habitación donde está sola, amplia, luminosa, donde instalaron un sillón para poder descansar. Un pequeño frigo bar, un equipo de música, una mesita y una silla completan la sala. Dos hombres de Jackson custodian la puerta.

─ Buenas noches ─saludo antes de entrar.

─ Buenas noches señor Ludwing ─contestan al unísono.

Me quito la chaqueta y la cuelgo en el perchero, que está detrás de la puerta de entrada. Voy hasta el equipo de música y pongo la música que le gusta, baladas de los 80 y90 «hasta tenemos el mismo gusto musical».
La suave melodía inunda la habitación, acerco la silla a un lado de la cama y me siento, tomo su mano y beso cada uno de sus delgados dedos con delicadeza. Luego como un gato sediento de mimos, froto mi mejilla contra el dorso de su mano, ansiando una caricia. Poso mi frente sobre ella y no puedo evitar mojar su mano con mis lágrimas. «Quien diría, que este pequeño ángel, me arrebataría el corazón de esta manera»

─ Te necesito tanto Liz…sé que estarás pensando…”no puede ser, hace solo unos días nos volvimos a ver, después de tantos años”…yo tampoco lo puedo entender a veces, ¿pero sabes qué?...creo que siempre te quise…solo que no lo supe hasta que te volví a ver. El mar me llevaba hasta tus ojos, la noche a tu cabello, la música a tu risa, inconscientemente te busque en todas partes. Hasta debo admitirlo, en cada mujer con la que estuve…y no sabes lo que me arrepiento de ello.
Siempre me sentí vacío…hasta que llegaste tú. Me quitaste el aliento desde aquella tarde en la oficina y me robaste el alma desde que desperté contigo entre mis brazos. Así que mi pequeño ángel…necesito que abras tus ojos, tomes mi mano y me enseñes a vivir. Porque sé que hasta ahora…solo he transitado esta tierra…esperándote.

El cansancio me vence y me quedo dormido con su mano entre las mías. Entonces abro los ojos y la veo, resplandece con luz propia, sus ojos de aguas profundas están llenos de vida, su cabello cae en suaves ondas sobre sus hombros y está sembrado de estrellas. Una hermosa melodía se escucha en todo el lugar y ella danza suavemente mientras la gasa de su vestido blanco, flota como una nube a su alrededor.
Camino hacia ella despacio «tengo miedo de asustarla» a medida que me acerco los latidos de mi corazón se aceleran y una sensación de plenitud me llena por completo. Cuando estoy a punto de tomar su mano, gira hacia mí y en sus ojos solo hay dolor, están apagados…oscuros y las estrellas que adornaban su cabello dejan de resplandecer.

─ No soy buena para ti Mike…nunca te voy a poder dar lo que tú quieres…olvídame por favor…olvídame ─me dice entre sollozos y sus lágrimas como ríos inundan el lugar, cuando me doy cuenta el mar de lágrimas me llega al pecho y sigue subiendo. Pero solo puedo verla a ella que plácidamente se deja llevar hasta que solo puedo ver sus ojos por sobre la superficie «sé que se va a ahogar»

─ ¡LIIIIZZZZ! ─su nombre estalla en mi boca como una súplica, pero ella cierra los ojos y el agua la cubre hasta hacerla desaparecer.

Me despierto con un sobresalto y el pitido del monitoreo cardíaco taladrándome el cerebro. En segundos las luces de la habitación se encienden y un equipo de médicos y enfermeras entran y empiezan a verificar los signos de Liz, mientras que a mí me sacan del lugar.
Treinta eternos minutos son los que estoy fuera de la habitación, hasta que salen todos y uno de los médicos se acerca.

─ ¿Qué pasó? ─me pregunta taladrándome con la mirada.

─ ¿Perdón…usted me pregunta a mí qué pasó? ─le contesto con los dientes apretados.

─ Cálmese señor Ludwing…le pregunto porque desde que salió de cirugía, no había tenido una sola reacción a nada, su cuerpo estaba aquí pero ella parecía estar ausente…como en un estado de coma profundo. No sé lo que hizo o dijo…pero al menos la hizo reaccionar, lo que escuchó fue la reacción de su corazón y las lecturas cerebrales alteradas. Ahora sabemos que está ahí y puede escuchar y sentir, dele una razón para volver. ─me palmea la espalda y se pierde en los pasillos del hospital.

Por un momento me quedo parado frente a la puerta de la habitación procesando lo que me dijo el médico. «Me escucha…me siente…lo que pasó hace un rato… ¿habrá sido un sueño, o una extraña conexión entre ambos? »
Abro la puerta e ingreso nuevamente, con más dudas que certezas en mi cabeza. Voy al baño y me lavo la cara con agua fría, tomo una botella de agua del mini bar y me la bebo de corrido. Miro la hora en mi teléfono…las diez de la noche…solo dormí un par de horas y siento que el sueño lo abarcó todo…estoy tan agotado mental y físicamente que no logro salir de este estado de ansiedad para poder realmente descansar.
Miro el celular en mi mano y no lo dudo…

─ Perdón pero no puedo dormir ─digo de arranque justificando mi llamado.

─ Tranquilo…yo tampoco… ¿Dónde estás? ─la voz de Chris apacigua un poco mi estado.

─ Con Liz.

─ Espérame en la cafetería ─por eso lo quiero tanto…por algo somos hermanos.

Dejo puesta la música de fondo a un volumen bajo y me acerco a Liz.

─ Enseguida vuelvo nena ─deposito un beso en su frente y otro en una de sus manos  ─Extráñame…como yo te extraño.

Salgo en silencio, no sin antes volver a mirar su cuerpo dormido y sentir como se me retuercen las entrañas.
Me siento en una mesa junto a uno de los grandes ventanales que dan al jardín trasero, me acodo sobre la superficie de madera lustrada y apoyo mi cabeza entre las manos.
No sé cuánto tiempo pasa, solo sé que reacciono, cuando siento la mano de Chris sobre mi hombro.
─ Hermano…─me dice mientras me da un beso en la cabeza, cosa que solo a él le permito y viceversa, es una muestra del lazo que nos une.

─ ¿Cómo está? ─dos palabras que hacen que se desate mi verborragia y fluya como un río. Le cuento todo desde que llegué, lo que le dije, el sueño y lo que me dijo el médico.
Debo admitir que con solo compartirlo con él me siento un poco mejor.

─ Yo creo que a ella le pasa lo mismo que a ti, no puede entender sus sentimientos y tiene miedo…algo la frena…la hace dudar y la hace querer alejarse de ti. El problema es saber qué es eso, que la hace sentir de esa manera… ¿Café? ─me pregunta al terminar su exposición, mientras se levanta de la mesa.

─ Capuchino ─le digo en forma automática mientras lo veo alejarse y llegar hasta el mostrador.  Recién caigo en la cuenta que no estamos solos, un par de médicos y enfermeras, están sentados comiendo a unas mesas de nosotros. Mi mirada se pasea por el lugar mirando los detalles de la sala, pero mi mente se repite las palabras de Chris una y otra vez.

Vuelve con dos tazas y deja una delante de mí, para luego sentarse en su lugar. No puedo evitar pensar en ella, cuando el olor de la cálida bebida llega a mi nariz, la escena en su cocina cuando estuve a punto de besarla y torpemente derrame mi capuchino en sus pantalones se reproduce en mi cabeza.

─ ¿En qué piensas? ─la voz de Chris me trae de nuevo a la cafetería del hospital.

─ En ella…─susurro mientras bebo un sorbo de café y solo pienso que no se compara con el que prepara Liz.

─ Jamás creí tener vida para verte así por una mujer…Te estoy perdiendo…─dice con vocecita aflautada y vuelve a hacer el gesto de tomarse el pecho y fingir el llanto.

─ ¡Christian! ─lo recrimino y no puedo evitar una sonrisa.

─ Al menos te hice reír.

─ Necesito contarte algo.

─ Te escucho…

Y le cuento la charla con mi padre en el despacho, necesitaba hablarlo con él, me está quemando por dentro.
Su cara va cambiando del asombro, la preocupación y el dolor alternativamente, a medida que escucha mi relato. Cuando termino un silencio que se hace eterno nos aplasta a ambos.

─ Dime algo por favor ─le pido a modo de súplica.

─ Estoy pensando como ahora todo cae en su lugar…su aparente timidez, el esfuerzo por relacionarse con los demás y esa costumbre de huir prácticamente cuando terminábamos la jornada laboral…tiene miedo Mike…miedo a confiar de nuevo en las personas…miedo a que todo se repita otra vez…y pienso que lamentablemente Nick, sin pensarlo, detonó todo de nuevo aquella noche. Sumado al ataque de Melissa… ¡Dios! Como va a querer despertar…yo en su lugar tampoco querría hacerlo.

─ Y todas esas veces…estuvo sola otra vez…maldición.

─ No Mike, no vayas de nuevo por ahí, tú no podías saber nada de esto, la circunstancias se dieron así, no lo hiciste intencionalmente. Debes dejar de culparte y demostrarle que tú eres lo suficientemente fuerte para los dos, que siempre estarás ahí para ella y que la amas con todos sus fantasmas a cuestas.

─ Dale una razón para despertar…─sin querer, repito las palabras de mi padre en voz alta.

─ Exacto, ahora ve con ella y dile cuanto la amas ─es lo último que me dice Chris, para luego levantarse y darme un beso en la cabeza a modo de despedida.

Me levanto y salgo apresurado hacia la habitación de Liz. Entro y me quito las botas para acomodarme a su lado, muy despacio para no incomodarla. Respiro el olor de su cabello y acaricio suavemente su mejilla.

─ Aquí estoy para ti princesa, sé que tienes miedo, pero te pido por favor…confía en mí…confía en mi amor…porque yo…Michael Ludwing…te amo ─con lágrimas en los ojos beso suavemente sus labios para luego descansar mi cabeza en su hombro y sumirme en un profundo sueño.

Otra vez estoy en el mismo lugar de mi sueño anterior, pero ahora ella está sentada sobre una piedra, a la orilla de un inmenso lago formado por sus lágrimas. Me acerco despacio, temeroso por perderla nuevamente. Mece sus pies descalzos dentro del agua con la vista clavada en la superficie como si contemplara su dolor, veo como sus manos se tensan sobre la piedra, cuando parece percatarse de mi presencia.

─ No lo entiendes Mike…solo no puedo…─dice con la voz rota sin siquiera mirarme.

─ Liz…princesa…déjame ayudarte por favor ─le hablo mientras sigo acercándome con cautela.

─ ¡No!...no puedo arrastrarte conmigo a la oscuridad de mi alma. Nunca voy a poder darte lo que quieres, estoy rota Mike…por dentro y por fuera…te mereces a alguien mejor que yo ─dice mientras se levanta y empieza a retroceder de espaldas hacia el lago.

─ Te equivocas Liz, tu eres todo lo que quiero y necesito…

─ ¡No!...no sabes lo que me pasó…yo nunca pod…

─ Lo sé todo princesa…y solo quiero curar tus heridas por dentro y por fuera…besar cada una de tus cicatrices hasta hacerlas desaparecer…te amo Liz…te amo con tus miedos, te amo con tus fantasmas…te amo rota cómo te sientes…por qué sé que tengo suficiente amor dentro de mí para sanarte ─con mi última palabra entro al agua con ella y la tomo entre mis brazos, su calor inunda mi cuerpo por completo y su luz suavemente comienza a intensificarse, las estrellas enredadas en su cabello, resplandecen como por arte de magia. El agua retrocede para dejar en su lugar un verde prado sembrado de flores, entonces ella levanta su cabeza hasta ahora recostada en mi pecho y me mira con sus bellos ojos de mar.

─ Te amo Mike…─dice mientras posa su mano en mi mejilla y una lágrima resbala por su bello rostro para transformarse en un pequeño cristal resplandeciente, que al tocar el césped, hace que los miles de flores que nos rodean brillen como espolvoreadas con diamantes.
La luz es tan clara que me hace parpadear y en el último movimiento de mis ojos, me encuentro de nuevo dentro de la habitación del hospital. Aspiro nuevamente el cabello de Liz que cubre en parte mi cara y siento la misma calidez del sueño, creyendo que sigo soñando cierro mis ojos nuevamente, cuando siento sus dedos deslizarse por mi mejilla.
Abro los ojos asombrado, levanto mi cabeza para mirarla y me encuentro con el verde transparente de sus ojos, que se adentran en los míos para fundirse en un solo mar de sentimientos y en dos palabras que decimos ambos.

─ Te amo.

Los pitidos de los monitores rompen la burbuja donde nos encontramos y los médicos y enfermeras vuelven a hacer su aparición. Me sacan de la sala, pero esta vez con una sonrisa pintada en mi cara.

─ ¡Despertó!... ¡Despertó! ─repito eufórico a los de seguridad.

Tomo mi teléfono y llamo a Chris.

─ ¡Despertó hermano!... ¡Despertó…y me ama!

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Holissss....perdon por ayer que no actualice, pero estaba de festejo en el cumple de mi mamá. 🥂🎂🎁
¿Será que ahora Liz y Mike podrán empezar a vivir su amor en paz?.....mmmmm demasiados cabos sueltos quedan todavía. 😈

Gracias como siempre por leerme y no olviden "como siempre" de dejar su estrellita y comentarios. 💋💋💋💋💋

Mariamercedes68 💖

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