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Serena había sido la primera en levantarse, ella, al igual que su marido, ahora en toda la extension de la palabra, estaban completamente desnudos bajo las sábanas.

Sonriendo con ternura la rubia cubrió a Diamante., después corrió de puntillas hasta el baño. Quería estar lista para cuando él despertara. Un baño estaría perfecto y un poco de maquillaje sería mejor, no deseaba para nada ser una esposa desarreglada.

--- Tarará...

Cantando suavemente, bajó los escalones para preparar un buen desayuno, la pena estaba perdida y ahora no quería pensar más que en ser felíz y dedicarse a su profesión.

Soñadora e ilusionada, agitó varias veces la sartén para que el omelet quedara perfecto y aún tarareando por lo bajo fue hasta la nevera y sacó lo necesario, esta vez sorprendería a su marido con la comida. Rápido y en silencio, llevó todo a la mesa y miró hacia las escaleras, él aún no bajaba, así que se sentó y se permitió soñar con el inolvidable día anterior.

Se tocó la frente y sonrió con discreción, sin duda se sentía tan cansada, pero con ganas de volver a tener faena.

Reposó los codos sobre la mesa y recargó la cara en las manos. Cerró los ojos y recordó cada momento, cada caricia, cada beso y cada orgasmo.

Habían vuelto entrada la madrugada y ella estaba hambrienta de sexo, así que en una última sesión se puso sexy y lo sedujo sin ningún tapujo.

-- Nunca había sentido algo así, nunca. No siquiera con Darien. -- Suspiró ante la previa mención.

Tantas cosas habían pasado en tan poco tiempo, y sus decisiones precipitadas le habían llevado por rumbos completamente diferentes.

-- Hola.

Diamante estaba parado junto a las escaleras, recién bañado y con una suave sonrisa avanzó hasta donde la rubia estaba.

Él estaba jubiloso, feliz e ilusionado con todo, esa hermosa rubia que lo miraba desde su posición ya de pie, le esperaba con los brazos abiertos.

-- ¿Dormiste bien? -- Cuestionó atento al sentir el esbelto cuerpo en sus brazos -- Preciosa.

Serena sonrió y se separó un poco para mirarlo a los ojos.

-- Excelente. Dormí excelente.

Diamante tomó el rostro de su mujer entre sus manos.

-- Eres la mujer más hermosa que mis ojos hayan visto.

Hecho esto se aproximó y la besó con tal pasión que sintió deseos de amarla allí mismo.

-- Diamante -- Musitó ella separándose un poco, sonrió -- Eres maravilloso.

Estaba cohibida, es decir, ella no sabía con exactitud cómo sería de ahora en adelante. Ella estaba haciéndose ilusiones y no sabía si él estaría en la misma sintonía.

¡Diablos! Quería dejar de pensar, quería disfrutar lo que durara, disfrutar y gozar de muchas cosas junto a él.

-- Hice desayuno ¿Gustas?

Diamante observó todo puesto, y se sintió como en un verdadero hogar. Sonrió y asintió.

Con que eso era estar casada, Serena sonrió a sus adentros. Qué extraño, estaba acostumbrada a ser atendida, y aunque sus padres le habían enseñado a ser independiente, ella ahora estaba gustosa y apenada, mientras atendía a su marido ella era consciente de que era observada por sus atentos ojos. ¡Qué cosas! Quién diría que su guardaespaldas sería su esposo.

Ya estaba hecho, Diamante había demostrado ser más consciente en su seguridad que el mismo Darien, incluso había estado más presente que él, aunado el hecho de que ella estaba sintiendo algo especial, algo que le hacía sentir feliz.

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