66. Para siempre (Final).

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Cuando desperté aún me encontraba aferrado a Nash. 

Él estaba profundamente dormido. Incluso me moví un poco para observarlo mejor y ni siquiera lo notó. Nash se veía lindo cuando dormía. No es que se viera bien, nada de eso, tenía su boca abierta y su cabello estaba muy despeinado, pero se veía lindo, transmitía paz.

Decidí tomar mi teléfono y sacar una una foto de él, incluso me arrimé a su cuerpo y nos tomé una foto juntos. Yo, claramente, me veía esplendido y a mi lado, mi novio, era un desastre. Me ocuparía de burlarme luego cuando viera que la había puesto de fondo de pantalla.

Estuve mucho rato sacandole fotos en diferentes posiciones y luego me quedé un rato más simplemente observándolo. Me gustaba eso de despertar y tenerlo a mi lado. Me gustaba eso de despertar y saber que lo tenía, que era mío, que él me amaba sólo a mí.

Luego de unos minutos me senté ruidosamente en la cama y Nash largó un quejido de molestia, lo observé de reojo y vi que se disponía atraparme para que volviera a la cama. Sin poder aguantar una carcajada me alejé de él y partí a la ducha para darme un baño. Tenía hambre y era un buen día para comprar unas facturas, teníamos que recuperar fuerzas.

Terminé de vestirme y me arrimé a él para besar sus labios e informarle que iría por el desayuno. Perezosamente asintió, volvió a besarme y prometió levantarse aunque yo estaba seguro que no lo haría.

Fuera de mi puerta todo era caos. Habían botellas y latas tiradas por doquier, incluso, había personas durmiendo en el patio del lugar. Todavía era temprano, supuse que sería uno de los encargado de ayudar a limpiar y ordenar allí, pero mi prioridad en ese momento era calmar el rugido que reclamaba con fuerzas en mi estómago.

Caminé tranquilo hasta la panadería cerca de casa y cuando ingresé me quedé helado en mi lugar. No debí haberme levantado tan temprano, debí desayunar esas galletas de agua y nada más, nunca debí haber ido a ese local.

Ian se encontraba frente al mostrador dictándole un pedido al dueño.

—Buenos días —saludó el hombre obligando a Ian a girarse a verme. Sostuvo mi mirada y tragó saliva a medida que me arrimaba a ellos.

Podría haberme ido, podría haber huido, porque no quería más problemas, porque no quería sufrir más, pero no se lo demostraría, no a Ian. 

Me paré junto a él y miré al hombre moverse en busca del pedido.

—Lamento lo de anoche —dijo con la mirada en el suelo. Lo miré de reojo, pero no respondí. Todo lo que había dicho lo había hecho con intensión de lastimarme, de joder mi relación con Nash. —Estoy celoso, eso es todo.

—A mi no me importa cómo tú estés. Y dudo que Nash le importe aunque sea un poco luego de lo que pasó anoche —respondí cortante. Respiré un par de veces y me giré a verlo. Su cara era un desastre, mi chico le había alcanzado a atinar unos buenos golpes. —Yo no sé muy bien cómo fue tu vida después de Nash, ni siquiera antes. Una cosa puede ser lo que él cuente pero lo que tú hayas sentido es distinto —dije mientras sus ojos se movían a los míos. —Sí tú no eres feliz no es problema mío, no tiene que ser problema mío aunque tú quisiste que lo fuera.

—No es por Nash —aseguró largando un pesado suspiro. —Estoy celoso, pero no es por Nash. Es... yo soy una persona muy egoísta, no lo podía ver, pero poco a poco me estoy dando cuenta de aquello. Me molesta que Nash esté bien contigo, lo lamento, no puedo evitarlo. Y sí, lo vi en sus ojos y en su manera de moverse a tu alrededor, aunque me pareciera imposible y pensara que sólo eras un pasatiempo, no lo eres. Nash te quiere. Él es feliz.

—Si es feliz entonces deja de joderlo Ian.

—Sí, lo haré —bajó la mirada y sus ojos se volvieron vidriosos. —Sólo quería decir que lo lamento, que lo que dije no estuvo bien y que... —respiró profundamente y me miró una vez más —él y yo no hicimos el amor. Tuvimos sexo. Nada más.

Temporal: Presente FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora