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Esa mañana, Serena caminaba por el jardín, pensando en las hirientes palabras de Haruka y su nulo apoyo culminado en renuncia, se pensó si ella estaba con Darien, es decir, que ellos tuvieran algo previo, algo más que una amistad.

De pronto un vuelco invadió su corazón. Podría tener sentido eso que pensaba, pero, por otro lado sentía que Haruka no era capaz de ello, la conocía desde hacía muchos años, ella no se atrevería a eso.

El timbre de la casa sonó, llamando su total atención y pronto la rubia avanzó hasta el jardín de la parte de enfrente, intrigada por saber quién era ella se mantuvo callada y observando.

Tenían mucho tiempo ahí y no había habido visitas, sólo sabía del amigo capitán de su marido y de que sus padres vivían en otro país.

Diamante se aproximó al portón de entrada y vio por la mirilla, sonrió y abrió.

—— ¡Señor Black! —— Gritó la joven y rozagante rubia, lanzándose hacia él se colgó de su cuello para apretarse con fuerza sobre su cuerpo. —— ¡Tanto tiempo! ¡Qué gusto!

Diamante sonrió nervioso y Serena apretó los labios, salió de su escondite y avanzó hasta ellos.

La chica ni se inmutó, se separó despacio porque él la empujó. 

—— ¡Dios mío! ¡La Diva T!

—— Sí, ¿Y tú quién eres?

La rubiecita miró a Diamante, sintiendo la tensión en el ambiente sonrió confundida.

—— Ella ayuda en la limpieza de la casa, es militar también, soldado razo Tamara de la Hoz.

Serena levantó ambas cejas, sorprendida irónicamente la mujer avanzó para estar más cerca, puso una mano sobre el hombro de Diamante y miró a la chica.

—— Yo soy la esposa de Diamante. Gracias por venir, pero no te necesitamos.

.

Habiéndose ido la encimosa, Serena y Diamante se quedaron hablando de la situación.

—— Vamos Serena, no tenías por qué ser descortés. No te hablé de ella porque yo mismo no me acordaba que le tocaba venir hoy —— Explicó sin más, mostrando algo de molestia y vergüenza en la voz ——  Recuerda que hemos estado ocupados.

—— Sí, lo sé, pero —— Serena agachó la mirada ante su última revelación.

Él tomó sus manos entre las suyas.

—— Te lo diré así, bien claro. Nos casamos sin conocernos, hicimos un acuerdo y será respetado. El sexo es espectacular pero si tú no deseas cumplir con esa parte yo estaré de acuerdo, te noto insegura respecto a lo que hablamos.

Tiró de ella suavemente hasta dejarle frente a su cara, tomó su mentón para hacerle mirarlo.

—— Pensé que ella era tu amante. Dado que eres un Don Juan yo

No continuó defendiendo su punto porque él empezó a reír, pero su risa era una reacción a los seguramente impulsos de niña escolar de ella.

—— Ay Serena, Tamara era mi subordinada en la milicia. Ella continúa dando servicio a la nación, y es uno de sus deberes venir y trabajar aquí, para un superior. ¡Es una niña!

Serena se sintió ridícula ante su argumento.

—— El que me hayas visto con Michiru no quiere decir que soy un pica flor. 

—— ¿Setsuna? ¿Rei? ——. Continuó ridiculizándose —— Bueno, bueno ya. Eso no es mi problema, sólo respeta el trato de fidelidad y yo

Él tiró de ella en cuanto sintió que se separaba.

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