👑 Capítulo 21: Realeza poderosa.

490 37 1
                                    

15 AÑOS DESPUÉS.

—¿Por qué no puedo ir con tío Aram a aprender Alemán, mamá?

Exhalo de nuevo, Dios de la misericordia, como le hago entender a Bartolomé que tiene que estar más cerca de su padre que de su tío. 

—Está bien, ve, pero te llevas a tu hermana Celina y al pequeño Antonio. 

Bartolomé con un bufido asintió.

Los anteriormente mencionados son mis tres hijos de la casa Missland.

Todos hijos de Carlos.

¿Por qué lo sé?

Hace bastantes años no veo a Felipe, Irlanda cayo en un gran brote de plaga negra.

Su padre murió.

Su madre sobrevivió junto con él, pero las perdidas son muchas.

Ya soy reina de Irlanda (el padre de Felipe murió) pero no hemos podido hacer nuestra coronación, pues no puedo viajar a Irlanda, tengo que protegerme y proteger a mis pequeños.

España e Inglaterra le han ayudado bastante a Irlanda, pero no sabemos cuando vuelvan a salir a flote, pues varias naciones han querido invadir, y esa no es una opción, no para mi.

En dos meses podré volver a ver a Felipe, pues estamos dando los últimos detalles para que pueda viajar a España y verse conmigo.

—¿Cómo permites que mi hijo mayor esté todo el tiempo con Aram y no con su padre?—Carlos entrando a mi despacho habla.

Yo río.

—Tu los alejaste, a los tres—Lo miro desafiante—En quince años que tiene Bartolomé jamás te haz acercado como lo ha hecho Aram; Celina tiene catorce y lo que haz hecho por ella no cubre la mitad de lo que ha hecho su tío, ¿Harás lo mismo con Antonio?, es un niño, hasta ahora tiene diez años.

Carlos resopla.

—Es mucho trabajo el que tengo que hacer, con la muerte de mi padre, la coronación de nosotros dos y la enfermedad de mi madre es imposible hacerlo.

Excusas y más excusas.

Ya tenemos el mandato político, pues el padre de Carlos también murió y antes de hacerlo fuimos coronados, Jerusha (a veces no tan querida) ahora es la reina madre. Y ,mis pequeños hijos son príncipes. 

Cuando conocí a Carlos creí que todo seria prefecto, color de rosa e implacable, pero ahora me doy cuenta que no es así; cada día Carlos me sorprende para mal, y por esa razón quiero tomarme un descanso e irme para España con mis hijos.

Pero,

Me temo que no se podrá, yo soy la que guía a Carlos, él habitualmente no sabe que hacer o decir en las reuniones políticas, yo le escribo en un pergamino lo que tiene que decir, así no quedara como un pobre rey sin dominio o inteligencia.

—No sé que más hacer, los condes me preguntan más y más cosas al tiempo.

Ay Carlos. 

No te abandono porque con ello perdería mi poder, y el de mis hijos.

—Trátalos como amigos hasta que demuestren lo contrario.

Él sonríe. 

—¿Por qué dices todo en clave?, me da jaqueca que digas todo en clave—Me contesta sosteniéndome fuerte del brazo.

De un golpe quito su mano de mi brazo.

—No es mi culpa que tu pequeño cerebro no asimile mi información, maldita sea la hora en la que me casé contigo, maldita sea la hora en la que te hice padre de mis hijos.—Le confesé.

—Maldita sea la hora en la que me hice rey—Contestó—Yo solo quiero ser una persona más, vivir en una casa en la aldea y alejarme de este castillo.

NO.

No lo puedo creer.

—Es la peor confesión que me han hecho, y ruega a Dios que no te hayan escuchado—Me asomé por la puerta y afortunadamente no había nadie, solo mis guardias pero ellos son de extrema confianza—No puedo creer que un hombre en tu posición quiera ser un simple aldeano, estas muy loco si crees que te dejaré dañar mis planes—Le advertí.

—Para la realeza no existe seguridad, eso quiero tener, seguridad.

Reí de nuevo.

Últimamente la única persona que me hacia reír era Carlos.

—Tienes todo lo que un simple aldeano quiere: Mando, señorío, preponderancia, poderío, y estas queriendo vivir en una casa de la aldea, en serio me das miedo; por esa misma razón agradezco que mis hijos no se acerquen a ti, estás loco.

Carlos enloqueció en ese instante.

—¡NO ESTOY LOCO, MALDITA SEA!—Sus manos haciendo presión en mi garganta hacían que me faltara el aire—¡NO VUELVAS A DECIR ESO DE TU REY!

Casi sintiendo como mi mirada se tornaba oscura por la presión que Carlos hacia en mi garganta escuché que alguien abrió fuertemente el aposento.

—¡SUÉLTALA!—Aún estando casi inconsciente escuché esa voz que tanto conocía.. Aram.—No hagas que Amir se entere de esto, él no es tan cuerdo como yo.

Carlos de un empujón quitó a Aram del camino.

—Todo el reino se enterara de que tienes amoríos con mis dos hermanos, que tus tres hijos son de ellos, te quemaran por adulterio.—Carlos reía tan frenéticamente, estaba completamente loco.

—No me amenaces Carlos, no querrás que los duques y condes sepan que la que esta detrás de todas esas grandes leyes soy yo, sabes que tengo la prueba de ello.—Dije sosteniendo mi cuello adolorido.

Carlos miró a Aram.

—No pensé esto de ti, hermano

Aram se sacudió el polvo del pantalón.

—¿Qué de todo lo que inventas?—Preguntó Aram.

—Que la pongas a ella antes que todo.

Aram iba a responder, pero el sonido de las trompetas anunciando que un visitante real llegaba al castillo Francés.

Salí corriendo de ese asqueroso aposento y al mirar por el gran balcón pude notar quien era.

No lo podía creer.

No lo podía creer.

Dos Reyes Una Reina ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora