Burning Desire | JJK ✓

｡o○ XI ○o｡

—Jungkook, hay algo que debo decirte. Y no puedo esperar más.

Él detuvo su marcha hacia la puerta, girando lentamente para mirarme, su ceño fruncido, reflejando una mezcla de curiosidad y preocupación. Estaba claro que, después de todo lo que habíamos pasado esa noche, las palabras no eran suficientes para aliviar el peso que ambos cargábamos. Las palabras... jamás eran suficientes cuando se trataba de nosotros.

—¿Qué pasa, TN? —su voz era baja, como si no supiera si quería escuchar lo que estaba por venir.

Mis pensamientos se agolpaban en mi mente. Esto no era una reconciliación, no podía serlo. No después de todo el dolor, las promesas rotas, y el vacío que habíamos permitido que creciera entre nosotros. Pero había algo que tenía que decirle, algo que cambiaría el rumbo de todo. Sentí un nudo en la garganta, pero respiré profundamente. Esta vez no dejaría que mis miedos me controlaran.

—Yo... —las palabras vacilaron, pero las arranqué de mi boca—. No creas que esto es una reconciliación. Yo no volveré a ser tu amante.

Sentí que mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Decir esas palabras fue como darme un golpe a mí misma, pero sabía que eran necesarias. Jungkook me miró en silencio, evaluando cada expresión en mi rostro, buscando cualquier señal de duda. Sabía que lo estaba desafiando, que estaba plantando una barrera clara entre nosotros.

—Lo entiendo —respondió con una suavidad inesperada.

Dio un paso hacia mí, su sonrisa pícara asomándose por el borde de sus labios. Antes de que pudiera reaccionar, sus manos rodearon mi cintura, tirando de mí hacia él. Era el mismo gesto de siempre, ese que mezclaba ternura y un toque de arrogancia que conocía demasiado bien. Lo había amado por eso, por esa seguridad inquebrantable, incluso en los peores momentos.

—Cuando todo esto acabe, tú y yo volveremos, TN. —Susurró mientras sus labios rozaban la punta de mi nariz, dejándome aturdida por su cercanía.

—En tus sueños, Oppa —recalqué con intención, usando esa palabra que sabía que odiaba. Un pequeño acto de resistencia en medio de tanta vulnerabilidad.

Sus ojos brillaron por un instante, sabiendo que había tocado un nervio. Su mano se deslizó suavemente por mi espalda antes de separarse, su sonrisa se ensanchó justo lo suficiente para devolverme la jugada.

—Pues ya lo veremos, niña —replicó con una voz provocadora, consciente de que esa palabra me hacía arder de irritación.

Sabía exactamente cómo jugar conmigo, pero yo no iba a ceder tan fácilmente esta vez.

—Te amo, no lo olvides —dijo suavemente antes de depositar un beso en mi frente, como si fuera una promesa para el futuro.

Lo observé mientras se alejaba, mis emociones agitadas entre el alivio y la tensión. La verdad era que, a pesar de todo, había algo en él que no podía apagar. Pero también sabía que no podía permitirme caer en el mismo ciclo de promesas incumplidas y esperanzas rotas. Todavía quedaba mucho por decir, pero no hoy. No de esa manera.

Cuando finalmente la puerta se cerró tras él, suspiré profundamente, sintiendo que el silencio de la casa me envolvía. Mi mano bajó instintivamente hacia mi vientre, acariciando suavemente la ligera curva que aún no era evidente para nadie más.

—Tendremos que esperar, mi vida —murmuré en voz baja, como si esas palabras fueran solo para el pequeño ser que crecía dentro de mí.

El peso de todo lo no dicho seguía colgando en el aire, pero una cosa era cierta: esto no había terminado. No aún.