30. Nosotros.

1.3K 151 72
                                    


Había pasado exactamente una semana desde que habíamos llegado a casa de mis padrinos, ese día iríamos de paseo un lago que quedaba a unos kilómetros y en esa oportunidad conoceríamos a Mónica, la esposa de Betty y madre de los niños que habíamos conocido unos días atrás. Creo que todos estábamos muy entusiasmados, sobre todo porque habíamos decidido que luego de ese fin de semana regresaríamos a la ciudad, Milo y yo, en compañía de Lance y Barb quienes me ayudarían a buscar un lugar para vivir.

Nos levantamos temprano ese día, Lance y Barb habían ido de compras mientras nosotros nos quedamos a terminar de arreglar las cosas que llevaríamos al paseo. No tardamos mucho, Barb tenía casi todo preparado y era cosa de ponerlas en el baúl de la camioneta de Lance, por lo que de inmediato regresamos a la sala y nos sentamos a continuar con un capítulo más de una serie donde un muchacho con autismo contaba la experiencia de su día a día.

Pero por supuesto no le presté mucha atención a la pantalla, durante esos días habíamos estado el uno sobre el otro todo el maldito tiempo, y aprovechando que mis padrinos tardarían un poco, lo recosté en el sofá y comencé a besarlo sin reservas.

Milo no se quejó, por supuesto, era raro que rechazara alguna de mis caricias y sólo lo había hecho cuando eran demasiado inapropiadas y mis padrinos estaban presentes.

De inmediato me atrapó con sus piernas, me besó con suavidad y sólo se separó de mí para observarme con sus ojos entrecerrados por varios segundos.

—¿Qué?

—No lo sé —suspiró acariciando mi rostro. —Es que no sabía que eras tan amable. Cada día me sorprendo más contigo Nash, eres muy gay aunque no lo parezcas a simple vista.

—Y tú eres un idiota —aseguré no pudiendo atajar una carcajada. Él era así todo el tiempo, cuando parecía que iba a decir algo tierno, salía con algún comentario ácido. Lo hacía apropósito, era evidente, porque no podía ocultar una sonrisa cuando conseguía el efecto esperado.

Apoyé mi frente en su pecho unos segundos antes de volverlo a ver. Aún tenía su mirada en mi persona y una suave sonrisa en sus labios.

—Podríamos quedarnos unos días más si quieres —sugería casualmente. Lo había estado pensando, estábamos bien allí, me sentía bien y volver significaría que esa burbuja en la que habíamos estado durante las últimas dos semanas desaparecería más rápido de lo que me gustaría. Podíamos estirarlo, solo un poco más.

—Podríamos —suspiró. —Pero tú tienes que retomar las clases Nash, puedes faltar los primeros días pero no luego. Te arrepentirás al final del semestre si no vuelves ahora. Además, tus padrinos están entusiasmados con eso de ir con nosotros.

—Oh, te preocupas tanto por mí, eres tan lindo Milo —me burlé apretando una de sus mejillas. De inmediato se alejó de mi toque y me dio una mirada mortal. —Y cuando te enojas te ves incluso más precioso.

—Marica.

—Cómo tú princesa —continué molestándolo y esta vez incluyendo unas cosquillas de regalo.

Había descubierto que era muy cosquilloso y amaba molestarlo con eso porque su risa de pronto se volvía melodiosa y su fuerza se debilitaba tanto que se volvía alguien dócil. Había dejado de sonrojarse al estar conmigo, me molestaba en algún punto porque ser el objeto de ese sonrojo me llenaba de orgullo, pero también entendía que era porque poco a poco comenzaba a confiar en mí y eso también se sentía fabuloso. Pero cuando mis manos se dirigían a su cuerpo y lo hacía reír, volvía a sonrojarse y me encantaba contemplar aquello.

Claro que él no se quedaba atrás. Le gustaba avergonzarme también y lo había comenzando a lograr diciendo frases vergonzosas frente a mis padrinos, los cuales por supuesto se prendían en la broma y terminaban dejándome más rojo que un tomate. Barb adoraba a Milo, lo podía decir por cómo lo miraba cada vez que él se acercaba a mí; la había oído decir que le gustaba el Nash que Milo había revivido y que si fuera por ella nos encerraría en esa casa para que no nos pudiéramos marchar nunca. Claro que Lance le explicó pacientemente que nos verían mas seguido... había dicho "los veremos"... "los"... no sólo a mí, a Milo también.

Temporal: Presente FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora