Capitulo 4

868 71 2
                                    

No aguanté mucho tiempo. Llegué a mi lugar de origen, donde conocí a Steven, donde volví a nacer una vez mas. Todo estaba distinto, mi casa estaba donde estuvo la primera vez. No me pude creer cuando vi a ese hombre lobo enfrente mio, tomando una copa con amigos, feliz mientras Steven estaba muerto. Me acerqué a él buscando pelea solamente para poder matarlo o que él me mate a mi, para poder estar con Steven.

-¿Nos conocemos?- sonrió acariciando mi cabello.

-¿No me recuerdas?

-Recordaría una cara tan bonita como la tuya.

-Hay mucho ruido aquí ¿salgamos?

El hombre que había matado a el amor de mi vida se encontraba al frente mio, los dos solos y lo único que se me pasaba por la cabeza eran las miles de formas que podría hacerle para que sufriera.

-¿En verdad no me recuerdas?

-Se que eres una vampiro.

-Una vampiro muy enojada- sonreí. Golpeé su cabeza dejándolo inconsciente.

Lo llevé a un edificio abandonado que había por ahí cerca, lo até con cadenas de plata y lo dejé ahí durmiendo hasta que despertara.

-Cariño- sonrió con su sangre entre los dientes, del golpe que le di- esperaba que me dieras tu número primero.

-Mataste a mi novio.

-Ah- cerró los ojos arrepintiéndose- es por eso.

-¿Te acuerdas? Me dejaste sola.

-No podía controlarme, cuando la luna se refleja en mi... me domina mi animal. Su instinto natural es matar a los repugnantes vampiros.

-¿Crees que eso resucitará a mi novio? No.

-¿Y torturarme, lo resucitará?

-No- sonreí- pero si matarte.

-No creo en esa leyenda.

-Hoy probaré si es verdad.

-¿No te remorderá la conciencia hacerlo?

-Creo que me aguantaré un poco- sonreí.

-¿Tu humanidad? La apagaste.

-No lo creo- sonreí.

-Uno no se da cuenta.

-¿Qué se le va a hacer?

Agarré un cuchillo de plata y se lo clavé en la mano.

-¿Sabes?- reí- hace mucho años me torturaron en este mismo edificio.

-No me extraña que te torturaran.

-Querían mis poderes o por venganza. Ya ni me acuerdo.

Cogí otro cuchillo y se lo clavé en la otra mano, luego otro en una pierna y luego en la otra. Parecía extraño pero disfrutaba ver el sufrimiento reflejado en sus lágrimas y sus gritos.

-No veas lo divertido que es esto.

-Me lo imagino- sonrió.

Saqué el cuchillo de una de sus piernas y se lo clavé en el estómago, su sangre recorría todos sus abdominales y seguidamente caían al suelo dejando un charco enorme de sangre.

Veía como su cara se retorcía de dolor y como ya no le quedaban lágrimas para llorar o voz para gritar. Su respiración se estaba agotando cada vez mas dejándolo en un leve suspiro para aún que sea coger un poco de aire.

Recuerdos del único amor II: En la boca del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora