Sin piedad

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Amaneció en las tierras de los demonios. El grupo estaba exhausto pese a haber dormido bastante. El peso que cargaban todos no se había aligerado ni un poco, habían sufrido un duro golpe.
Midari se animó a hablar la primera.

- Sigamos avanzando.

Kryp asintió, le dirigió una mirada a Tarso y este cargó con su escudo. El resto ya estaba listo para partir. De nuevo, el grupo estaba en marcha.

Pasaron varios minutos avanzando sin hablar hasta que Will rompió el silencio.

- Lo tenían planeado. No actúan como bestias sin sentido, ellos tienen un plan y estamos en su territorio.

- Aún más importante que tener la información es saber utilizarla. Si yo fuera uno de esos seres malignos lo que haría ahora sería ir a por Midari.
Dijo Tarso.

Nadie dijo nada. Porque todos estaban de acuerdo, incluso Midari. El insomnio te ayuda a pensar, pensamientos no demasiado lúcidos o lógicos, pero de tanto pensar al final esos pensamientos están tan pulidos que su base no es otra que la razón.

- Estaré a tu lado, Midari.
Dijo Tarso.

No había duda de que el paladín era uno de los que más se culpaba por la muerte de Suura, su deber era el de proteger a sus compañeros llegando a sacrificar la vida si fuera necesario. No morir el primero era un deshonor para él.

- Está bien.
Midari sonrió por primera vez desde aquella noche.

El grupo avanzó durante varias horas hasta que llegaron a un lago.

- Podríamos parar a beber y descansar.
Dijo Dwalla.

Will se acercó al lago y probó el agua.

- Está bien. Yo voy a pescar.
Will se lanzó al agua sin miramientos, se sumergió lo más profundo que pudo y desapareció sin dejar rastro.

El grupo no se preocupaba demasiado, si acechaba algún peligro, era casi totalmente imposible que Will perdiera en el agua. Mientras tanto, el grupo se acercó a beber.

Pasaron varios minutos, Dwalla y Midari se quitaron parte de su ropa para bañarse y Will salió entre ellas dos con diez peces atravesados por su arpón, sin siquiera fijarse en los cuerpos de las dos jóvenes que tenía delante.

- Voy a secarlos.
Dijo Will, convencido.

El antiguo se acercó a una roca y dispuso cada pieza separada unos centímetros de la otra, para que secaran bien.

Dwalla iba a meter su pie en el agua cuando sintió algo.

- Algo se acerca. Apenas había pájaros antes pero ahora no escucho a ninguno.

Todo el grupo se preparó. Ni Midari ni Dwalla pensaron siquiera en ponerse la ropa de nuevo.

No pasaron ni diez segundos y ya estaban rodeados de demonios. Todos avanzaban lentamente hacia su posición. Eran más demonios que nunca. Medio millar, puede que más. Esta vez no eran manáfagos, eran demonios corrientes, humanoides con colas, cuernos y escamas.

- Dejad que rompa la formación, con el agua cerca no serán capaces de hacerme nada. Acabaré con ellos lo más rápido que pueda.
Dijo Will.

- El resto deberíamos pegarnos al lago, será más fácil luchar así, de esa forma podremos huir hacia el agua si las cosas se ponen feas.
Dijo Kryp.

Will asintió mientras se sumergía en el agua.
- Si estáis heridos o no podéis luchar, entrad al agua, yo os protegeré.

El antiguo desapareció de nuevo en el agua. En poco tiempo, apareció en la otra punta del lago, atravesando demonios sin cesar, ensartándolos con su poderoso arpón.

Cazadores de demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora