Tournesols

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Hoy es el cumpleaños de mi amada novia Hinata. Acabamos de hacernos pareja hace unos pocos meses y siento que la amo con más intensidad que desde la vez que llegamos de la Luna.

Qué bonito suena; Mi novia.

Mi preciosa y amada novia, mi ángel y mi luz de noche. El alma más pura que he conocido en toda mi vida.

La persona con la que me gustaría pasar todos mis días. Con la que quisiera despertar y dormir a su lado. Con  la chica ideal de mis sueños.

Ella no sabe pero estoy organizando una velada sólo para ella y para mí. Una velada que espero marque nuestra felicidad y futuro.

He trabajado tanto para lograr que esta noche sea perfecta. Para que sea una noche que pueda recordar hoy y siempre.

Una velada que nuestros futuros hijos escuchen y estén orgullos de su padre.

Una magnífica.

Últimamente no la había visto en la aldea y cuándo llegaba a verla huía de ella. Sabía que sí la tenía en mis brazos sería capaz de contarle toda la verdad y la sorpresa se arruinaría.

Y no podía permitir que eso sucediera, pues sabía bien que lo que más deseaban las mujeres era una velada romántica con su pareja a la luz de las velas. Una qué recordar y de la cual hablar entre sus amigas.

Quería ver su sonrisa, su hermosa y brillante sonrisa bañada por la luz de la luna, ver sus brillantes ojos aperlados iluminados por la llamas de las velas. Oler su dulce fragancia a flores silvestres camuflados por la suave brisa otoñal. Besar sus cálidos labios y saborear su sabor tan único que solo él tenía el placer de degustar.

La extrañaba, con locura. Quería ya tenerla junto a él. Quería sentir su suave figura entre sus voluminosas manos, acariciar y llenar de mimos su fino cabello. Deleitarse con su amable y bondadosa personalidad.

Ansiaba verla.

Para mantener el misterio de la sorpresa, escribí una carta que esperaba llegará ante ella. Rogaba por qué no llegará a manos equivocadas y obstaculizará su meta. No quería que su suegro llegará a leer esa nota, pues en ese mismo instante sería su fin.

La carta se la entregué con mucho cuidado a un guardián de la mansión  Hyuga, rogándole que no se la entregará a otra persona que no fuera la misma dueña de la nota. También dándole una pequeña pero no menos hermosa flor, más bien un Girasol.

El guardia dudó por unos minutos, pero rápidamente cambió de opinión al ver mi insistencia. Le agradecí con mucha alegría prometiéndole una recompensa en mi próxima visita.

Solo quedaba que llegará el momento indicado y la Hyuga siguiera todas las pistas que la carta exponía.

Me dirigí a comprar los últimos toques de nuestra celebración. Eligiendo comprar más flores en la florería Yamanaka.

—Buenos días, cliente. —Me saludo la dueña de la florería acomodando flores en estantes, aún sin voltear a verme— ¿Viene por un pedido ya elaborado? O ¿Desea que le hagamos uno?

—Lo de mismo, Ino. —Le dije caminando por la tienda.

—¡Oh! Eres tú Naruto. —Bufó, caminando en busca de mi pedido. —Sabes si yo fuera Hinata, ya te habría mandado a volar con tantos girasoles que le obsequias. ¡Hay más flores!

—Hinata ama los girasoles, le hace recordar la presencia de Neji. —Le expliqué con una sonrisa.

—Es cosa del pasado, créeme ya pasó de moda. —Exclamó tomando otras flores haciendo un nuevo arreglo completamente diferente al que yo pedí— Agradecelo luego galán.

One Naruhina ❤ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora