42. Alucinación.

1.3K 148 51
                                    


Sostuve su rostro con fuerzas y entremezclé mis labios con los suyos con desesperación. Lo estaba forzando, lo sabía, pero necesitaba aquello en ese momento.

Empujé suavemente su cuerpo hasta que chocamos contra una pared y presioné mi cuerpo contra el suyo mientras mi boca, literalmente, devoraba la suya.

—Nash —jadeo intentando poner distancia con sus manos pegadas en mi pecho.

Mi respiración era pesada y podía sentir que la suya también, quería dejarlo, sabía que lo estaba obligando, pero no podía parar.

—Lo lamento —asegure separándome de sus labios para ir a su cuello.

—Está bien, Nash, pero espera... —suplicó mientras sentía su pecho subir y bajar con fuerzas contra el mío. —Espera por favor...

—No puedo esperar, te escaparas si te suelto ahora —me lamenté arrastrando mis palabras. Apoyé mi frente en su hombro y aflojé la presión. —Lo lamento...

—Oye —dijo tranquilo apoyando sus manos en mi cintura. —Estás muy borracho ¿No?

—Bastante —respondí llevando mi nariz a su cuello para aspirar su aroma. —No debiste venir Milo...

—¿Por qué? —consultó interesado.

—Porque estoy ebrio... y te extraño.

—Oh... tan lindo Nash —rió melodiosamente separándose de mi para tomar mi rostro entre sus manos. Miro mis labios unos cortos segundos y se sonrojó, como antes, cuando lo nuestro (sea lo que sea) recién empezaba.

—En serio, en serio, quiero besarte...

—¿Para que luego hagas como si no te acordaras? —consultó divertido. Lo miré y negué. Nunca negaría nada de lo que pasara o no entre nosotros. —Nash ¿Esto no te recuerda a nada?

Lo reflexioné un poco y sonreí dándole un asentimiento. Una azotea, yo ebrio, un tipo guapo.

—Claro que sí, pero ahora tengo mi propia casa y tú eres más lindo que ese tipo... ¿Eres más lindo no? —consulté y él rió con fuerzas soltando mi rostro para apoyarse en mi pecho y abrazarme con fuerzas. —Seguro eres más lindo.

—¿Cuán ebrio estás Nash?

—Bastante —repetí y fue él quien buscó mis labios esa vez. Pero fue un beso más tranquilo, más deseado, más caliente.

Cruzó sus brazos por encima de mis hombros y me acercó a su cuerpo mientras mis manos se sujetaban suavemente en su trasero. Bajé mis labios a su cuello y lo besé con suavidad, con calma, succionando lo justo y necesario como para no dejar una marca, aunque eso fuera lo único que quería hacer.

Él buscó mis labios otra vez y tiró para estar aún más cerca. Jadeo mi nombre cuando rocé su entrepierna y le hice notar que no era el único que deseaba en ese momento.

—Te extraño tanto Milo —aseguré apoyando mi frente en la suya para poder recuperar un poco la respiración. —En serio, no creí que fuera tanto hasta ahora que estás aquí, conmigo.

—Mañana no recordarás esto.

—¿Cómo esa noche en el departamento cuando nos tocamos en la ducha Milo? —consulté con molestia. —Recordaré, lo prometo. ¿Qué hay de ti?

—No tomé nada hoy Nash, no seas estúpido.

—¿Por qué no me odias? ¿Por qué no estás enojado por todo lo que dije?

—¿Quién dijo que no estoy enojado? —quiso saber con voz burlona.

—Bueno, me acabas de besar ¿No?

Temporal: Presente FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora