Capítulo 5: Deseo Culposo.

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Los días pasaban y junto con ellos, el resultado de los análisis que Emilia se había hecho días atrás.

Claudio dejó a sus hijos en el colegio, mientras Emilia se dirigía a una reunión para conseguir nuevos socios.

Emilia salió de la reunión cansada, sus pies le dolían mucho- ¿cómo estás?- preguntó Machu besando su cabeza.

Emilia suspiró y se sentó en uno de los enormes sillones de la oficina- normal- dijo con una corta sonrisa- ¿tú?

Machu sacó una sonrisa- se cumplió el deseo de Gabriel- dijo riendo- serás tía de nuevo- dijo con una sonrisa.

Emilia abrazó a su hermana feliz- wow- dijo acariciando su vientre- ¿ya sabe León?

Machu negó con la cabeza- les diré hoy a los hombrecitos de mi vida- dijo con una sonrisa- estoy muy contenta por lo que se viene, aunque con Gabri, que ya es mayor...

Emilia acarició su mano- será el más feliz- dijo con una sonrisa- felicidades hermanita- dijo abrazándola.

- Bueno ya- dijo Machu separándose de ella- a trabajar señorita Meyer.

Emilia rodó los ojos- cállate Rubio- dijo molestando a su hermana.

Claudio saludó a su madre con un tierno beso en la mejilla, mientras ella soltaba un par de lágrimas, sinceramente, había echado de menos a sus hijos, aunque Kevin no estaba ahí, sentía ganas de verlo.

- Te eché de menos- dijo el argentino mirándola- ¿como estás?

Rosario suspiró- bien- dijo mirándolo- cada vez estás más grande.

Claudio sacó una sonrisa- ya crecí mamá- dijo abrazándola- vos estás re linda.

Rosario besó su mejilla- señora, la señorita De Haro ya está en la sala- dijo la amable secretaria con una sonrisa.

- Te presentaré a tu nueva ayudante- dijo Rosario con una sonrisa- te ayudará en la empresa.

Claudio entró tras su madre y la joven se puso en pie, llevaba un hermoso traje color blanco, que se ajustaba a su cuerpo, su pelo rubio caía por sus hombros y lucía bien peinado.

Sus tacones resonaron en toda la sala de juntas, y con delicadeza y sensualidad, besó la mejilla de Claudio, haciendo que el argentino sintiera un escalofrío.

- Buenos días señora Meyer- dijo la mexicana amable.

- Rosario- dijo con una sonrisa- él es Claudio, mi hijo mayor.

- Un gusto- dijo el argentino con una sonrisa- usted debe ser la señorita De Haro.

- Antonia- dijo con una sonrisa- podemos tutearnos.

Claudio asintió con la cabeza, Rosario salió de la sala y les dejó a solas, mientras hablaban sobre el capital de la empresa, los nuevos proyectos, socios y todo lo que se venía ahora que ellos estarían al cargo de la empresa.

- Entonces- dijo Antonia bebiendo de su café- casado, ¿cierto?- preguntó señalando su mano.

Claudio miró su anillo de boda y sacó una sonrisa- casado y con hijos.

Antonia abrió los ojos- vaya- dijo riendo- deben ser tu alegría.

- Mi familia lo es todo- dijo feliz- mi esposa es maravillosa.

Antonia apretó los labios y sacó una sonrisa fingida- ojalá pueda conocerla pronto.

Claudio miraba atento los hermosos ojos azules de Antonia, eran realmente enganchadores y sentía ganas de besar sus labios color carmesí, sacudió la cabeza ante este pensamiento, nunca había sentido nada de eso, sólo lo sentía con su esposa, y eso estaba mal.

Te Daría TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora