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¿Era real? 

No sabía, no quería saber, sólo sentir, sentir los brazos de ese hombre rodearle la cintura mientras le abría los botones de la delgada blusa. 

Él la miraba directo a los ojos, como si esperara que le detuviera, pero no, ella reflejaba el mismo deseo en sus brillosos ojos azules. 

—— ¿Estás segura? —— Cuestionó él envuelto en deseo.

Entonces, no hubo más preguntas, sólo metió uno de sus erguidos pezones a su boca, disfrutándolo tanto como ella, deslizó su lengua de un pecho a otro. 

Serena empezó a gemir, ahogada en su propio anhelo, la joven rubia se entregó al placer que su guardaespaldas estaba propinándole. Sin pensar en nada, ni en nadie, tumbó a Diamante sobre un abandonado sillón, abrió su propio cierre y una mano la detuvo sólo para introducir un dedo en su monte de venus, moviéndolo de arriba a abajo y dibujando círculos sobre el pequeño botón Serena supo que ya no iba a parar. Lo sentía, lo sentía mucho por Darien.

Es más, no podía pensar, no quería hacerlo.

Abrió las piernas y se movió sobre el miembro de su amante, luego abrió los ojos y el corazón le causó un vuelco. 

—— ¡Rayos! 

Se sentó en la cama y puso una mano sobre la frente, estaba completamente sudada y halló su otra mano sobre su entrepierna. Sorprendida, descubrió que había estado autocomplaciéndose soñando con su guarura.

Se tapó la cara, y luego se quitó las manos al recordar lo anterior. 

—— ¿Qué estoy haciendo?

Habían estado rondándole los pensamientos toda la noche, momento a momento recordaba lo que pasó y la mañana se hizo presente dejando a Diamante casi en la misma situación. 

Sólo había sido un beso, un beso y él estuvo a punto de perder la cabeza. Ya la había tenido en sus brazos, sobre una cama, y había sentido lo cálida que podía llegar a ser, vaya, no estaba hecho de piedra, era hombre y ella era hermosa, demasiado.

—— Maldición—— Frustrado pinchó el botón para mirar las imágenes de las cámaras. 

El jardín, la alberca, la cocina con una alegre chef, y por último, dudó en picar el botón, pero lo hizo.

Sus ojos vislumbraron la preciosa imagen de Serena, tapada solamente con una bata sobre su delicado cuerpo desnudo, la joven caminaba de un lado a otro. Parecía nerviosa.

Él también lo estaba. 

Recordó que habían llegado pasada la media noche y se habían despedido casi sin mirarse a los ojos. 

—— Vamos Black, sólo se besaron.

Dejó de recargarse en la mesa y después de un largo suspiro aplicó compostura. Debía controlarse o Darien le despediría. 

Salió del cuarto de imágenes y en el pasillo topó con la figura de Lita, esta, sonriente le brindó el ya conocido saludo mañanero. 

—— Espero esté despierta, me urge hablar con ella. —— Refirió la castaña y él asintió antes de dejarla seguir su camino.

Lita lo miró extrañada, pero su afán era mayor.

En tanto, Serena estaba a punto de hacer una zanja de tanto ir y venir en su encierro, desde hacía rato el sueño le había abandonado, y ni ganas tenía de hablar con nadie. 

—— Vamos Serena, no pasa nada.

—— ¿Serena? ——  Se oyó decir tras la puerta, era Lita. —— Necesito hablar contigo, tengo problemas.

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