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Michiru sonrió satisfecha mientras le acomodaba el saco a Darien. 

— Gracias por venir, ya extrañaba estas visitas — Se inclinó de puntillas ante la atenta mirada de Darien y le dió un beso en los labios.

—… Me voy, Serena tal vez despertó y

— Te recuerdo que primero me conociste a mí, jefecito, así que creo tengo derecho de antigüedad.

Los ojos de Darien brillaron en furia.

— ¿Con que derecho, no?

Michiru quiso echar atrás,  pero Darien se lo impidió, tirando de sus cabellos la sometió frente a su cara.

— No me vuelvas a hablar así ¿Entiendes?, te prohíbo escenitas que no te están.

— Darien, yo, sólo

Darien le abofeteó con tal fuerza que la mujer cayó sobre un sillón.

— ¡Cállate!, ninguna mujer me dice qué hacer y tú no serás la excepción, — Se lanzó sobre ella y le sostuvo el cuello, metió una mano en la blusa y la arrancó — ¿Crees que olvidé lo del restaurante? ¡Yo aquí soy el jefe, y si no lo entiendes, lo vas a entender ahora mismo!

Michiru intentó calmarlo, pero fué inútil, Darien estaba furioso, mientras la desvestía la insultaba y amenazaba, le dejó entrever lo que le sucedía a quien se atrevía a desafiarlo.

— Aún me sirves — Le dijo — Pero ándate con cuidado o te pasará lo que a una, que me reclamó atención.

Dicho esto, la soltó para dejarla respirar. Luego salió del lugar hecho un energúmeno. 

.

Estaba por amanecer cuando algo hizo que Serena abriera los ojos. Darien no estaba a su lado, y aún somnolienta, se levantó sin hacer ruido.

Avanzó hasta el pasillo y de ahí a las escaleras. Todo estaba en silencio, sólo se escuchaba un rápido tecleo,  así que bajó guiada por ello hasta que llegó a la oficina de Darien.

— En unas horas estaré contigo, sabes bien que no puedo apresurarme.

¿Qué?, ¿Con quién hablaba Darien?,  No se escuchaba bien,  así que teniendo mucho cuidado, pegó la oreja a la puerta.

— Sí, hoy mismo viajo y  arreglaremos ese inconveniente, te extraño.

Una punzada atravesó el corazón de Serena, mareada y sintiendo estrujo en el pecho decidió separarse de la puerta. Tenía que irse de ahí.

Pero dudó un poco, era mejor enfrentarlo.

Ni siquiera tuvo tiempo de escabullirse porque Darien abrió la puerta encontrándose de frente con ella.

— ¿Serena? — Saludó con una enorme sonrisa — Mi amor, por favor pasa no te quedes ahí, — La tomó del brazo y avanzó con ella hasta un sillón cercano. — ¿Desde qué hora estás despierta?

— No hace mucho, pero la pregunta real es ¿Qué haces despierto tan temprano tú? ¿Acaso no dormiste?

— Dormí poco, debía atender una llamada del extranjero. No quise despertarte y bajé aquí.

— ¿Ah sí? — . Serena hizo todo lo posible por ocultar su desazón, se sentía molesta por las extrañeza de Darien, sólo le miró enarcando una ceja.

Así que extrañaba a alguien del extranjero.

— ¿Pasa algo?, estás pálida —  Intentó tocar su rostro pero ella lo evadió  — Serena, mi reina,  ¿Qué pasa?

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