Urgencias Femeninas (Nevra)

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El vampiro de negros cabellos estaba haciendo el papeleo de una misión reciente que había tenido, con la obvia supervisión de su jefa de guardia y mentora; una mujer-gato de pelo violáceo, baja estatura, piel blanca y que, para ser jefa de la guardia Sombra, vestía en tonos muy claros y muy pasteles.

Cuando estaba escribiendo: «los nómades, ante el descubrimiento de esta información por parte de la guardia, adquirieron una actitud más hostil y menos hospitalaria que al inicio» un olor sutil comenzó a inundar sus narinas. Olor a sangre.

En el momento que el chico se percató de dicha fragancia comenzó a olfatear el aire vívidamente, intentando encontrar el origen de lo que ahora molestaba a sus quimiorreceptores. Su jefa, que comenzaba a conocer sus mañas, encaró una ceja, pero lo dejó olfatear otro rato más, hasta que nuestro joven vampiro se paró.

-¿Qué tanto hueles, Nevra? -preguntó seria, casi molesta, con los brazos cruzados.

-Sangre -contestó él. La mujer se sorprendió, luego sus facciones se endurecieron, volviendo notable su preocupación.

-¿Dónde? -preguntó.

-Eso intento saber -contestó Nevra.

El chico salió de la biblioteca con su jefa pisándole los talones. Parecía un sabueso o un perro busca drogas, inhalando y analizando cada partícula de aire que entraba en su nariz.

El olor los llevó hasta una de las habitaciones de los habitantes del C.G, una que ambos conocían muy bien.

El horror recorrió toda su espina dorsal, tensándolo al instante. Era la habitación de su hermana.

Abrió la puerta de golpe, analizando la estancia como si fuera un escáner. A los pocos segundos sus ojos se posaron en Karenn. Estaba sentada en la cama, limpiando la sangre que escurría por sus muslos.

-¿¡Qué te ocurrió!? -exclamó en pánico. La sola idea de que su hermana tenga un rasguño le detenía el pulso.

-N... no sé, yo solo estaba leyendo cuando sentí la sangre salir de... de... -le respondió como pudo la joven de 13.

Nevra levantó la falda negra, pero se sorprendió al no detectar heridas y ver la ropa íntima de su hermana con una gran mancha escarlata.

-Oh... vale... No te preocupes, ya he entendido -dijo Nev a la vez que se rascaba la nariz y acomodaba la ropa de su hermana, que estaba por romper en llanto. -Disculpe jefa... ¿Nos podría dejar solos un momento?

La mujer asintió y cerró la puerta, dejando a nuestros vampiros en el silencio único que solo pueden tener dos hermanos que se aman demasiado, ese tipo de silencios que se pelea entre explicarte todo porque sabe que no tienes la culpa o gritarte «AY BABOSA, ME ASUSTAS».

Para nuestra fortuna, Nevra esta vez fue sabio antes que apurado y procedió explicar brevemente a Karenn lo que le estaba ocurriendo a su cuerpo.

-Ammm... ¿Quieres ducharte? -le preguntó al ver su obvia vergüenza e incomodidad. Evidentemente, ella dijo que sí.

Se sacó la falda y cambió su ropa interior, para tomar otro cambio de ropa e irse veloz a las duchas.

Nevra, por mientras, fue a la cocina y dejó hirviendo una gran caldera de agua. Luego fue a buscar un recipiente lo suficientemente grande como para poner la ropa de su hermana -por fortuna las sábanas estaban intactas-, al encontrarlo lo llevó al cuarto y depositó en el suelo para colocarla dentro. Después de un rato volvió con la caldera y volcó su contenido, haciendo que la sangre fresca de la falda y ropa interior saliera y manchara el agua pura, tiñiéndola de carmín.

One Shots de EldaryaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora