Arco de sangre

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Talok, Rábil, Tarso y Kryp se acercaron a Midari y Dwalla.

La monje les hizo una señal para que le dejaran espacio.

Midari comenzó a andar por encima del agua en dirección a su compañera. En cuanto sus pies tocaron la tierra, la maga volvió la vista atrás. Metió su pie en el agua, pero esta vez se hundió en vez de flotar.

- W-Will...
Midari se volvió hacia el cadáver de su compañero.

- Es por mi culpa, ¿verdad?
Continuó Midari, esta vez, mirando hacia sus compañeros.

- No te culpes, Midari, Will estaba malherido antes de cruzar el lago.
Dijo Dwalla, tratando de calmar a su compañera.

Midari había empezado a babear y había dejado de parpadear. Estaba rabiosa.

- Ven conmigo.
Dwalla se acercó a ella y le tendió la mano.

Casi por instinto, Midari le dio su mano, mientras temblaba de frío.
Dwalla caminó con Midari lejos de aquel lugar y fueron a un bosque cercano.

- Si vienen enemigos lo notaré. No debes preocupar-...

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!
Midari gritó tan fuerte que los pájaros y los animales salieron corriendo de sus escondrijos.

Dwalla abrazó a Midari. Con las yemas de sus dedos pudo ver más que lo que los ojos más expertos hubieran visto jamás. La piel de Midari contaba una historia inimaginable y a Dwalla se le hacía imposible no leerla.

Surcos, heridas, tajos por todas partes.

- Siento mucho lo que te ha pasado Midari.

No sabía qué decir, no sabía qué hacer. Dwalla sentía que cada cosa que hacía o decía era inútil.

- Ellos me rodearon y... y entonces...

En ese punto Dwalla no pudo mantener más la compostura, lloró todo lo que tenía que haber llorado por Suura sumado a la pérdida de Will y la terrible experiencia de Midari.

Midari no lloraba, estaba mal, psicológicamente era una persona diferente.

- ¿Están muertos verdad?
Dijo Midari, refiriéndose a los demonios.

- Lo están.

- Bien.
Midari apretó con fuerza la espalda de su compañera, haciéndole daño, pero Dwalla no dijo nada.

- Cúbrete con esto, no pases frío.
Dwalla le tendió una manta que traía consigo.

- Los mataré a todos... ¡A TODOS!
Gritó Midari, llena de ira.

La maga se separó rápidamente de Dwalla y la miró.

- Tú sientes la vida. ¿Sientes algo aquí?
Midari señaló a su vientre.

Dwalla negó con la cabeza.

- Solo para estar seguros...
Midari empezó a darse puñetazos en el vientre hasta vomitar. Dwalla la detuvo.

- No te hagas más daño del que te han hecho ya, por favor.

- Con mi magia más poderosa los derrotaré a todos. Sin importar cuantos sean...
Midari se concentró en su mano. Ella podía sentir que había recuperado un poco de maná. La humana deseaba invocar una pequeña bola de fuego, pero entonces...

- ¿¡Ce-cenizas!?
De la palma de la mano de Midari saltaron unas cuantas cenizas.

- Tengo maná, he hecho este hechizo mil veces, sal ya, ¡bola de fuego!

De nuevo, Midari no obtuvo los resultados que quería. Sólo cenizas.

- Midari...
Dwalla le bajó la mano a Midari.

Cazadores de demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora