9. Cara a Cara

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Pasó un rato más en el que apenas y hablamos. Yo me había acomodado aún más en su hombro y apenas podía seguirle el ritmo con las bebidas, aunque él parecía creer que yo estaba bebiendo a su par. Sí, yo estaba ebrio, pero él me superaba en creces. Lo supe aún más cuando admitió abiertamente que quizás yo no le disgustaba del todo.

—No eres tan malo después de todo —dijo. —Debimos haber tenido una especie de reunión como esta, algún tiempo atrás.

—Yo sólo estaba celoso, eso es todo —aseguré perezoso intentando reincorporarme, pero tenerlo de almohada se sentía demasiado cómodo. —Pero ahora que entiendo todo no tengo nada contra ti.

—¿De qué hablas? —consultó perdido. Me levanté con cuidado y lo miré. Él debía estar bromeando conmigo si no se había dado cuenta de lo que sentía por Alex luego del escándalo que se había armado días atrás.

—Estoy enamorado de Alex —confesé aguantando la risa por su mirada de espanto. —¿Acaso no es obvio?

—Tú no eres gay —fue lo primero que largó. Me encogí de hombros, yo pensaba igual. O lo había pensado hasta la noche en que él mismo me había hecho sentir que quizás sí lo era.

—Sinceramente no lo sé —suspiré. — Quiero decir, habría que ser ciego para no notar que el tipo está bueno ¿No? —le recordé las palabras que él me había dicho en alguna oportunidad, Nash sonrió divertido. —Supongo que es algún amor platónico que me hace odiar todo lo que potencialmente podría gustarle a él, o sea, tú y todos los homosexuales que se cruzan en su camino.

—¿Es en serio?

—Por supuesto él no me corresponde. Nunca lo hizo y nunca lo hará —confesé con resignación, aunque eso era algo que aún me molestaba y mucho.

—¿Tú le dijiste? —quiso saber curioso y asentí — ¿Qué lo amas?

Volví a darle una afirmativa y cerré mis ojos. Me sentía tan estúpido poniéndome mal después de haber oído la historia de Nash, pero no podía dejar de frustrarme al recordar todos los intentos fallidos que había tenido con Alex, y la manera horrible en que él me rechazaba. No iba a llorar, pero estaban muy al borde de hacerlo.

—Pero soy su "hermanito" —continué. —Y él todavía cree que es una "etapa". Piensa que como él se declaró gay desde pequeño y yo crecí a su sombra estoy haciendo alguna especie de identificación, que estoy confundido pero que ya se me va a pasar.

—¿Él te dijo eso? —consultó y asentí. —Pero te quiere ¿O no?

—Claro que sí, como hermano —respondí con enojo. — Pero a mí eso no me sirve, no quiero ese tipo de amor y enloquezco cada vez que pienso que él puede cambiarme por alguien más, pero... pero me siento terrible cada vez que pienso que él está solo e infeliz para poder mantenerme a su lado.

—No lo entiendo.

—Soy su hermano. Él me ve así. Y no quiere perderme... —aclaré —yo le dije que si alguna vez él estaba con alguien yo no le hablaría nunca más en mi vida, desaparecería de ser así.

—Lo obligas a estar sólo —observó y dejé salir unas lágrimas porque yo era una persona horrible y se lo estaba mostrando a alguien que ya tenía una imagen mala de mí.

—Soy una pésima persona —acepté bajando mi mirada — porque sé que nunca podremos estar juntos, pero prefiero mantenerlo así, triste, pero conmigo a que verlo feliz con otra persona.

—¿Pero él está triste estando contigo? —asentí apenas dándole una mirada. —Yo lo vi bastante afectado cuando desapareciste esa vez.

—Lógicamente —respondí de mala gana. —Soy su hermano quien lo amenazó con no volver a hablarle nunca más en la vida, el que le mandó muchos mensajes escribiéndole cosas horribles por haber ocultado la relación que tenía contigo, el que amenazó con largarse a otro país para que nunca más sepa de él —escupí recostándome en el respaldar y tapando mis ojos con mi brazo. —Dímelo... dime que soy horrible.

Temporal: Presente FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora