Capítulo 1

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Un nuevo día, el sol brillando, los pájaros cantando, y por supuesto, no puede faltar mi hermano gritando en mi cuarto.

-Buenos días dormilona.

-Vete de mi cuarto, quiero dormir - digo escondiendo mi cabeza debajo de la almohada.

-Eres una vampira, no necesitas dormir.

-Pero me gusta mucho - me quejo como toda una niña pequeña.

-Vamos caso fallido de vampira, tienes que levantarte - gruño en desacuerdo - no eres un perro, así que levántate.

-¿Está listo el desayuno?

-Sí, tienes tortitas para desayunar - dice mi hermano, yo como un resorte me levanto.

-¿A qué esperas?, sal de mi cuarto, tengo que vestirme - le digo mientras elijo la ropa, él se ríe detrás de mí.

-Nunca cambiarás - dice y oigo la puerta cerrarse.

Es cierto, nunca cambiaré, lo bueno de ser vampira es que no envejeceré jamás, por lo que, literalmente, nunca cambiaré. De seguro os parece raro que pueda dormir y comer siendo vampira, y con razón, pero yo no soy una vampira normal, hay muchas diferencias, a parte de poder dormir y comer, también puedo llorar, ponerme un poco morena, aunque no mucho, y estando mucho al sol, me gustan los lobos, etc.

Muchos al verme y saber de mis diferencias, piensa que soy menos que una vampira normal, menos rápida, menos resistente y menos fuerte, pues bien, están equivocados, si quiero puedo vencer a mi hermano en una pelea, soy la mejor del reino, pero no lucho, por dos razones, uno, no me gusta la violencia, dos, ni mi padre ni mi hermano me dejarían, son súper ultra mega protectores, temen que pueda morir otra vez.

Me ducho, aunque no es necesario, ya que los vampiros no sudamos, pero me gusta, igual que no necesito dormir y podría vivir perfectamente a base de sangre en lugar de comida, pero esto me hace sentir más humana, a parte de que ni loca, cambio la comida por la sangre, no digo que la sangre sea asquerosa, sinceramente, pensé que sería peor, pero prefiero la comida.

Perdón, me volví a desviar, salgo de la ducha, me visto y voy al comedor, recuerdo que al principio me perdía cada dos por tres, pero ahora me conozco el castillo de punta a punta, además, como soy la princesa, no hay un lugar al que tenga prohibido ir, pero sí tengo prohibido salir del castillo, cuando quiero salir tengo que pedir permiso a mi padre y él se encarga de mandar al menos una docena de hombres a protegerme, asfixiante diría yo.

Llego al comedor y ya veo en mi lugar de siempre mi desayuno, pero no veo ni a mi padre ni a mi hermano, es raro, sobre todo no ver a papá, siempre está sentado en la cabecera de la mesa cuando desayuno, le gusta hablarme de asuntos del reino, de vez en cuando me pide consejos, según él, me parezco mucho a su mujer, mi madre, tengo buen criterio y un gran corazón.

Me como mis tortitas con sirope de chocolate, con mucho sirope de chocolate, me encanta el dulce, soy muy golosa, pero no engordo, ¡GRACIAS CONSTITUCIÓN VAMPÍRICA!, en serio, no hay ni un solo vampiro o vampira gorda, va contra la naturaleza vampírica, por eso sé de ante mano que mi tua candente es delgado, genial.

-Lo siento estrellita - oigo que dicen detrás de mí, no me hace falta girarme para saber que es mi padre.

-No pasa nada, ¿qué tal la reunión? - le digo.

-¿Cómo lo has sabido?

-Porque siempre que faltas al desayuno es por una reunión, si no, estás aquí como un reloj - le digo con gracia.

-Cierto - me dice - la reunión ha estado bien - me dice con un mal intento de sonrisa.

-Papá - lo miro con cara de que no nací ayer y que lo conozco, él suspira.

-Está habiendo más ataques.

-¿Y eso?

-Ni idea, pero los licántropos cada vez atacan más.

-¿Qué vas a hacer? - le pregunto preocupada.

-Aumentar la seguridad en las fronteras, poner toques de queda y entrenamientos más duros, tanto para los guerreros, como para los nuevos reclutas - me dice serio.

-Tal vez pueda ayudar - sugiero no muy convencida.

-No - me dice serio y con el ceño fruncido - lo que tienes que hacer es quedarte en el castillo y no salir.

-Papá - me quejo - sabes perfectamente que puedo defenderme, puedo luchar.

-No, no me pienso arriesgar.

-¿Pero sí James?

-Es diferente, él es el futuro rey - me cruzo de brazos, siempre lo mismo, él suspira - lo siento, pero ya te perdí una vez, no quiero perderte otra vez - me dice triste.

-Y no lo harás, ahora soy mejor guerrera, a pesar de seguir desagradándome la violencia - hago una mueca y mi padre se ríe.

-Lo sé, pero mantengo lo dicho - dice y me da un beso en la frente - tengo que irme, me están esperando.

Antes de que pueda decir algo, él ya se ha ido a velocidad vampírica, lo más seguro es que se haya ido a su despacho, podría ir a hablar con él, pero conociéndole, sé que por mucho que hable con él, no va a cambiar de opinión, y seguro mi hermano lo apoyará en que yo no puedo pelear, por lo que todo sería una perdida de tiempo; mejor me voy a mi habitación.

Lo bueno es que no tengo clases hasta por la tarde, lo malo, que tengo clase por la tarde, llevo siendo la princesa ya más de tres décadas, y aún así sigo teniendo una institutriz que me da clase todas las tardes, también las de fin de semana, las dos horas más aburridas de todo el día, tengo que hablar con mi padre para que me la quite de una vez, o que me busque otra por lo menos.

Mi institutriz, la señora Banfort, es una vampira de más de 500 años, pero más parece bruja que vampira, siempre me está criticando todo, por muy bien que lo haga, pero cuando mi padre está delante, se comporta como un angelito conmigo y le coquetea, ¡qué asco!, es una zorra interesada, ¿qué digo?, llamarla zorra es un insulto para las zorras, ella lo es mucho más.

(...)

Por fin se ha acabado mi clase del día, ¡GRACIAS DIOSA LUNA!, hoy ha estado más que insoportable, por lo que me ha parecido entender, un hombre le ha dado plantón, chico listo en mi opinión, por eso se ha pasado la hora despotricando sobre él y diciendo una y otra vez lo maravillosa que es ella, ¡oh por favor!

-¿Ya han acabado? - miro a la puerta y veo a mi padre.

-Por supuesto Henry - le contesta Banfort con una sonrisa amigable y voz dulce - nos vemos mañana querida - dice y se va.

-¿Qué tal la clase? - me pregunta.

-Un horror, esta señora es horrible, se ha pasado toda la clase despotricando al chico que la ha dejado plantada - le digo sincera y él se ríe.

-No exageres - me dice, siempre piensa que exagero cuando hablo de todo lo que ella hace.

-No exagero - protesto y resoplo - hazme un favor, si no me dejas ayudar con todo este asunto, al menos líbrame de ella.

-Necesitas clases - bufo.

-No las necesito, sé todo lo que necesito saber para ser princesa, es más, tú tienes que reconocer que te ayudo con algunos asuntos.

-Eso te lo reconozco, pero aún te faltan muchas cosas por saber.

-Llego yendo a clases y leyendo libros sobre el tema por más de 30 años - me quejo - líbrame de esas clases, o al menos de esa señora.

-Lo siento, pero no - me dice serio.

-Esto es una tortura - me quejo y me mira como si fuera una niña pequeña.

-¿Qué quieres a cambio de aceptar seguir yendo a clases con la señora Banfort? - piensa, piensa, algo que nunca pueda conseguir para librarme de Banfort.

-Un licántropo como mascota - le digo con una sonrisa maliciosa, sé que eso nunca pasará.

¿Alexia o Alexandra?  Princesa vampiro *Completada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora