La necesidad de un cambio

89 5 7
                                    

En Vilendar, la capital de los elfos, todo transcurría con normalidad. Los centinelas, los soldados y los civiles estaban ocupados, como siempre, haciendo sus tareas cotidianas.

En el castillo, Allea Albor, la reina de los elfos, se sentaba en su trono cómodamente mientras buscaba soluciones a los diminutos e insignificantes problemas de la plebe.

- Mi reina, he estado pensando en un nuevo hechizo mágico. ¡Revolucionará el mundo de la magia tal y como lo conocemos!
Dijo un civil, emocionado ante la reina Allea.

- ¿Y bien? Ardo en deseos de ver ese hechizo con mis propios ojos.

El hombre asintió, se colocó en una extraña posición y el agua de uno de los jarrones empezó a moverse, volando sobre las cabezas de la reina y todos los presentes.

- ¿Qué me dice? Espectacular, ¿no cree?

Allea negó con la cabeza y chasqueó los dedos.

Uno de los guardias abandonó su puesto en un lateral de la sala del trono y se colocó ante el civil. Con movimientos precisos, casi como si se tratara de una coreografía perfecta, el elfo hizo gala de un fantástico control del agua ante la atónita mirada del civil.

- El control del agua no es tan extraño como puedas imaginar. Pero dominarlo lleva práctica.
Dijo el elfo, colocando su mano sobre el hombro del civil.

- Gracias Voral, retírate.
Dijo Allea.

El elfo hizo una reverencia y regresó a su puesto.

- Te agradezco enormemente que hayas venido a informarme, nunca se sabe cuando alguien puede dar con una magia revolucionaria.
Allea se levantó y acompañó al civil a la salida.

- No tenía ni idea de esto, mi reina.

- Si lo deseas puedes ir a la escuela de magos de Vilendar. Es la más prestigiosa de todo Lokran y en ella podrías pulir tus habilidades.

- Lo pensaré, mi reina. Me informaré.
El elfo se despidió y salió por la puerta.

Allea regresó al trono y en cuanto se sentó, uno de los guardias de la puerta asintió y dejó pasar a la siguiente persona.

- El siguiente, por favor.
Dijo el guardia, abriendo la puerta.

- Mi reina.
Dijo inclinándose una humana.

- Por favor, ven ante mí y dime qué es lo que deseas.

La humana se acercó hasta Allea y se arrodilló de nuevo.

- Tengo una petición que hacerle. Quisiera que divulgara una noticia.

- Una noticia... ¿de qué se trata?

- En Thyria, la capital de los humanos, no se habla de otra cosa que no sean los demonios.
La chica calló, esperando a que la reina reaccionara.

- Te escucho.
La animó a seguir Allea.

- Hace dos días atacaron otra aldea. Nos van comiendo el terreno y pensamos que podrían volverse un problema a escala global.

- Los humanos tenéis grandes luchadores pese a no ser una de las razas más fuertes. ¿No podéis simplemente alejarlos de vosotros construyendo empalizadas y mandando a vuestro ejército?

- No somos tan numerosos. Pocos humanos controlan la magia. Los pocos que lo hacen están aquí, aprendiendo magia o viviendo con los elfos. Sin el soporte de los magos, brujos, paladines y chamanes, los humanos no podemos hacer frente a los demonios sin sufrir grandes bajas.

- Entiendo. ¿Qué propones entonces?

- Quisiera que usara su influencia, no por la raza humana, sino por el bien de todo Lokran. De todas sus razas. Divulgue la noticia de que estamos convocando a los mayores guerreros de nuestro mundo para que enfrenten a los demonios.

Cazadores de demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora