El tejado (Valkyon)

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Versión Corregida


Tras el último ataque al C.G hubieron muchísimas bajas, y entre ellas se encontraba el tejado de la habitación de nuestro líder de Obsidiana. Y digo que era una baja solo para no decir que el 

pobre ya no tenía tejado.

Valkyon, esclavo de sus ya desbordantes responsabilidades, se negaba a dormir a la intemperie; así que no le quedó de otra más que subirse a arreglar su inexistente techo.

Durante este para nada placentero trabajo, Valkyon pisó una de las pocas partes sobrevivientes de lo que hace rato intentaba reparar ¿Lo malo? Que al estar floja lo hizo perder el equilibrio y cayó cinco pisos a la velocidad con la Ezarel se baja un tarro de miel.

El impacto contra el suelo fue importante, ya que tras varios segundos de insesante dolor se desmayó.

Cuando la humana, actual novia del jefe de Obsidiana, se enteró de lo ocurrido, no tardó en correr a la enfermería impulsada completamente por la angustia de que le ocurriera algo al hombre que, por varios meses, le ha robado el sueño —o que ha sido su sueño—.

Entrando en la enfermería, pudo ver a Ewelïn aplicando algún que otro bálsamo y vendas en heridas pequeñas del brazo del pajarito que no supo volar.

—¿¡Cómo está!? —preguntó al verlo inconciente.


—Está bien y vivo. Créeme, ha pasado por cosas peores; se repondrá pronto —. Un suspiro de alivio abandonó los labios de Erika, quién se sostuvo el pecho para sentir esa paz cegadora de saber que su amado pronto estará bien. Se sentó a su lado a esperar con paciencia su despertar. Necesitaba estar ahí cuando eso sucediera.


N/A: no sé cuantas leyes de la física y de la anatomía humana/faery/antropomórfica acabo de romper, pero Valkyon, me debes tus huesos hijo de puta.

Debían de ser pasada las doce de la noche cuando Valkyon al fin estuvo en condiciones de despertar. Le costó unos segundos y varios parpadeos ser conciente de dónde estaba y quién estaba a su lado sosteniendo firme su mano. La contempló durante ratos eternos para lo que un mirar común refiere, analizó su cabello salvaje y desarreglado, su piel crema y ojos cerrados, vio por primera vez ese indicio de que, dentro de poco, las ojeras del cansancio gobernarían su rostro.

Su exaustiva observación duró unos cuantos segundos más, hasta que decidió que era hora de despertarla, de decirle que ya estaba bien y que podía ir a dormir a su habitación.

—Pssssttt... cariño... —susurró con la intención de hablar más alto, pero la debilidad que ahora poseía no le permitía algo mayor que ese hilo ronco de voz. No se reconoció.

—¿Mmm? —pronunció ella a la vez que, poco a poco, abría los ojos. Cuando reaccionó lo que estaba ocurriendo no pudo disimular el alivio y alegría en su mirar. —¡Valkyon —exclamó, y cuando iba a apresurarse a abrazarlo se aferró de la silla, intentando controlar su impulso de idiotez de saltar a los brazos de Yayo el pájaro manco y hacerle aún más daño.

Al entender lo que ella quería hacer y por qué se detuvo, Valkyon abrió amplio los brazos y le dedicó la más ancha sonrisa. Erika se acercó despacio y lo estrechó con firmeza.

—Yo también te extrañé —dijo Valk en el único volúmen de voz que ahora tenía habilitado: un susurro, para luego dejarle un beso en la coronilla. Erika soltó una risita al escucharle decir eso, porque ella no solo lo extrañó, sino que estaba muy preocupada.

One Shots de EldaryaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora