17.

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Luka Couffaine

Bajé de la habitación después bañarme y cambiarme de ropa, caminé a la puerta de la casa con una maleta en mi mano y la coloqué frente a ésta. Me dirigí a la cocina, puesto que escuché el sonido de los platos y las cucharas. La miré al entrar, estaba sirviendo la comida. Puso dos copas sobre la mesa y después la botella de vino.

No vamos a celebrar nada -pensé

La verdad es que salí de esta casa con ganas de darle dos opciones a Marinette, dos opciones que ella podría elegir según su perspectiva, según su criterio, según su corazón.
Tenía dos opciones para ella: un viaje de vuelta a París, con Adrien, y uno a Australia, conmigo. Y yo me iría después, dejándole a ella los sobres con ambos pasajes de avión y 5 días para que ella decidiera a dónde ir, pero después de la caminata de hoy, después de vagar por cada rincón de este pueblito tan pequeño, entendí que a donde sea que vaya no encontraré un ángel como ella en ningún lugar. Y entonces mis planes cambiaron.

Me senté en la mesa y esperé por varios minutos hasta que ella se sentó y llenó mi copa, después la suya y empezamos a comer.

-Se ve delicioso -Dije disimulando saber su secreto

-Gracias, tardé horas preparándola

Marinette mentía en ese aspecto casi siempre, ella no sabía cocinar del todo. Así que, usualmente, ordenaba la comida y cambiaba los contenedores.
Lo descubrí una vez que llegué temprano de un concierto, me asomé por la ventana para pedirle que abriera la puerta porque olvidé mis llaves, y ella estaba sacando la comida de los recipientes del restaurante para ponerlos en unos de la casa y después llevó los de la tienda a una bolsa que estaba en el patio trasero.
Días después revisé la bolsa y había demasiadas cajas de comida china, tailandesa o mexicana que solía ordenar en el mismo restaurante y después cambiarlas de contenedores. Pero haciendo postres, ¡Dios! Ella siempre ha sido la mejor.

-Gracias -Dije y tomé el tenedor para empezar a comer

Un silencio incómodo invadió la habitación por completo, el clímax era sumamente incómodo entre nosotros.
Se podía escuchar los tenedores chocar con los platos al cortar la comida y casi podíamos escuchar el sonido de cada una de las veces que respiramos.

-¿En donde estuviste todo el día? -Dijo ella y rompió el silencio

Además, la cena estaba a punto de terminar, así que ya era momento de decirle todo.

-Visité el pueblo -Dije y llené mi copa de nuevo

Bien, ahora se viene lo bueno, Luka

-¿Por qué?

-Por qué será mi último día aquí -Respondí tranquilamente

-¿Cómo? -Dijo y dejó el tenedor sobre el plato para rellenar su copa

-Es mi último día aquí -Repetí y le extendí el pasaje de avión que saqué de uno de los bolsillos de mi sudadera- Toma, es un regalo

-¿Un pasaje de vuelta a París? -Dijo sorprendida- ¿Vamos a volver ya?

-No, sólo volverás tú -Dije y sonreí levantando la copa para llevarla a mis labios otra vez

Sólo un ayerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora