La Chica De La Mochila Amarilla

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Ahí estaba ella, tan fría cómo el invierno. Siempre con una mirada dura hacía la gente y una bonita sonrisa para los profesores, una chica nerd diría yo. He notado sus gruñidos cuándo me ve pasar, es divertido.

Ella es divertida.

Cree que no me doy cuenta cuándo ella hace muecas para mí persona. Ella es graciosa, con sus labios fruncidos en un puchero adorable y sus cejas arqueadas en sintonia, sus ojos destilan fuego y quiero reírme.

Siempre la noto.

Y me causa más curiosidad, tengo mis amigos. Y a muchas chicas detrás mío, pero a ella la observó. ¿Qué gano haciéndolo?

Ella acaba de golpearse con la pared, y estuve apunto de estallar en risas. Seguirla se ha vuelto mi hobby favorito.

Sí, estoy escondido entre los matorrales de la universidad. Pero es qué es tan graciosa verla, relincha y refunfuña cómo un caballo viejo. Ella no tiene que verme, es más no me nota. Está muy ocupada golpeando al aire, cómo si se encontrara alguién frente a ella, y su cabello azabache se movía al mismo tiempo. Era graciosa, su actitud.

Podría grabarla, ¿Pero no sería nada caballeroso de mi parte, verdad?

-¡Estupfheje Uzudbnd! ¡Estuhdhddj cabello! -Ella gritó entre murmullos furiosos.

La risa quedó entre mi manga roja. La carcajada quería salir, pero sería descubierto y no podía permitirme ser visto. Me agache más y ella siguió caminando, seguirla fué la tarea más sencilla. Sabía a dónde iba, la biblioteca.

Sí, ella era una ratona de libros. Siempre dispuesta a leer más de lo que podía masticar, con incontables montañas de libros, casi alzadas hasta el techo. Ella entró ajustándose el cabello detrás de sus orejas, y la mochila amarilla se quedó entre sus manos. Ella le sonrió al bibliotecario. ¿Por qué me hacía sentir furioso?

Él estúpido de Lee, le sonrió. Hombre muerto. La dejó pasar, sin rechistar y ella con un guiño lo dejó vuelto loco. Pequeña pilla.

Las montañas de libros, no tardaron. Su mesa estaba repleta de ellas, matemáticas, arquitectura, ciencias, sociales, literatura griega. ¡De todo! ¿Y por qué cojones ella leía literatura griega? ¡Ni siquiera cursaba griego! Ella sólo levantó su mochila amarilla patito, tan cegadora sobre la mesa y sacó una libreta. ¡Yo conocía esa libreta!

La "Potente" y le había apodado así, ya que contenía de todo. Hablando con todo, me refería a ¡TODO! Se rumoreaba que en esa libreta venían las respuestas de todoooos los exámenes qué podías imaginar, incluyendo notas dadas por los maestros. Yo digo que incluso en esa pequeña libreta vienen los secretos del nuevo imperio chino, ¡Dimensiones y amuletos! ¡Nuevos secretos! ¡Apostaba por su vida qué contenían magníficas cosas!

Ella leía y apuntaba, y en lo que fue media hora. Terminó docenas de libros, de pastas gruesas, delgadas, de distintos tonos y colores. ¡En treinta minutos! Esa chica sí que estaba loca, incluyéndome claro. La he estado observando leer, por media hora, sin rechistar. Solo viendo cómo cambia de hoja, mueve las cejas y frunce los labios.

Aunque sus labios, sí que se veían apetecibles. Hay que admitir eso. Rosas y suaves. Cómo los duraznos en primavera, ummm.

Ella se alejaba, se levantó de su asiento. Llevando entre sus pequeños brazos, el montón de libros que ni siquiera le dejaba ver qué había delante suyo. Parecía un pequeño mono tratando de ver detrás del cuerpo de su mamá, dando brinquitos sobre el suelo y alzando el rostro de manera cómica.

Esa chica era comedia pura.

Y ternura.

Ella iba a chocar.

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