5. Hablando de idiotas

1.2K 143 8
                                    


Pasó un mes hasta que finalmente envié un mensaje. Me había cansado de esconderme de él aunque no estaba seguro si Alex me estaría buscando o no, digo, no sería muy difícil de encontrarme si en verdad se lo hubiera propuesto. Pero supongo que me estaba dando espacio y eso estaba bien.

Probé con una simple frase.

Hola. Soy Milo. ¿Cómo estás?

Pasó menos de un minuto antes de recibir la respuesta.

Qué alegría saber de ti! Estoy bien, cómo estás tú?

Respiré profundamente e intenté con mucha fuerzas mantener mis esperanzas lo más aplacadas posibles. Pero fue difícil cuando tardé unos segundos en responder y una llamada entrante titiló en mi pantalla.

—Hey —saludé con voz ronca. Ese día no había hablado con absolutamente nadie. Las palabras burlonas de Josh aparecieron en mi mente, él tenía razón, yo no tenía ningún amigo, ni siquiera conocidos.

Oye ¿Cómo estás?

—Bien. Estaba pensando en salir a tomar algo y no tengo con quién ir.

Tú no puedes beber... —comenzó y guardó silencio. —Lo lamento.

—Descuida, extrañaba tu excesiva preocupación por mi salud —comenté cabreado. Él siempre había sido así desde que mamá le había dicho que no podíamos jugar a las luchas porque mucho esfuerzo era malo para mi corazón. Luego de eso le había explicado de qué se trataba mi deficiencia cardíaca y le había dado un listado de las cosas que no podía hacer. Beber alcohol era una de esas. —Sólo quiero una cerveza.

Claro, si es una no hay problema.

—¿Nos vemos en el bar de la plaza? —consulté distraídamente, no es que conociera muchos lugares tampoco. Él me di un sonido de asentimiento. —Intenta que no vaya ese amigo tuyo, me pone nervioso.

Oh... Josh de verdad quería ser tu amigo —se lamentó. —De todas maneras, no te prometo nada, ese es su segundo hogar así que es probable que esté allí.

—Como sea, nos vemos en una hora —dije de mala gana y procedí a cortar para poder ir a tomar una ducha. Me encontraba más nervioso y ansioso que para ir a una cita, aunque claro que en cierto sentido lo era, por lo menos para mí.

Esa noche efectivamente Josh estaba allí y no tardó en unirse a nuestra mesa. Él parecía no darse cuenta de que en realidad me caía muy mal y no quería tenerlo cerca, por eso, más tarde que temprano nos hicimos algo así como amigos. Incluso empezamos a salir a distraernos incluso cuando Alex no estaba con nosotros. No es que me cayera mal o bien, pero él era insistente y yo demasiado flojo para intentar siquiera rechazarlo.

Llegó un momento en que pasaba más tiempo con Josh que con Alex y pronto las personas comenzaron a creer que los amigos éramos él y yo, y él y Alex. Nadie, nunca, sospechó que en realidad Alex y yo estábamos emparentados y eso hizo todo más fácil, nadie preguntaba nada y todo era manejable.

Mamá y Pepe nunca supieron que me había reencontrado con Alex. No se los dije y ellos no preguntaron tampoco. Aunque sí se extrañaron cuando comencé a pasar algunas noches fuera de casa, claro que una mala suposición de mamá, un encogimiento de hombros de mi parte y un guiño de Pepe hizo que todo se convirtiera en una novia que no quería presentar.

Alex no se quejó nunca de mis reiteradas noches en su casa, de hecho había una habitación de más y él dijo podía ser mía si yo quería. Nunca dije que sí, pero tampoco me negué, simplemente empecé a ocupar ese lugar y a sentirme cada vez más cómodo allí.

Temporal: Presente FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora