El mercado negro

6 0 0
                                    

- Comenzad.
Ordenó Dakem, alzando la palma de su mano. Su dedo índice ya había sanado.

Kerane corrió hacia Rábil y de un mazazo destrozó el lugar donde su rival se encontraba.

- Has sido un poco lento, te deseo suerte encontrándome.
Rábil había desaparecido. Se había vuelto invisible y esquivado el golpe.

- Muy predecible.
Kerane empezó a moverse de un lado a otro, lanzando barridos con su maza.

- No tardaré mucho en encontrarte, incluso si eres invisible, mi maza te alcanzará de un momento a otro, ¡jajajajaja!
El terreno parecía de juguete. La maza de Kerane destrozaba la tierra y las rocas como si estuvieran hechas de papel.

Un objeto golpeó la cabeza de Kerane, pero como estaba protegida por el casco de su armadura negra, no sufrió daños.

- ¿Qué es esto?
Kerane se detuvo y examinó con sumo cuidado el pequeño objeto.

- Un frasco. Es un frasco de cristal vacío.

- ¡JAJAJAJAJAJAJA!
Kerane rió mientras destrozaba el frasco cerrando el puño, convirtiéndolo en pequeños cristales.

- ¿Esos son tus últimos movimientos? ¿Sabes que no puedes acercarte a mí porque te destrozaría y me lanzas un insignificante frasco de cristal que ni siquiera contiene nada?

- Puedes quedarte el frasco, no lo necesito.
Dijo la voz de Rábil, desde la otra punta de la arena.

- ¡Ya sé dónde estás!
Barriendo el terreno, Kerane corrió hacia el lugar del que provenía la voz.

Rábil se volvió visible.

- ¿Te rindes?
Kerane se quedó quieto.

- Prometo matarte de un solo golpe si te rindes.

- Oh, ¿me volví visible? Interesante.
Rábil ignoró por completo a Kerane.

Kerane apretó los dientes.

- Debes haberte quedado sordo. Te decía que si te rindes...

Rábil cogió una pequeña ampolla con un líquido marrón en su interior y la agitó de lado a lado, mostrándosela bien a Kerane.
- Haz lo que quieras. ¿Ves esto?

- ¿Más recipientes de cristal? Te advierto que ni las explosiones ni los venenos ni mucho menos los trozos de cristal me dañarán gracias a mi armadura.

Rábil rompió la parte superior de la ampolla y se tomó el contenido.

- Y ya solo falta una, esta va en la sangre...
Rábil cogió un pequeño frasco de cristal cuyo contenido era rojo y lo reventó en su mano, dejando que parte del líquido le entrara en la sangre que los cortes del cristal le habían provocado.

- ¿Qué significa esto?
Dijo Kerane, confundido.

Rábil no respondió, se limitó a andar hacia Kerane.

- ¿Te has vuelto loco?

Ignorando a Kerane, Rábil siguió andando.

- Tomaste algún tipo de droga que te atonta o... ¿No será que usaste drogas para mitigar el dolor?

Rábil tiró dos dagas al aire. El hombre lagarto tenía cuatro dagas. Las dos restantes las tiró a los lados.

- No tenías por qué usar las drogas, aplastaré tu cráneo con mi maza y en menos de un segundo te enviaré a reunirte con el resto de tus amiguitos. Será totalmente...

Kerane apareció en el borde de la arena, con las dos dagas que Rábil había lanzado al aire clavadas en su pecho.

- ... indolo-... ¡AAAAAAAAGH!
Kerane había sido sorprendido. Y no era el único.

Cazadores de demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora