-Nueve-

999 102 8
                                    

Tenía miedo.

Demasiado, las manos me temblaban; observaba a cada lado para averiguar quien estaba mirándome.

O quienes...

Necesitaba ir a ese baile; debía cuidar a Beth de alguna forma u otra pero...sería un poco humillante llegar sola.

Aunque a estas alturas ¿qué más daba si iba sola? La vida de mi amiga podía estar en peligro.

Salí de la habitación caminando entre los pasillos; casi no había gente. Supuse que era porque todos estaban ocupados preparándose para la noche.

Incluso me percaté de las decoraciones que había en el lugar, pero hubo algo en especial que llamo mi atención.

Rosas.

Había varias rosas decorando el lugar, no era nada en especial pero me hizo recordar aquella vez que dejaron una igual a esas fuera de la puerta.

¿A quien le gustaban tanto las rosas que decidió decorarlo así?

La pregunta me causo tanta intriga que se junto a uno más de las razones por las cuales necesitaba acudir al baile.

—¿Que haces parada de esa manera?

Su voz resonó en mi cabeza.

Siempre tan ronca, tan intimidante.

—Solo estaba mirando...

—¿Las rosas?

Rápidamente me giré a observarlo.

Steve también parecía estar viéndolas.

—...es raro, pero de alguna forma también han llamado mi atención. Alguien ha estado molestándome con ellas.—contesto.

No pude evitar reír.—¿Que coincidencia no? ¿Como se que no me estás mintiendo y qué no eres tú el que está detrás de todo esto?

—¿De que me serviría mentir?

—No se, tal vez para excusarte y que no piense que eres tú.

Ahora fue él quien río.—¿Y quien me dice a mi que quien miente no eres tú?

Ash, él siempre sabía como voltear la situación.

—Al parecer estamos igual.—confesé.

—Y creo que...también tenemos el mismo objetivo.

—¿De que hablas?

—¿Te da curiosidad quien decoro así no? ¿O qué pistas puedas encontrar en el baile?

No dije nada; solo me limité a observarlo.

—...bueno, puede que al fin de cuentas si podamos relacionarnos.

—No te entiendo.

—Ayúdame y te ayudaré a encontrar quien está detrás de esto.

Sonreí burlonamente.

—¿Me estás pidiendo ayuda? ¿No eras tú quien decía que no éramos amigos?

—Y no lo somos...—agregó.—solo que, creo que juntos será más fácil.

—¿Entonces solo estás acercándote a mi por conveniencia?

—Tómalo como quieras. ¿Aceptas o no?

—¿Como podríamos ayudarnos?

—Para empezar...—miró el reloj que tenía puesto en su muñeca.—pasaré a tu habitación por ti a las 8.

SteveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora