27. Lo extraño.

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No pude ni siquiera responder al gesto, estaba anonadado por su actuar pero él pareció no notarlo. 

Se alejó distraídamente de mí y se sentó en la banqueta de junto antes de tirar su mano en busca de una tostada. 

—Me asusté cuando no te vi allí —murmuró con suavidad.

—Traté... —carraspeé con disimulo para recuperar mi voz y continué —traté de despertarte pero te veías muy lindo durmiendo así que lo dejé.

—Tus padrinos van a pensar que soy un vago —se quejó dándome una mala mirada porque seguramente sabía del comentario que saldría de mi boca.

—¿No lo eres?

—Idiota.

—También te quiero —reí poniéndome de pie para ir por agua caliente para su té. Él sacó su lengua pero no pudo evitar sonreír. —Oye, Barb quiere presentarle mi novio a su amiga.

—¿Qué novio? —consultó inocentemente repasando mi frase hasta que el rojo subió desde su cuello hasta sus mejillas. —Tú les dijiste que...

—¿De verdad crees que esa mujer escucha algo de lo que digo?

—¡Está todo listo! —exclamó ella ingresando de nuevo a la cocina provocándonos un respingo. —Lo lamento... Buenos días Milo.

—Buenos días —saludó políticamente.

—¿Ya te digo Nash? Mañana iremos de Picnic con mis amigas y sus niños, luego del colegio —continuó alegremente. —Habrá sol y queremos aprovechar el día ¿Qué dices?

—¿Acaso le estás dando opción Barb? —suspiré y ella sonrió aún más grande.

—Puedes no ir si no quieres, es sólo que Betty se mostró tan entusiasmada al contarle de la visita de ustedes dos muchachos, que no quiero romperle el corazón —insistió poniendo la cara más triste que había visto en todo ese tiempo.

—Esta bien, no es como si tuviera que hacer otra cosa —respondió Milo tímido. Vi su cara de sorpresa cuando la mujer se abalanzó sobre él para apretarlo en un fuerte abrazo y comenzara a llenar su cabello de melozos besos.

La miré de mala manera, ella estaba sobreexagerando y no culparía a Milo si la apartara de mala manera. Claro que él no estaba dispuesto a hacer mucho, estaba estático, sin saber bien qué hacer.

—Okay, es suficiente —aseguré arrimándome a ellos para cortar el gesto.

Ella me miró divertidamente y nos dio la espalda para ir a buscar más tostadas. Milo cortó el contacto conmigo y sonrió con pesadez.


Luego del almuerzo salimos a pasear, Barb nos había prestado su vehículo por lo que pudimos alejarnos de la ciudad y recorrer lugares que solía frecuentar cuando era un adolescente. Afortunadamente el día mejoró y por la tarde hubo periodos de sol lo que subió la temperatura unos grados más.

 Milo había llevado su teléfono y tomó unas cuantas fotos, incluso me pidió que nos tomemos algunas juntos haciendo muecas estúpidas. Creo que no pudimos tomar ni una en donde saliéramos serios.

Ese día él no tomó mi mano a pesar de utilizar el mismo truco de rozar "descuidadamente" la mía con la suya. Quise preguntarle el porqué, pero supongo que tenía que ver con el hecho de estar en un lugar donde podíamos cruzarnos a Barb o Lance. Claro que no aguantó demasiado nuestras distancia, y en cuanto nos sentamos, se acomodó en mi hombro y buscó mi mano.

No podía descifrar si aquello estaba bien o no. No quería siquiera hacerlo, porque se sentía bien y no quería pensar en lo que podía llegar a ser o en lo que no sucedería. Barb tenía razón en eso, ese era mi presente y aunque supiera que me encontraba en una burbuja en ese momento, una que quizás se rompería unas semanas más adelante, quería disfrutarlo.

Temporal: Presente FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora