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Al llegar a casa, la realidad de mi derrota me golpeó con una crueldad implacable. El peso de la pérdida de TN me abrumaba, como si cada rincón de mi ser estuviera desgarrado por el dolor. El simple hecho de saber que no volvería a tenerla entre mis brazos, que nunca más escucharía su voz susurrando palabras de amor, era una tortura constante. Sentado en el sofá, sentí el vacío y la desesperanza arrastrándome hacia un abismo oscuro.

De repente, el sonido agudo de la voz de Misuk rompió el silencio, su entusiasmo contrastaba brutalmente con mi estado.

—¡Amor! —gritó, su tono rebosante de una felicidad que parecía un cruel recordatorio de lo que había perdido. Se lanzó hacia mí con una calidez que en ese momento me resultaba insoportable.

—¿Qué quieres ahora, Misuk? —la aparté con un gesto brusco, incapaz de soportar la farsa de normalidad que intentaba imponer. —No estoy en ánimo para tus juegos.

Mientras me dirigía a las escaleras, deseando escapar de la situación y del dolor, una voz grave y autoritaria me detuvo.

—Veo que no te quedó claro lo que hablamos esta mañana, Jeon —dijo la voz con una frialdad que enfrió el aire a mi alrededor. La figura del señor Lee apareció en la penumbra, su presencia imponía una sombra de intimidación.

Me giré lentamente, el rostro del suegro revelándose con una expresión de satisfacción que era casi palpable. Era evidente que esta conversación no sería fácil.

—Señor Lee, ¿qué hace aquí? —mi voz temblaba ligeramente, pero traté de mantener la compostura.

—Vine a ver a mi princesa —respondió, abrazando a Misuk con una familiaridad que parecía reforzar su dominio sobre la situación. —Y al parecer, tu comportamiento ha dejado mucho que desear, Jungkook. —Sus palabras eran un castigo silencioso, su mirada repleta de una frialdad que sentenciaba mi destino.

—Sí, señor —respondí, con falso arrepentimiento—. Lo siento mucho, no volverá a pasar.

—Claro que no volverá a pasar —dijo con una sonrisa que no llegó a sus ojos—. Ahora, princesa, necesito que subas a tu cuarto. Tengo algunos asuntos que tratar con tu marido.

Misuk, con una expresión de desilusión en su rostro, subió las escaleras, dejándonos solos. El señor Lee se acercó a la barra y comenzó a servirse un trago, su actitud desafiaba cualquier intento de mantener la calma.

—Tranquilo, Jungkook —dijo, con una sonrisa que ocultaba una amenaza—. No te pongas a la defensiva. Solo quiero hablar, ya sabes, de suegro a yerno. Creo que es esencial que tengamos una buena relación, especialmente ahora que somos familia.

—¿Y de qué quiere hablar? —pregunté, con la esperanza de que el diálogo no se volviera aún más tenso.

—Creo que tú no sabes nada de mi princesa, pero se de alguien que sí. —Se acercó lentamente, su mirada llena de una malevolencia contenida—. ¿Te suena el nombre TN TA?

El nombre de TN cayó sobre mí como un balde de agua fría. ¿Cómo podía saber el señor Lee sobre ella? Una oleada de preocupación me invadió.

—No, no conozco a esa persona —traté de sonar convincente, pero la inseguridad era evidente en mi tono.

—Qué curioso —dijo, con una sonrisa sarcástica, sus palabras cargadas de una malicia calculada—. Mis agentes nunca fallan. Según ellos, te vieron salir de la oficina de esa jovencita. Al parecer, eran demasiado cercano a ella, demasiado cercano. —Su tono se volvió cortante, como el filo de una cuchilla afilada. Sus ojos, llenos de malicia, reflejaban una desaprobación obvia—. La verdad, esa muchacha no se compara en nada con mi princesa. Mi hija tiene modales, clase y una elegancia innata. Esa otra... solo tiene un cuerpo de infarto. —Su tono se tornó lascivo y condescendiente, y mi enojo creció descontroladamente—. Me parece que le haré una visita pronto. Parece que su precio es bastante bajo.

—Ni se le ocurra acercarse a ella —le advertí con una furia contenida, el dolor transformándose en una cólera feroz—. Si lo hace, le aseguro que me olvidaré de todo lo que pueda perder y lo golpearé con todas mis fuerzas.

El señor Lee se rió con desdén, un sonido frío que resonó en la habitación. De repente, dos hombres aparecieron, su presencia silenciosa era imponente, y me inmovilizaron con una fuerza casi inhumana. A pesar de mis esfuerzos por liberarme, era inútil. Me sentía atrapado y vulnerable.

—Escúchame bien, Jeon Jungkook —dijo el señor Lee, acercándose de una forma inquietante que me helaba la sangre—. Tienes una elección. Deja a esa mujer y haz feliz a mi hija, o enfrentarás las consecuencias. No subestimes mi capacidad para hacer que pagues por tus errores. Sabes que no tengo escrúpulos cuando se trata de proteger a mi hija. —Su mano se cerró alrededor de mi cuello, su presión era una amenaza. Su mirada hablaba de una crueldad calculada que me hizo entender la seriedad de su amenaza. Asentí, reconociendo la derrota y el peso de mi impotencia.

—Muy bien, suéltenlo —ordenó con un tono que dejaba claro que su paciencia se estaba agotando. Mi cuerpo cayó al suelo con un golpe seco, el impacto me dejó aturdido. El señor Lee se inclinó hacia mí, sus ojos iluminados con un brillo cruel que no dejaba lugar a dudas sobre su intención de hacerme daño—. No quiero escuchar quejas por parte mi hija. Hazla sentir como lo que es, una verdadera princesa. De lo contrario, tu empresa, tu padre y esa mujer que tanto aprecias desaparecerán del mapa. —Su voz era un susurro de amenaza, una promesa de destrucción que me hizo temblar.

Con una última sonrisa burlona, el señor Lee se despidió y salió de la casa, tarareando una melodía que resonaba con una ironía cruel, como si se estuviera regodeando en mi miseria.

Me quedé en el suelo, el peso de las lágrimas y la desesperación aplastando mi espíritu. Cada lágrima que caía era un reflejo de mi fracaso y mi impotencia. Miré el retrato de mi boda con desprecio, una imagen de un pasado feliz que ahora me parecía una cruel broma.

—Estoy tan jodido —murmuré, la angustia y la desesperanza claramente visibles en mi voz. Sentía como si cada palabra fuera una lágrima más, un grito desesperado en medio de la tormenta—. Juro que me vengaré por todo lo que me han hecho. No permitiré que me hundan, no me dejaré caer. Volveremos a estar juntos, T/N. Te lo prometo. Cada injusticia, cada daño que nos han causado, no quedará impune. Maldita sea la hora en que mi padre se mezcló con esta gente. El odio y el dolor son mi impulso ahora. Haré lo que sea necesario para reclamar lo que es nuestro.

 Haré lo que sea necesario para reclamar lo que es nuestro

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Burning Desire | JJK ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora