Capítulo 10: Viejos Amigos.

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Claudio removió su mano para buscar a su esposa, pero no había nadie en su cama excepto él.

Se levantó y sintió raro ya que toda la casa estaba en silencio, era temprano, por lo que era raro que sus hijos y sus sobrinos, no hicieran ruido.

Buscó por toda la casa, pero se la encontró vacía, entró a la cocina y vio una bandeja con algo de fruta picada, jugo de naranja y unas tostadas-  “estaremos en la playa amor, dejé que durmieras después de la noche picantona… Te veo allí guapo, te amo”- leyó en una pequeña nota, con una sonrisa comió todo lo que había y subió a cambiarse.

Claudio estaba con unos lentes de sol y con una sonrisa que derretía a cualquiera, a pesar de sus 32 años, no se consideraba tan mayor y eso, quería seguir demostrando, su juventud al lado de su esposa de 28 con la que había formado una hermosa familia.

- Papi- gritó Analia corriendo a los brazos de su padre- tardaste mucho en venir- dijo ya en sus brazos.

- Ya llegó papi- dijo con una sonrisa- usted señorita está llena de arena- dijo riendo.

Analia levantó una ceja y se cruzó de brazos- ¿por qué te miran mucho?- preguntó seria.

Claudio sacó una sonrisa- ¿quién me mira?

Analia rodó los ojos- unas chavas- dijo seria y sacó la lengua- es mi padre- gritó la pelinegra enfadada.

Claudio soltó una carcajada y besó la frente de su hija- vamos con todos- dijo caminando hacia los demás.

- Amor- dijo Emilia besando su mejilla- ¿cómo dormiste?

Claudio besó el cuello de su esposa- genial, como siempre que duermo con vos- dijo con una sonrisa- o eso intentamos.

Emilia se sonrojó- ya Claudio- dijo con una sonrisa- ponme crema- dijo dándole la vuelta y desabrochando el cierre del traje de baño.

Claudio tragó saliva, su hija salió corriendo con sus primos y Claudio cogió con algo de torpez la crema solar.

Con cuidado y delicadeza colocó la crema sobre la espalda desnuda de su mujer, su piel era suave y brillaba a la luz del sol, era blanca y con delicadeza depositó un tierno beso sobre su hombro.

Claudio amaba tanto a su esposa, amaba verla como madre, como mujer y la amaba como era ella siempre, su cuerpo frente a él era irresistible- iré al mar- dijo con dificultad.

Emilia levantó la cabeza y soltó una carcajada- hombre debías de ser.

Claudio besó con fuerza a su esposa y se metió al mar, junto con sus sobrinos e hijos.

Emilia se sentó sobre la tumbona y sacó una sonrisa al ver a su esposo jugar con sus hijos, esa imagen era la más bonita de todas, le hacía tan feliz haber escogido tan bien el padre de sus hijos- miren mis tobillos- dijo Machu gritando interrumpiendo sus pensamientos.

Emilia miró por encima de sus lentes- ¿que tienen?

Machu resopló- se ven enormes- dijo acostándose a su lado.

- No tienes muchas semanas intensa- dijo Emilia riendo- oye Kei, ¿por qué tan callada?

Keiko apartó su libro y suspiró- estuve pensando en lo del otro día- dijo seria- ustedes están embarazadas y tienen una hermosa familia- suspiró- tengo miedo de que Ulises me deje porque no puedo tener más hijos- dijo triste.

Emilia la miró con una corta sonrisa- si mi hermano hace eso, juro que le corto su pajarito- amenazó la mexicana riendo- Kei, mi hermano está loco por ti.

Te Daría TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora