El libro que abrió mi corazón

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Días, semanas y meses, transcurriendo cordialmente desde la muerte de mamá en mi época dorada. Noches en vela sin poder dormir, gracias al trauma que viví en aquel trajico accidente. ¿Dónde estaba papá?, no lo sé, tampoco lo sabía.

Minato Namikase, se llamabá él. O eso me contó mi madre antés de fallecer, sí, la típica historia de un chico huérfano que no fué acojido por su padre y su madre muerta, rasgando el suelo con sus propias garras desde los cinco años. La custodía de un chico desafortunado a manos de su tía, quien tampoco pudó cuidar del niño solitario, por cuidar a un par de chicos revoltosos que ocupaban su tiempo y un hombre borracho que no permitió añadir una boca más que alimentar.

¿Mi vida era fácil?, no. Desde aquel día, deudas tras deudas y la verdad no sé cómo había vivido desde entonces. Hasta que la conocí a ella; Hinata Hyuga. La chica más hermosa que habían visto mis ojos, pero no solo era una cara bonita, era más que eso. Era luz, era bondad, era todo lo que mi vida necesitaba. Aún recuerdo el primer día que la ví, corriendo por las instalaciones, mientras hacía un escándalo.

Era una chica gritona, bastante, para su pequeño cuerpo.

Recuerdo sus ojos viéndome con agradecimiento después de haberla salvado aquel primer día, sus ojos con pena y disculpa. Recuerdo nuestras disputas por querer sobresalir cada quién a su forma, ella por querer superarse a sí misa y demostrar de que estaba hecha. En cambio yo, por placer, porqué verla molesta era lo más placentero del mundo, desde sus cejas juntas y su boca en un puchero de lo más adorable.

Ella era adorable y torpe al mismo tiempo, desde sus incontables desmayos en el quirofano de prácticas y en nuestro trabajo. Ella era diferente, muy diferente a las demás chicas. Ella era justa, bondadosa, amable, risueña, una chica de biblioteca. Cómo siempre le he dicho.

La creí una amiga en el instituto y una gran colega en nuestro hospital. Hasta que tuve que involucrarme en una tontería de lo cuál estoy tan arrepentido, no lo tomen a mal. No hice mal, solo escuché la voz de la persona que más admiraba en el mundo, mi modelo a seguir, por lo cual tomé una decisión equivocada, que me llevó al exilió.

La dejé de ver.

Mi mundo de soledad había regresado, tan rápido como había llegado. Ella en su mundo y yo tratando de sobrevivir entre los murmullos de prejuicios falsos. Todo era tan asqueroso, desde el adeudo que tuve que adquirir para poder seguir existiendo, hasta los insufribles codiciosos que pedían más de lo que realmente era. Todo era injusticia y los valores poco a poco en el mundo se fueron apagando, junto a mi dignidad.

Y por un golpe de suerte, llegó nuevamente.

Ella con su agradable coleta azabache ondeando por los pasillos de mi antiguo trabajo. Y la historia, sigue y sigue, hasta lo que me lleva a hoy.

En: "Dolman".

Junto a mi corazón tamboreando y prácticamente saliendo a conocer la nueva avenida de sol, una fragancia a manzana con canela me llegó hasta lo más hondo.

Ella había dicho innumerables motivos a favor de mí, contando desde el momento en el que nos conocimos: "Sus ojos, me recuerdan a una fría y escalofriante noche, desde su cabello hasta los pies. Él es diferente, su nombre; Uzumaki Naruto.  Un chico bastante raro, de mirada fría y sonrisa turbía, pero a pesar de eso. Él es distinto."

Hasta aquella ocasión en la cuál ambos fuimos castigados por salir huyendo del aula forense, sin pedir permiso." Hoy pasé la peor vergüenza de mi vida, pensaba que al fin había superado mi miedo. En cambio, no tenía en cuenta la gravedad de mi problema. Desmayarme a mitad de una práctica, me dejó como la peor de mi clase, pero afortunadamente estuvo él ahí para salvarme y bajó esa fachada de arrogante hay más de lo que podría imaginarme. Naruto Uzumaki, es totalmente diferente a cualquier otro. "

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