32. Obnubilado.

1.1K 139 26
                                    


Tiré mi mano a la suya intentando calmar mi agitada respiración. Nash miró nuestras manos unidas y arrugó su cara en una mueca de disgusto antes de volver a mis ojos.

—Así que las cosas sí eran así después de todo —oí a Alex por detrás de mí, con su voz baja y gruesa.

Di un salto, había olvidado qué era lo que nos había llevado aquella situación en primer lugar: la presencia de Alex.

Nash quitó sus ojos de mi persona y miró al recién llegado. Sus puños se apretaron al costado de su cuerpo, pero su cara fue una sonrisa tranquila.

—Qué sorpresa Alex —dijo con calma.

Tragué saliva con fuerzas y me giré a ver al otro muchacho que aún se encontraban en la entrada de la casa, con sus brazos cómodamente cruzados sobre su pecho. Me acomodé junto a Nash quien de inmediato, y con disimulo, se movió un paso lejos de mi cuerpo.

—¿Cómo llegaste hasta aquí? —continuó Nash relajado.

—Fue una historia muy graciosa de hecho —respondió Alex con su mandíbula apretada acercándose a nosotros sin dejar de ver de uno a otro. Bajó la mano a la mesa ratona y dejó una llave allí. —Vine a buscar a Milo, estaba un poco perdido, me costó encontrar la casa. Entonces encontré a dos sujetos en la esquina, hay una verdulería allí ¿La conoces? —dirigió la pregunta a Nash que asintió con tranquilidad. —Pregunté por la familia Benjumea y puedes creer que justo eran ellos.

—¿Y simplemente te dieron la dirección exacta y la llave de su casa? —consultó Nash luego de dar un respiro profundo. Sus manos aún se encontraban apretadas al costado de su cuerpo, con tanta fuerza que sus nudillos estaban casi blancos. —Lance y Barb no son así de confiados.

—Oh, ellos se mostraron muy contentos cuando me presenté —continuó Alex sin siquiera mirarme a mí, toda su atención estaba en Nash. —Dijeron que habían hablado de mí, del hermanastro de Alex en alguna oportunidad y se pusieron tan contentos de que hubiera venido por ti que me dieron la dirección y la llave. Ellos tenían que hacer algunos mandados más y no me querían hacer perder el tiempo...

—¿Qué haces aquí? —consulté llamando la atención de ambos.

Alex me miró intensamente por varios segundos sin siquiera pestañar. Ladeó su cabeza y sonrió cálidamente antes de tomar asiento donde anteriormente Nash y yo nos besábamos sin control.

—Pues, estaba preocupado y vine a buscarte. Tu mamá me pidió que no lo haga, que te deje tranquilo. Pero estás haciendo pasar por un mal momento a la familia por un problema que es exclusivamente nuestro —dijo recalcando la palabra "nuestro".

—Yo le avisé a mamá que volvería pronto ¿Por qué te metes?

—Los dejaré hablar solos, prepararé café —dijo Nash girando sobre sus talones.

Tiré mi mano a su brazo y negué con la cabeza cuando conseguí su mirada. Pero él me dio la sonrisa más horrible que nunca me había dado antes de soltarse de mí y repetir que haría un par de infusiones para nosotros. No se soltó de mi agarre como anteriormente lo había hecho, pero sí espero pacientemente a que lo dejara ir.

Cuando se perdió tras la puerta de la cocina me giré a Alex que me observaba con su ceño fruncido. Tomé asiento y esperé.

—¿En serio Milo? ¿Nash? —escupió con furia. —No pensé que eras tan idiota.

—¿Por qué? ¿Qué tiene de malo? —consulté bajando la voz, de todas maneras no había problema en que Nash oyera, había puesto música seguramente porque no le interesaba oír lo que allí estaba pasando.

Temporal: Presente FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora