Capitulo 9

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P*to el que lo lea.

Agache la cabeza tímida, sonrojada, contenta de que él no pudiera verme bien en la oscuridad, Sus brazos me estrecharon y él metió mi cabeza bajo su barbilla.

—¿Estas bien?

Asentí contra su pecho, estaba muy bien. Nunca me había sentido tan bien en toda mi vida, me acurruque mejor entre sus brazos amando la sensación de seguridad que tenía, estando allí. Levante el rostro, acercando los labios a su oreja.

—¿Donde esta Peter?

Shawn se tensó ligeramente pero continúo acariciándome la espalda.

—Se fue a su habitación —dijo quietamente

—¿Por qué?.-Shawn miro fijamente el techo

—No duerme bien, tiene pesadillas. No quiere que lo escuchemos.

Me sentí preocupada. Había visto el tormento en los ojos de Peter pero, ¿que podía ser tan malo para aterrarlo hasta en los sueños?

—Peter volvió de Irak hace o poco más de un año, pertenecía a las Fuerzas Especiales. Fue capturado detrás de líneas enemigas, estuvo preso durante varias semanas, antes de que nuestros hombres lo rescataran. No ha sido el mismo desde entonces.

—¿Que paso?— pregunte con horror, con miedo de saber todo lo que había soportado.-Shawn suspiro.

—Desearía saberlo, no quiere hablar sobre ello.

—¿Van a callarse para que pueda dormir?—exigió Raul, la voz era amortiguada por la almohada.-Reí y le di un codazo.

Parecía tan natural estar en la cama con dos hombres, confortable, fácil, sin apremios.

Raul se dio la vuelta y deslizó el brazo por encima de mi cuerpo.

—Estoy contento de que no te hemos matado.-Sonreí.

—Pero qué modo de morir

—Ven acurrúcate en mis brazos, Shawn te tuvo toda la noche.-Se quejó.

Solté una risa pero lo abrace y recosté la cabeza en su tórax.

—Ahora cierra los ojos y vuelve a dormir.-Me pidió.

Cerré los ojos, maravillada de la dicha que sentía.

Cuando desperté, la luz del sol entraba por la ventana, casi cegándome, mientras abría los ojos. Estaba sola en la cama, cosa que me decepciono, lo admito.

Un rápido vistazo al reloj me dijo porque estaba sola. Eran casi las nueve.

Me flexione, estirando el cuerpo. Me sentía adolorida, pero increíblemente bien. Saque las piernas fuera de la cama, gimiendo cuando los músculos protestaron.

Empecé a buscar una toalla para cubrirme y entonces me rio de la absurda idea. Por el contrario, camine desnuda hasta el baño. La idea de un largo baño caliente sonaba como el cielo.

Los Trillizos MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora