Rey de los trolls

8 0 0
                                    

En el momento en el que esto ocurría, también transcurrían los combates de Kryp contra Lirk y Rábil, Midari y Dwalla defendiéndose del resto de demonios.
Talok estaba solo, como Kryp.

- Incluso sin saber tu poder, maldito monstruo, debo actuar.
Dijo el troll, con valentía.

Pudiera parecer que Talok actuaba por instinto, como los animales, o por cabezonería como lo haría un loco, pero no. El troll realmente tenía un plan.

Talok atravesó la barrera de los "cuatro metros" que había calculado previamente, sometiéndose al desgaste de una lluvia infinita de golpes cuya procedencia conocía, pero no la manera en la que su rival ejecutaba aquellos golpes tan precisos.

- Solo un poco más...
Talok regeneraba todo el daño que recibía, Gyakko permanecía en el centro del torrente de golpes, quieto.

Talok estaba ya muy cerca, alargó su brazo que poco a poco perdía más y más piel, quedándose en carne viva y a partir de ahí, el daño recibido aumentaba. Los músculos del troll empezaban a salir volando por los aires, cercenados en miles de pedazos.

Durante menos de una fracción de segundo, Talok pudo verlo. Gyakko no usaba magia, simplemente se desplazaba, aunque a una velocidad inhumana.
El demonio se desplazó un metro, quedándose justo al lado de Talok. La mirada de Talok se dirigía a la nada, al mismo lugar en el que Gyakko estaba hacia un instante. Gyakko, por su parte, con una mirada vacía, miraba a Midari, Rábil y Dwalla.

Usa una habilidad de una de las hachas para agarrarse al terreno como si fuera una babosa, ocasionando su propio desplazamiento. Gyakko no suele usar su propio cuerpo, solo la habilidad de esa arma.
Eso pensaba Talok. Y estaba en lo cierto.

Talok pudo ver lo que iba a suceder incluso antes de que todo pasase. Sus sentidos estaban más agudizados que nunca. La adrenalina que recorría su gigantesco cuerpo podría haber servido de dopaje para un ejército entero.
Gyakko había cambiado de objetivo, su interés en Talok se había volatilizado tan rápido como el oxígeno en el cuerpo de Lirk, segundos antes de morir.

Otro movimiento. Gyakko estaba un metro más cerca de sus compañeros.
Talok no podía permitirse ni medio segundo para pensar más.

El troll lanzó su garrote hacia Gyakko, éste ni se inmutó, el garrote cayó al suelo, con algunas muescas, pero no roto, cediendo al inmenso poder y velocidad de Gyakko.
Talok corrió tan pronto como arrojó el garrote en dirección a su rival.

Gyakko no tuvo más remedio que girarse bruscamente y enfrentar al troll. De nuevo, cientos de golpes en forma de viento cortante pelaban la piel de Talok casi al entrar en la zona límite alrededor de Gyakko.

- No...
Talok se regeneraba tan rápido como podía. Con un brazo extendido, el troll buscaba la cabeza de Gyakko.

- ... toques...
Un trozo de su mano salió totalmente cercenado despedido por los aires, pero eso no sirvió ni para que Talok pestañeara.

- ¡A MIS AMIGOS!
El brazo de Talok no alcanzó a Gyakko. El monstruo estaba ahora tras él, atacando su espalda.

Talok se giró, esta vez Gyakko estaba muy cerca, no tenía ni que andar para estirar el brazo y cogerlo. Pero fue Gyakko quien por fin se movió.

Las dos hachas de Gyakko se dirigieron al troll por ambos flancos, guiadas por sus huesudos y largos brazos.

- ¡Por fin te dignas a atacar!
Gritó el troll, deteniendo un hacha con la mano.
La otra hacha se clavó en el antebrazo derecho de Talok, pero de nuevo, la furia y la adrenalina de Talok le impedían siquiera pestañear.

Gyakko esbozó una siniestra sonrisa.

Un golpe venido de ninguna parte le cortó el debilitado brazo derecho a Talok. Con un rápido movimiento de mano, Gyakko soltó el brazo de Talok clavado en su hacha izquierda.

Cazadores de demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora