Fuegos Artificiales

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En Konohagakure existe una época dorada de la que todos hablan, amada por muchos y odiada por otros. Las parejas solían adorar tan bella temporada, demostraban su amor paseando de la mano por toda la aldea. Revoloteando de un lugar a otro, asfixiando a los más desdichados con su descarado amor. Las familias también disfrutaban de tan singular época comprando en cada esquina que se les atravesase; manzanas acarameladas, máscaras decorativas y fuegos artificiales sobre todo.

Casi todos estaban felices, unos más que otros. La prueba viviente de la felicidad de tan singular día, era ni más ni menos que Hinata Hyuga, la princesa Hyuga.

—¡Onee-Sama Si aún no estás lista, juro que iré a la casa de ese rubio de pacotilla y le enseñaré todos tus cuadernos llenos de corazoncitos! —Regañó la pequeña Hanabi entrando de un portazo a la habitación de su hermana mayor.

—¡Hanabi! —Exclamó asustada Hinata.

La pobre chica se encontraba más que asustada, su hermana había entrado sin pedir permiso . Había despertado tarde aquel día por no poder dormir de la emoción, su amado ninja le había invitado a una cita bajo las luces. Inevitablemente se había quedado dormida a altas horas de la madrugada, pensando en la ansiada cita con su amado.

Y como no pesar en tan especial fecha, si su aún amigo le había pedido de la manera más romántica una cita doble. Bueno no era tan romántico como pensaba, pues le había dado una sugerencia de que acudieran juntos, pues no quería ir solo con Sakura y Sai, ahora que ambos se llevaban aún mejor y lo excluían cada que podían. Sin duda no era un hecho tan romántico, contando que cuándo se lo pidió ambos estaban en Ichiraku Ramen y su amado sorbía fideo trás fideo, balbuceando palabras a medias. Bueno, al menos era algo.

Y no podía estar más que feliz y nerviosa, sería como un Cita. Una adorable cita. De amigos.

Auch, eso sí que dolía.

—¡HINATA! Por el amor de dios, ya no me pidas ayuda si estarás así como estatua. —Renegó frustrada Hanabi con un kimono púrpura de flores en el hombro y un cepillo en una mano.

—¡Lo siento Hanabi! —Se disculpó Hinata quitando el Kimono del hombro de su hermana, colocándolo en su cama suavemente— Anoche no pude dormir adecuadamente y me encuentro un poco distraída en estos momentos.

—Y cómo no lo estás, si tus males tienen nombre y apellido. —Se burló ella, acostándose en la cama de su hermana de un brinco— Un tal Naruto-Baka escuché por ahí.

—¡Hanabi!

—No te entiendo Onee-Sama. Yo no podría estar enamorada de un idiota como él. —Señaló jugueteando con el cepillo— No es más que un tonto distraído, no hace más que corretear por la aldea y comer Ramen. No entiendo cómo te has enamorado de él.

—¡Hanabi! No hables de Naruto-Kun de esa manera. —Regañó la Mayor sentándose en una banca de la habitación— Es muy grosero de tu parte burlarte de un tercero, cuándo no está presente para defenderse.

—Lo volvería a decir frente a él, Onee-Sama, es que no lo entiendo. —Exclamó levantándose de un brinco, le dio la vuelta a su hermana y se paró justo detrás de ella— Eres hermosa, decidida, amable, vienes de una familia adinerada y eres sumamente cariñosa. —Cepillo su cabello con suma delicadeza— Es un idiota por no notar lo grandiosa que eres. Si no fueras mi hermana y no fuera mujer, ya te hubiera hecho mi novia.

—Hanabi. —Exclamó abochornada.

—No entiendo qué te llamó la atención de ese estúpido. —Estudió en silencio el aspecto de su hermana y caminó por la habitación buscando entre sus cosas.

One Naruhina ❤ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora