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Las cosas se habían complicado severamente para Diamante y Serena. Mientras ellos permanecían en una cárcel de la ciudad, Mina despertaba de un largo letargo.

Confundida y desnuda, ella se puso de pie justo cuando Darien entraba al lugar, él, había repuesto energías con unas horas de sueño, así que dispuesto a seguir con el plan, se aproximó a la joven rubia que ya lo miraba absorta.

- ¡Derian! ¿Qué te pasó?

- ¿Acaso no lo recuerdas?

Mina tenía ciertos recuerdos, pero ella no estaba segura de que fueran reales. Más bien, los asimilaba como sueños, sueños nada placenteros.

- No.

- Entraron ladrones a la casa Mina, peleé con tres y sólo se llevaron mi cartera y celular - Mintió rápido al ver los asombrados ojos de la rubia, esta, al parecer estaba más asustada por su ojo morado que por lo que le estuviera diciendo. - Lo siento mi amor.

- Derian, mi amor. - Se aproximó para acariciarle - Me hubieras despertado, - Miró su alrededor - ¿Dónde están Serena y su esposo?

Darien parpadeó. La tomó por los hombros y muy seguro la miró a los ojos.

- Mina, ellos no han venido.

Mina pareció no comprender. En realidad no entendía nada, era como si hubieran puesto un velo, un velo que ocultaba varias partes de la verdad.

- Pero, estuve hablando con ellos Derian, ¡Cenamos con ellos! - Mina se tomó la cabeza con ambas manos y miró con desesperación a su alrededor. - Es que, es que no puedo creerlo Derian.

Darien tomó ambas manos de la joven, besándolas con premura intentó relajar a la pobre e ingenua mujer.

- Es lógico que estés así, has dormido mucho tiempo, y el estrés por la pronta boda ha sido excesivo. Mi amor, te amo, deseo tanto estar casado contigo. Pero si tú deseas posponer todo, yo aceptaré lo que decidas.

Mina sonrió un poco. Tomó ambas manos de Darien y llevó a cabo el mismo tratamiento que él le dió.

- Quiero casarme contigo, Derian.

Lamentable, Mina parecía no recordar nada, todo estaba en juego incluyendo su vida.

Antes de que Mina despertara, Darien había ido muy temprano a presentar la denuncia contra Diamante y Serena y las autoridades parecían no menguar en el asunto.

El abogado de Diamante, Taiki Kou, era un hombre sagaz e intuitivo. Así que después de haber visto brevemente a Darien entrar en las oficinas policiales, él aprovechó para hacer una visita a Mina en su ausencia.

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Mientras Haruka se quitaba sus anteojos solares para mirar su fabuloso alrededor, sonrió triunfal al haberse librado al fin de Darien.

- ¿Llevo sus maletas, señorita?

Asintió ante la pregunta, estaba lejos de los problemas, lejos de su alcance, y lo que tenía era suficiente hasta que apareciera otro incauto. Tenía ya en mente a uno, pero esta vez sería mucho mejor calculado.

- Vaya, vaya - Se sentó en el lobbie del hotel y hojeó la página principal de espectáculos. La imagen del reconocido cantante Seiya Kou llamó profundamente su atención.

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Serena permanecía en silencio ante el constante barullo de sus compañeras. Creía firmemente en que si se mantenía en bajo perfil nadie la molestaría, después de todo, le habia funcionado bastante bien a la hora de cambiar de ropa.

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