Capitulo 15

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Me estaba acostumbrando a pasar tiempo con Tomás, empezaba sentirme cada vez mejor y comprender por lo que él estaba pasando en ese momento, estaba confundido por lo que le había echo, pero en el fondo sabía que le iba a perdonar tarde o temprano. Quería perdonarle, quería cada segundo que pensaba en él, que le veía, que le recordaba pero entonces venía ese recuerdo de su traición y todo desaparece, como si por arte de magia todo se hubiera esfumado. Desde que se acurrucó conmigo en la cama no le volví a ver, no respondía a mis mensajes, a mis llamados ni siquiera se encontraba en su departamento cuando le iba a buscar, me estaba evitando pero no sabía muy bien por qué. ¿Qué hice de malo? Yo debería ser quien le ignore, no él a mi.

Lo intenté otra vez, fui a el departamento de Jaison y sus hermanos. Toqué la puerta.

-¿Judit?- miró a sus lados- ¿qué haces aquí?

-Busco a Tomás.

-Él se fue hace unos días.

-¿Dónde se fue?

-Lo siento- pausó- me mandó que no te digiera nada.

-Vamos Anne ¿y Jaison?

-Adentro.

-¿Puedo pasar?

-Pasa- se hizo a un lado.

Pasé por su lado dirigiéndome a la habitación de Jaison, él estaba acostado en su cama escuchando música con el celular en las manos. Me acerqué a él y le saqué el auricular de los oídos.

-¿Qué te ocurre?- pausó y cambió cara de enojo al ver que era yo y que estaba aún mas enojada.

-¿Dónde está Tomás?

-Se fue Judit.

-Eso lo se pero ¿dónde?

-Se fue- repitió.

-¿Dónde está?- pausé- no lo volveré a repetir.

-No puedo...

-Jaison- le levanté de la cama cogiéndole por la camiseta- es la última oportunidad.

-Ven conmigo.

Agarró su chaqueta, salió por la puerta bajó hasta el portal. Yo iba atrás con cara de enojo. Llegó hasta su coche, me abrió la puerta y le miré con tono de pregunta.

-¿Confías en mi?- respondió a mi cara con otra pregunta.

-¿Tengo opción?

-No te voy a mentir. Eso dolió- pausó- y no, si quieres ver le no hay opción.

Me subí al coche intentando relajarme un poco. Estuvimos viajando dos o tres horas en completo silencio, sin pronunciar ni una sola palabra sobre Tomás, de nada. Después de un largo tiempo por fin llegamos a una ciudad perdida en medio de la nada.

-Llegamos- me abrió la puerta.

-¿Qué es esto Jaison?

-¿Quieres ver a Tomás?

-Si.

-Entonces tendrás que confiar en mi- miró el suelo.

-Lo hago- pausé- siempre lo haré. Siento lo de antes, estaba enojada.

-No importa.

Le seguí hasta un enorme y largo edificio, se paró frente el portal y tocó el departamento 18. Una voz desconocida y con ningún parecido a la de Tomás contestó. Jaison solo dijo una palabra “Tomás” y entonces nos dejaron pasar.

-¿Qué fue eso?

-Una clave- sonrió.

-Muy bien- seguí andando hasta que Jaison puso su mano frente a mi impidiendo me el paso- ¿qué te ocurre?

Recuerdos del único amor II: En la boca del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora