Capitulo 19

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Ya había pasado una semana desde que dejamos de seguir los pasos de Tomás, solo desaparecimos y volvimos a mi departamento. En las noticias cada vez aparecían mas revelaciones de cadáveres nuevos que iba dejando por ahí Tomás sin ningún motivo, intentaba no ver mas noticias porque solo me recordaba que el Tomás del cual estaba enamorada había desaparecido por completo, él y sus sentimientos. Era el cumpleaños de Tomás y no dejaba de pensar que hubiera pasado si le hubiera elegido a él en vez de a Jaison.

Me encontraba tumbada en mi cama, observando el techo intentando separarme de mi conciencia, o esperando que el techo me diera alguna respuesta a mis preguntas y problemas. Por la puerta entró Tomás sin camisa como si fuera normal para él estar así, me paré y fui a abrazarlo, seguido de un beso.

-No sabía que ibas a tardar tanto- sonreí mientras le entrelazaba con mis brazos.

-No sabía que me estabas esperando- me besó.

-Feliz cumpleaños- le devolví el beso.

-¿Cómo lo sabes?

-Me lo dijo tu hermana.

-Di me- soltó una mirada pícara- ¿cuántos años tienes tú?

-Mas de doscientos.

-Creo que algún día te voy a alcanzar- rió.

-Claro “Don aún tengo veinte años”

-Me falta cada vez menos para llegar a doscientos. Ahora soy inmortal.

-Lo que tu digas -sonreí.

Un ruido me hizo volver a la normalidad a la cual no quería volver. Me desperté de mi sueño soñado con los chasquidos de los dedos de Jaison frente a mis ojos.

-¿Te encuentras bien?

-Si.

-¿Es por qué es su cumpleaños?

-Es porque desearía pasarlo junto a él- observé su rostro lleno de celos- y junto a ti.

-Es mi hermano, yo quisiera estar con él este día mas que nunca.

-Lo entiendo.

Salió por la puerta hasta llegar al salón. Me asomé para ver que iba a hacer, abrió la puerta para encontrarse con un hombre desconocido que llevaba unas rosas en la mano y una carta.

-¿Judit?- preguntó.

-Aquí- llegué junto a la puerta en menos de un segundo.

-Esto es para ti- me entregó las rosas y la carta- firma aquí- señaló- ahí y...- sonrió- ahí.

-Gracias.

El hombre se fue y me quedé otra vez sola con Jaison, solo me concentraba en abrir la carta y observar las rosas sin fijarme en como Jaison fruncía el ceño enojado por recibir rosas de alguien que no fuera él.

Gracias por Felicitarme. Saludos a mi hermano”

-Tomás...-miré a Jaison aterrada.

-¿Tomás? -tomó la carta y comenzó a leerla detenidamente, palabra por palabra.

-¿Está aquí?

-Eso parece.

-Eso me aterra.

Me miró confundido unos segundos hasta que comprendió a lo que me estaba refiriendo. De pronto sonó la puerta, pensé que era el cartero que se le había olvidado que firmara una cosa o se había equivocado, sinceramente, deseaba que fuera lo segundo.

Recuerdos del único amor II: En la boca del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora