El trago (Nevra)

1.8K 91 35
                                    


Versión Corregida

Estaba en mi habitación cuando Erika llamó a la puerta. Me dijo que Miiko me estaba buscando exaustivamente, así que yo, como jefe responsable que soy, me dirigí a la sala del Cristal.


—Hola chicos —dije tras entrar.

—Hola Nev —dijo Valk.

—Hola Sanguijuela —dijo Ez.

—Hola Nevra —dijo Leiftan.

—¡NEEEEVRAAAAAAAAA! —gritó Miiko.

Después de la reunión, en la que la jefa suprema, perfecta, elocuente de la guardia me diera un sermón porque llegué tarde y porque el elfo idiota se quejó de que resequé a la mitad de su guardia, me mantuve ocupado con un centenar de cosas.

Luego me fui a la cantina a ahogar mis penas en alcohol porque, definitivamente, hoy fue un día de mierda. Enlistemos los hechos.

Primero: Me levantaron contra mi voluntad para regañarme en una reunión.Segundo: La tarde más ocupada de mi profesión. Creo corrí una maratón.Tercero: Erika... se le va a declarar a Valarian esta noche.Cuarto: ¡Ya no había vino! ¿Se vale llorar?

Resignado y con la moral por el inframundo, me senté en una mesa del fondo, procesando a toda velocidad posible para mis únicas dos neuronas concientes que era lo que más me jodía del día. La respuesta fue obvia cuando el corazón, en toda su bronca y dolor, gritó que lo estaba matando lenta y torturosamente el hecho de que a Erika le gustara un idiota de talla descomunal como Valarian —no es que yo fuera muy listo, pero el amor me vuelve complaciente y gobernado—. En respuesta mis neuronas exigieron alcohol. Exigieron inconciencia.

Al cabo de un tiempo que hasta ahora me es inexacto, el timbre de voz de Erika hizo acto de presencia. Me invitó a salir a la playa para gastar las pocas horas de miércoles que quedaban en la compañía del otro, charlando y bebiendo. Accedí sin pensarlo, mis neuronas no querían trabajar.

La seguí en silencio hasta la playa. Ante mis ojos se exhibía un mantel a cuadros rojos y blancos con comida, velas y lo que parecía ser sangría sobre él.

—¿Y esto? —pregunté un tanto incrédulo.

—Sé que no tuviste un muy buen día, por no decir pésimo, así que quería subirte un poco la moral —dijo con una inocencia y bondad transformada en sonrisa. Esto mismo me llegó al alma, así que gustoso me senté en la manta. Al ver que ella no me hacía compañía dí unas palmaditas al trozo de tela a mí lado y abrí los brazos para que ella se acurrucara en ellos.

—Y... ¿Cómo te fue en tu declaración? —pregunté cuando ella se acomodaba plácidamente sobre mí.

—Aún no lo hice... —contestó en un suspiro. Hasta entonces un leve susurro me decía que tal vez, solo tal vez, la habían rechazado y buscaba consuelo en mi persona, pero no, ni siquiera se había confesado con su amor aún.

—¿Por qué? —. En este punto de la historia, considero seriamente que es una sádica que sabe que me gusta y goza de torturame.

—Solo no es el momento —dijo evitando mi duda —¿Comemos? —preguntó con los labios tensos. Accedí sin agregar nada.

El disimulo, a pesar de ser parte diaria de mi trabajo, no fue mi fuerte esa noche. Las manos tensas acogieron en ellas un sándwich y un vaso de sangría. La molestia me invadía ¿Por qué no se había declarado aún?

—Umm... Nev... —habló suavemente

—Dime —dije mientras metía el sándwich dentro de mi boca.

One Shots de EldaryaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora